La actriz que encantó al mundo y a los hombres más poderosos de Estados Unidos.
Marilyn Monroe, a sus 36 años, murió en su cama en circunstancias que aún hoy, seis décadas después, alimentan teorías de conspiración que se extienden a lo largo de tres generaciones de la familia Kennedy.
Esto va más allá de un simple encuentro prohibido en las altas esferas de Washington.
Es la historia de cómo una mujer, a través de sus conexiones personales, se convirtió en un riesgo de seguridad nacional que involucraba a la mafia, a la CIA, y a los secretos más oscuros de la política estadounidense.
El desenlace fue una cadena de tragedias y silencios que ha marcado el apellido más legendario de América.
Un memorando interno de la CIA, fechado el 3 de agosto de 1962, la clasificaba textualmente como “sujeto representa riesgo de seguridad nacional, requiere vigilancia extrema”.
Riesgo de seguridad nacional, ¿una actriz?
El documento resalta que esta historia es un entrelazamiento de poder, traición y un manto de secreto que el clan Kennedy se ha esforzado por mantener.
El idilio personal con la cumbre del poder comenzó mucho antes de que John F.Kennedy llegara a la Casa Blanca.
En 1954, en una fiesta en Beverly Hills, Marilyn Monroe, con 28 años y ya una estrella en ascenso, conoció al entonces senador de Massachusetts, John Fitzgerald Kennedy.
El actor Peter Lawford, quien los presentó, describió la química como instantánea.
Esa noche, según relatos, ambos se ausentaron de la fiesta por un tiempo, y el regreso fue evidente: labial en el cuello de Kennedy y el cabello de Marilyn desordenado.
Comenzó así una relación intermitente de encuentros esporádicos y llamadas discretas.
Todo cambió cuando Kennedy se convirtió en presidente.
En mayo de 1962, Marilyn protagonizó el momento más icónico de este vínculo al cantar su célebre “Happy Birthday, Mr.
President” en el Madison Square Garden.
En ese momento, a Marilyn le quedaban exactamente 75 días de vida, y el conocimiento que había acumulado durante su relación con el Presidente se había vuelto explosivo.
Tras el ascenso de Kennedy a la presidencia, los encuentros se hicieron más difíciles y la relación se enfrió.
Sin embargo, en marzo de 1962, Marilyn, sola y vulnerable tras su divorcio, fue invitada a una fiesta íntima en casa de Peter Lawford, cuñado de Kennedy.
El Presidente asistió sin su servicio secreto y sin su esposa, Jackie.
Un agente del Servicio Secreto retirado, Larry Newman, rompió su juramento en 1997 para confirmar que esa noche el Presidente y Marilyn estuvieron juntos.
Marilyn, a sus 35 años, ya no era la ingenua de antes.
Buscaba compromiso, soñaba con ser la Primera Dama, mientras que Kennedy solo deseaba una amante discreta.
Entre marzo y mayo de 1962, se documentaron al menos siete encuentros.
Sin embargo, Kennedy comenzó a distanciarse, sus llamadas se acortaban y se volvían frías.
Marilyn le confesó a su psiquiatra, el Dr.Ralph Greenson, su creencia de que Kennedy dejaría a Jackie, una idea que el médico calificó como “pensamiento delirante” en sus notas privadas.
La dinámica cambió dramáticamente con la entrada de Robert F.Kennedy, Fiscal General y hermano del Presidente, en escena.
Bobby Kennedy, un hombre de fuego moral e ideológico, quedó fascinado por Marilyn al igual que su hermano, en un encuentro en casa de Lawford en febrero de 1962.
Según testimonios posteriores, el Presidente, ya cansado de las demandas emocionales y la obsesión peligrosa de Marilyn por hacer pública la relación, decidió delegar la situación a su hermano.
Documentos desclasificados en 1994 citan que JFK le pidió a Bobby: “Marilyn se está volviendo un problema. Necesito que hables con ella, que la calmes, que la hagas entender que esto no puede continuar.”
