Han pasado más de dos décadas desde la trágica muerte de Selena Quintanilla Pérez, y la lucha por su legado continúa.
La estrella del Tex-Mex, que marcó una era y un género musical, sigue siendo una figura central, tanto en la música como en la cultura latina.
Sin embargo, tras su muerte, la batalla por su herencia ha sido una de las más intensas y polémicas, involucrando a su familia, su viudo Chris Pérez y a quienes intentan gestionar su legado de maneras muy diferentes.
A tan solo dos meses del asesinato de Selena, su padre, Abraham Quintanilla, se encargó de asegurarse de que el control sobre su hija, su carrera y todo lo relacionado con ella permaneciera en sus manos.
Contrató a un abogado en Harvard para que redactara un acuerdo inmobiliario que protegería el reparto de ganancias de la banda familiar y aseguraría que él fuera el único encargado de gestionar la música, la imagen y el nombre de Selena para siempre.
Esta jugada fue clave para asegurar que el legado de la cantante estuviera bajo su completo control.
Sin embargo, no todos los miembros de la familia estaban de acuerdo con este enfoque.
Chris Pérez, el viudo de Selena y su guitarrista, no estaba preparado para ser arrastrado al mundo legal en medio de su dolor.
Después de la muerte de Selena, se sumió en una depresión profunda y, en su afán por honrar su memoria, aceptó firmar el acuerdo propuesto por Abraham Quintanilla.
A cambio de un 25% de las ganancias netas de la artista, Pérez renunció a cualquier derecho de gestión sobre la imagen de su esposa, algo que le resultó aún más doloroso por la falta de voluntad de Selena de haber dejado un testamento.
Lo que parecía ser un acuerdo de buena fe, se convertiría con el tiempo en el epicentro de un largo conflicto legal.
En 2016, Pérez decidió publicar un libro sobre su vida con Selena, Selena, con amor.
La historia que había guardado en su corazón durante años finalmente saldría a la luz.
Sin embargo, Abraham Quintanilla no estaba dispuesto a dejar que esto ocurriera sin más.
El patriarca de la familia demandó a Pérez por explotación no autorizada de la imagen de su hija y por infringir el acuerdo de 1995 que ambos firmaron.
La disputa legal se convirtió en una guerra sin cuartel entre Pérez y Quintanilla, con ambos luchando por el derecho a contar la historia de Selena.
El poder de Abraham Quintanilla sobre el legado de Selena es indiscutible.
Desde su muerte, se ha encargado de gestionar no solo los derechos de su música, sino también de su imagen, y ha tenido un control absoluto sobre los productos relacionados con ella.
En un esfuerzo por proteger la integridad del legado de Selena, Quintanilla ha tomado medidas drásticas, demandando a innumerables personas y empresas que intentaron lucrar con el nombre de su hija.
Aunque muchos de sus seguidores aplauden su dedicación, otros ven su control excesivo sobre la vida de Selena como una forma de poseer su legado, incluso después de su muerte.
El lanzamiento de Selena: la serie en Netflix fue un punto de inflexión en este drama familiar.
La serie fue bendecida y producida por la familia Quintanilla, pero el acuerdo con la plataforma de streaming no estuvo exento de controversia.
Pérez, por su parte, también tenía su propio proyecto en marcha, basado en su libro.
La demanda de Quintanilla contra Pérez por intentar contar su propia versión de la historia provocó una batalla pública sobre el derecho a contar la vida de Selena.
El proceso judicial fue largo, y mientras la familia Quintanilla defendía su control sobre el legado de Selena, Pérez argumentaba que tenía el derecho de compartir su propia historia, especialmente después de haber vivido una relación tan significativa con la cantante.
El conflicto no solo se centró en los derechos de la imagen y la música de Selena, sino también en los intereses financieros que giran en torno a su nombre.
Los acuerdos de la familia Quintanilla con diversas empresas y productores de cine, como la película de 1997 sobre la vida de Selena, generaron millones de dólares.
Sin embargo, en el fondo de esta batalla se encontraba una lucha por la autenticidad del legado.
Pérez sentía que su derecho a compartir la historia de su vida con Selena estaba siendo silenciado, mientras que Quintanilla intentaba proteger lo que consideraba un patrimonio invaluable que debía ser gestionado con un enfoque estratégico y empresarial.
La relación entre Chris Pérez y Abraham Quintanilla nunca fue fácil.
Desde que Pérez comenzó su relación con Selena en secreto, debido a la oposición de su padre, la tensión entre ambos se mantuvo latente.
Después de la muerte de Selena, Pérez se distanció aún más de la familia Quintanilla, prefiriendo mantener un perfil bajo y alejarse de los reflectores.
Sin embargo, cuando llegó el momento de compartir su historia, Pérez se sintió obligado a hacerlo, no solo como una forma de sanar, sino también para honrar a Selena de la manera que él consideraba correcta.
Con el paso de los años, la imagen de Selena ha seguido evolucionando.
De una estrella de la música Tejano a un ícono cultural reconocido internacionalmente, su legado ha sido respaldado por sus seguidores y por la industria del entretenimiento.
A pesar de las disputas legales, su música sigue viva y sigue inspirando a nuevas generaciones.
En este contexto, las batallas familiares por el control del legado de Selena se ven como parte del proceso natural de preservar la memoria de una figura tan influyente.
El caso de Selena Quintanilla y la lucha por su legado plantea preguntas importantes sobre el control, el poder y la memoria en el mundo del entretenimiento.
¿Hasta qué punto los intereses económicos deben prevalecer sobre el deseo de una familia de mantener la autenticidad de la historia de un ser querido? Mientras la batalla por la propiedad de su historia continúa, Selena sigue siendo un símbolo de lucha, amor y resiliencia, y su legado sigue vivo, más allá de las disputas familiares y legales.
