Santiago Abascal acusó al gobierno de Pedro Sánchez de ser una “mafia corrupta” que ha traicionado a España y pone en peligro a las mujeres.

El líder de Vox, Santiago Abascal, ofreció un discurso explosivo en Almendralejo, Extremadura, en el que no dejó en pie a nadie:
acusó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de encabezar una “mafia corrupta” que, según él, ha corrompido la democracia española y ha traicionado a los ciudadanos.
Desde el inicio de su intervención, Abascal se lanzó a la ofensiva con una subida de tono que electrificó al público, mezclando anécdotas con una crítica política visceral que constituye la piedra angular de la campaña de Vox de cara a las elecciones autonómicas del 21 de diciembre en la región.
Abascal relató con humor una anécdota futbolística para conectar con la audiencia, pero rápidamente llevó el discurso al terreno político:
“Nos gobierna una mafia corrupta que ha traicionado a España durante años”, clamó ante los presentes, acusando a los partidos tradicionales de mentir y manipular a la opinión pública.
En Extremadura y a nivel nacional, la derecha ha intensificado sus críticas tras casos judiciales que involucran a ex altos cargos socialistas, lo que ha generado presión política sobre el Gobierno.

En su crítica al bipartidismo, Abascal fue más allá y afirmó que ni el PP ni el PSOE representan verdaderamente a los españoles, afirmando que ambos “comparten políticas y corrupción”.
Esta narrativa coincide con su estrategia de presentar a Vox como la única fuerza capaz de “romper con la oligarquía política” que, según él, mantiene al país estancado.
En distintas intervenciones de campaña, Abascal ha calificado al bipartidismo de causa del abandono de regiones como Extremadura, de falta de oportunidades para los jóvenes y de burocratización excesiva que perjudica al sector agrícola y rural.
La campaña electoral en Extremadura llega en un contexto particularmente tenso: Vox está experimentando un crecimiento de apoyo respecto a comicios anteriores, aunque sigue lejos de los mayores partidos, y tanto PP como PSOE afrontan desafíos propios.
María Guardiola, candidata popular, sigue liderando la intención de voto, pero la polarización política y la presión de formaciones como Vox han marcado la dinámica de los comicios.
En su arenga, Abascal también atacó a la candidata del PP en Extremadura, acusándola de haberse comportado de modo similar a los socialistas y de rechazar acuerdos que Vox sí proponía para formar gobierno, lo que, en su opinión, priva a la región de un verdadero cambio político.
Esta crítica refleja la compleja relación entre Vox y el Partido Popular en toda España, donde ambos comparten espacio en el espectro de la derecha pero compiten también por influencia y liderazgo político.

La retórica de Abascal incluyó un fuerte rechazo a las políticas migratorias y de género que, según él, han debilitado a España y han creado inseguridad social.
Subrayó la necesidad de penas más severas para delitos graves como la violación y criticó lo que considera un feminismo exagerado promovido por la izquierda, un tema recurrente en los discursos de Vox para movilizar a su base electoral.
Al cerrar su intervención, Abascal reafirmó que su objetivo es “cambiar España” y liberar al país de lo que describe como una “mafia corrupta e incompetente”.
Su mensaje apeló a los votantes a estar vigilantes el día de las elecciones y destacó que Vox es, a su juicio, la única alternativa auténtica frente a un sistema que considera agotado.
Los asistentes respondieron con entusiasmo a su discurso, aplaudiendo y vitoreando en una escena que simboliza la polarización política actual en España.
En resumen, Santiago Abascal ha convertido cada aparición pública en Extremadura en un escenario de confrontación total contra el PSOE y, en menor medida, contra el PP.
Su estrategia de campaña se basa en criticar duramente a los partidos tradicionales, reclamar la defensa de valores que considera esenciales y presentar a Vox como la fuerza que puede “liberar” a España de las élites políticas.
En un momento en que la política española está marcada por la desconfianza ciudadana en las instituciones y la fragmentación partidaria, discursos como el de Abascal reflejan la intensidad de la batalla electoral que se libra en todo el país.