Pero Bobby, lejos de terminar el vínculo, se involucró emocionalmente con ella.
Entre junio y julio de 1962, Bobby visitó a Marilyn al menos ocho veces en su casa de Brentwood, Los Ángeles.
Mientras esta relación evolucionaba, Marilyn se encontraba bajo una vigilancia triple.
El FBI, dirigido por J.Edgar Hoover, la espiaba para construir un expediente de chantaje contra los Kennedy.
La CIA también la monitoreaba debido a sus conocimientos sobre operaciones clasificadas contra Cuba, como la Bahía de Cochinos.
La mafia de Sam Giancana la seguía porque conocía la conexión entre el crimen organizado y la administración Kennedy.
Tres organizaciones convergieron en una sola conclusión: Marilyn Monroe se había convertido en un riesgo demasiado grande.
Una grabación del FBI, fechada el 27 de julio de 1962 y desclasificada, revela una conversación explosiva.
Bobby menciona a Marilyn el desafío de involucrar a ciertas personas en planes contra Fidel Castro sin despertar sospechas.
Marilyn Monroe, en efecto, conocía detalles de la Operación Mongoose y de la cooperación del gobierno con figuras del crimen organizado.
La actriz guardaba estos y otros secretos en un diario de piel roja italiana, un cuaderno que ella consideraba su “seguro de vida”.
Según el ama de llaves, Eunice Murray, el diario contenía las fechas de cada encuentro, conversaciones sobre Cuba y nombres de agentes de la CIA.
Era dinamita política capaz de destruir la presidencia y de llevar a prisión a Bobby Kennedy.
Agosto de 1962 marcó el clímax de esta crisis de seguridad.
Marilyn se sintió completamente aislada después de que Bobby le comunicara que el vínculo debía terminar.
Furiosa y desesperada, amenazó con hacer público todo.
El 1 de agosto, llamó a su publicista Pat Newcomb, afirmando que convocaría a la prensa y mostraría “evidencia” de lo que sabía.
El 2 de agosto, llamó a un periodista amigo, Sydney Skolski, para ofrecerle “la historia más grande del siglo” sobre “Los Kennedy”.
Dos días después, Marilyn Monroe estaba muerta.
Los movimientos de Bobby Kennedy el 3 de agosto son cruciales.
Aunque oficialmente estaba en San Francisco, desapareció de los registros oficiales de 20 horas.
Testigos lo ubicaron en el Hotel Beverly Hills en Los Ángeles esa tarde.
El 4 de agosto, tras una sesión con su psiquiatra, Marilyn recibió una llamada a las 4:30 p.m.
y luego una visita de un hombre en traje oscuro a las 5:30 p.m.
Décadas después, la ama de llaves, Eunice Murray, modificó su testimonio, identificando a Robert Kennedy como ese visitante.
Murray relató haber escuchado una “discusión terrible” que duró cerca de dos horas.
A las 7:15 p.m., Marilyn llamó a Peter Lawford con una voz arrastrada: “Dile adiós al presidente y dile adiós a ti también.”
La llamada se cortó, y Lawford, al intentar responder, recibió una llamada de Bobby Kennedy pidiéndole que no fuera a la casa y diciendo: “Yo me encargo.”
Lawford, paralizado, obedeció.
Entre las 8 p.m. y las 3:30 a.m. se abre una ventana de ocho horas sin explicación.
A las 3:30 a.m., Murray llamó al Dr. Greenson, quien llegó a una velocidad inusualmente rápida.
La policía no fue notificada sino hasta las 4:25 a.m. , casi una hora después de que el cuerpo fuera encontrado.
El sargento Jack Clemons, el primer oficial en llegar, reportó que la escena era “inconsistente con suicidio típico,” notando que el cuerpo estaba perfectamente acostado y que no había vaso de agua.
La autopsia reveló niveles masivos de un barbitúrico en la sangre, pero cero residuos en el estómago.
El Dr. Thomas Noguchi, forense jefe, concluyó que las drogas fueron administradas por una vía que no fue oral, sugiriendo que la actriz no se las tomó ella misma.
