Brigitte Bardot, la musa icónica del cine francés y emblema de una generación, ha llegado a los 90 años manteniéndose firme en su rechazo a los convencionalismos, incluso cuando se trata de la vejez.
“¡No me importa la vejez! Ni siquiera la vi venir”, dijo la actriz y modelo francesa, quien ha pasado sus últimos años luchando por los derechos de los animales desde su hogar en Saint Tropez.
Bardot se convirtió en un símbolo de belleza, sensualidad y libertad en los años 50 y 60, y su irrupción en el cine supuso una verdadera revolución para una Francia que dejaba atrás el conservadurismo de la posguerra.
Con su estilo desenfadado y su impacto en la moda, Bardot marcó un antes y un después.
Su imagen con pantalones capri, pañuelos en la cabeza y un espíritu libre en la costa azul francesa, es todavía una fantasía que muchas intentan recrear.
A pesar de su éxito, la actriz dejó el cine en 1973 tras protagonizar cerca de 50 películas. Su despedida de los sets fue definitiva, y desde entonces ha centrado su vida en la defensa de los derechos de los animales.
Este compromiso, nacido de su amor y respeto hacia ellos, ha sido una de sus misiones más importantes.
“El mayor regalo que he podido recibir, después de 50 años de suplicar a gobiernos y presidentes, es la abolición de la hipofagia [el consumo de carne de caballo] en Francia”, expresó Bardot con gran emoción.
Nacida en 1934, Bardot comenzó su carrera cinematográfica a una edad temprana y rápidamente se convirtió en una figura de controversia y admiración.
Fue descubierta por Roger Vadim, su primer esposo y director de su famoso debut, “Y Dios creó a la mujer” (1956), película que la catapultó a la fama mundial.
Más tarde, trabajó con directores de renombre como Jean-Luc Godard, Louis Malle y Henri-Georges Clouzot, consolidándose como un referente del cine francés.
Bardot no solo fue una estrella de cine, sino también un símbolo cultural. La escritora Simone de Beauvoir llegó a escribir sobre ella, destacando su libertad sexual y su desafío al patriarcado en un artículo en la revista Esquire en 1958.
Antoine de Baecque, historiador de cine y autor de una próxima biografía de Bardot, la define como una “figura aparte” por su valentía y determinación para vivir según sus propias reglas.
“Bardot era la presa, pero también la cazadora”, comenta de Baecque, resaltando la compleja imagen de Bardot y su influencia en la cultura de la época.
Aunque Bardot siempre ha sido vista como una figura de sensualidad y rebeldía, también fue pionera al hablar de temas tabú como el aborto en una época en la que estos temas eran escandalosos.
Desde sus primeros años hasta su retiro, la actriz se mantuvo fiel a sí misma, enfrentando las críticas y defendiendo sus creencias.
“¡Estoy harta de este cumpleaños, prefiero tener 20!”, dijo con humor al diario Sudoest, dejando claro que la edad no define su espíritu.
Hoy, Bardot sigue siendo un ícono para generaciones y su legado perdura.
La “BB” que deslumbró al mundo hace décadas se ha convertido en una activista incansable, demostrando que su fuerza y rebeldía van mucho más allá del glamour que un día la hizo célebre.