David Bustamante afronta la Navidad en un momento de equilibrio personal, rodeado de familia, con nuevas tradiciones en casa y un espíritu marcado por la calma y la gratitud.

David Bustamante vuelve a colocarse en el centro de la escena justo cuando llegan las fechas que más le representan.
La Navidad, la familia, el hogar y la música se mezclan en un momento vital especialmente luminoso para el artista cántabro, que afronta el cierre del año con serenidad, humor y una agenda repleta de proyectos.
A sus 43 años, Bustamante transmite la sensación de haber alcanzado un equilibrio largamente trabajado, ese punto en el que la ambición profesional convive con la calma personal.
Este año ha sorprendido con una propuesta tan inesperada como divertida: un antivillancico creado para una campaña de Wallapop. Una paradoja para alguien que se declara abiertamente enamorado de la Navidad.
“Son unas fechas muy bonitas las que se vienen ahora”, comenta con una sonrisa, dejando claro que su espíritu navideño sigue intacto.
Precisamente por eso, el encargo le provocó una mezcla de sorpresa y vértigo. “Me encanta la Navidad y componer un antivillancico no fue fácil”, reconoce.
Aun así, aceptó el reto y se lanzó a jugar con el humor, cambiando de registro sin perder su esencia. “Era hacer humor con cosas que adoro, ponerme en otro papel… y lo pasé fenomenal”.
El resultado es una pieza musical con un tono irónico, elegante y cuidado. Bustamante explica que buscó un enfoque distinto al habitual. “Quería que fuese cómico, pero con un aire cool, tipo big band, con una orquestación preciosa”.
La campaña no solo ha funcionado a nivel creativo, sino que incluso ha generado situaciones divertidas en su entorno más cercano. Cuando comenzaron a circular fragmentos en redes sociales, algunos familiares se alarmaron.
“Mis tíos y primos se lo tomaron en serio. Creían que este año no venían a Madrid”, recuerda entre carcajadas. Lejos de arrepentirse, deja la puerta abierta a repetir experiencia. “Lo que sea con Wallapop, siempre es bien”.
En casa de David Bustamante, la Navidad se vive con intensidad. No escatima en decoración ni en ambiente. “Tengo tres o cuatro árboles, todo lleno de luces.
El calor de la chimenea, una guitarra, un buen vino…”, describe, dibujando una estampa clásica y acogedora. Este año, además, han incorporado una tradición nueva y muy acorde a los tiempos: un amigo invisible muy particular.
“Será versión Wallapop: regalar lo que no queremos, aunque no tenga nada que ver con la persona”. Generoso por naturaleza, confiesa que disfruta mucho más dando que recibiendo. “Cualquier detalle hecho con cariño me encanta”.

La casa se llena de vida con la llegada de toda la familia. “Vienen mis tíos, mis primos, mi hija, mi pareja, mis hermanos, mis sobrinos…”. También se suman los suegros, que se desplazan desde Valencia. “Se vienen a casa y lo pasamos muy bien”.
La música, cómo no, es parte esencial de esas reuniones. Bustamante recuerda que todo empezó ahí, en el entorno familiar. “Siempre escuché a mis padres y a mis tíos cantar villancicos y canciones marineras… supongo que ahí nació todo”.
En la cocina, el mando lo lleva junto a su hermano. “Tenemos un plato estrella: las carrilleras. Nos salen espectaculares… y somos muy queseros”. Su madre, en cambio, tiene un papel más relajado.
“A mi madre le ponemos el vino para que nos mire… porque si no, le ponemos el delantal”, bromea, dejando ver la complicidad y el humor que reinan en casa.
Este momento dulce también se refleja en su relación con la salud. Bustamante ha decidido cuidarse más y adelantar los buenos propósitos. Ha dejado de fumar, va al gimnasio y escucha a su cuerpo.
De cara al futuro, lo tiene claro. “Seguir como estoy, que no es fácil… trabajar, tener salud, disfrutar de mi abuelo, que tiene 93 años, y conservar a mis buenos amigos. Eso es el mayor tesoro”.
En el plano sentimental, su relación con Yana marca un antes y un después. Juntos desde hace casi ocho años, definen su vínculo desde la madurez y el respeto.
“Poner al otro primero, no ser egoístas… y no tirar la toalla”, resume. Y cuando habla de felicidad, no duda. “Es tener paz, estar en calma. No necesito nada más. Y eso lo tengo con ella”. Una declaración sencilla, pero contundente, que refleja estabilidad y amor sereno.

Su hija está a punto de cumplir 18 años, una etapa que vive con orgullo y cierta preocupación por el mundo digital. “Mi hija está muy bien educada y sabe que hay mucha envidia… no toda la gente es buena”.
Bustamante se muestra crítico con el anonimato en redes sociales. “Las redes deberían ser con DNI, para que hubiera consecuencias. Hay personas que arrastran ese daño toda la vida”.
Firme, añade: “Invito a quienes dicen cosas en redes a que me lo digan en persona… a ver si son tan valientes”. A pesar de todo, mantiene los pies en la tierra. “Tengo la casa que quiero, me doy una ducha caliente cuando quiero, tengo la nevera llena y trabajo en lo que me gusta”.
Tras pasar por casi todos los formatos de talent show, reconoce que necesita un respiro de la competición. “Me gané dejar de ser concursante una temporada… quema mucho”. Pero eso no significa frenar. Al contrario. Su agenda sigue cargada de planes.
“Estoy centrado en mi música, acabo de terminar mi gira. El año que viene tengo muchos proyectos, algunos que aún no puedo contar. Habrá sorpresas: televisión, teatro… muchas cositas”.
La música, por supuesto, sigue siendo el eje. “Tengo un año increíble. Habrá gira otra vez, que es lo que más me apasiona”. Con 25 años de carrera a sus espaldas, Bustamante siente que ha llegado a una etapa de elección consciente.
“Ahora quiero hacer las cosas por las que me gustaría ser recordado”. Y lo dice con la tranquilidad de quien, por fin, siente que lo tiene todo.