El encubrimiento que siguió a la muerte de Marilyn fue rápido y coordinado.
A las 6 a.m. del 5 de agosto, dos hombres en trajes oscuros, presuntos agentes federales, llegaron a la casa y confiscaron documentos de un cajón.
En esa caja se encontraba el diario rojo.
Peter Lawford también llegó poco antes de los agentes federales y, por orden de Bobby Kennedy, sacó y quemó cartas y fotos comprometedoras en la playa de Malibú.
El FBI confiscó los registros telefónicos y el caso fue cerrado como suicidio en 36 horas.
A pesar de la limpieza de la escena, sobrevivió una grabación del FBI: una llamada de Marilyn al servicio de emergencias a las 9:53 p.m. del 4 de agosto.
El audio de 11 segundos, recuperado en 2005, la capta diciendo: “Necesito… necesito ayuda. Alguien me…” seguido de un forcejeo.
La llamada nunca fue investigada.J. Edgar Hoover envió un memorando interno sellando todos los archivos relacionados con Marilyn.
Las órdenes de confiscación de registros telefónicos vinieron directamente de la oficina del Fiscal General bajo la justificación de “Seguridad Nacional”.
Cualquier oficial de policía que habló públicamente sobre las inconsistencias, como el sargento Clemons, fue transferido o silenciado.
La periodista de investigación Dorothy Kilgallen comenzó a indagar sobre el caso y prometió revelar información que “haría tambalear a Washington.”
En 1965, fue encontrada muerta por una sobredosis, y su manuscrito de investigación desapareció.
En 1968, Robert F.Kennedy fue asesinado a balazos, y las preguntas sobre un segundo tirador y la verdad de esa noche se fueron con él.
En 1975, Sam Giancana, el jefe de la mafia con conexiones a la CIA y a los Kennedy, fue ejecutado profesionalmente justo antes de testificar ante el Comité Church.
Cinco personas clave, cinco muertes, un mismo resultado: el silencio.
El verdadero eco de la historia de Marilyn no reside en las teorías, sino en el peso que recae sobre los hijos de los poderosos.
Tres generaciones de Kennedy han cargado con el estigma del escándalo y el secreto.
Caroline Kennedy, hija de JFK, creció rodeada de muerte y susurros sobre la traición de su padre.
En 2013, cuando fue nominada embajadora, un periodista le preguntó sobre los archivos presidenciales relacionados con Marilyn Monroe.
Caroline se levantó y abandonó la sala, no sin antes asegurar que esos documentos permanecerían sellados hasta el año 2063.
Un siglo de silencio.
La pregunta es inevitable: ¿Qué secreto es tan explosivo que debe ser ocultado por un siglo completo?
John F.
Kennedy Jr., el hijo que nunca conoció a su padre, fundó la revista política George.
Estaba obsesionado con las mentiras de “Camelot” y guardaba recortes y copias de archivos desclasificados sobre Marilyn.
En 1999, planeaba un artículo explosivo sobre los “secretos enterrados durante 40 años” de su familia, que involucraban a su padre y a su tío Bobby.
Ese artículo nunca se publicó.
El 16 de julio de 1999, JFK Jr.
murió cuando su avioneta Piper Saratoga se estrelló en el océano.
La investigación oficial concluyó “error del piloto”, aunque expertos en aviación cuestionaron la conclusión debido a su experiencia y las buenas condiciones de vuelo esa noche.
Cinco días antes de su muerte, JFK Jr.
le confió a un amigo: “Si algo me pasa antes de que esto se publique, no fue un accidente.”
Murió, llevándose consigo la última esperanza de que alguien de la familia Kennedy contara la verdad completa.
El fantasma de Marilyn Monroe sigue persiguiendo un legado que, construido sobre el poder y el mito, nunca pudo escapar de la oscuridad de una noche de agosto en Los Ángeles.
¿Le gustaría saber más sobre la relación entre el FBI y J.
Edgar Hoover en el caso de Marilyn?
