En las calles de Puebla, un camión cisterna rojo y blanco se convirtió en un arma poco probable contra el narcomenudeo.
Miguel Ángel Torres, un repartidor de gas de 38 años, transformó su vehículo de trabajo en un instrumento de venganza tras el trágico asesinato de su hermano menor.
Con el peso de su camión, aplastó a más de 11 sicarios, dejando un cilindro azul como su escalofriante firma.
Pero esta historia no comenzó con rabia; comenzó con una promesa rota por un sistema corrupto y un comandante que vendió la justicia por 50,000 pesos al mes.
Cada mañana a las 5 a.m., Miguel se despertaba listo para enfrentar el día.
Vivir en Puebla durante 38 años lo había endurecido y dejado marcas permanentes bajo sus ojos.
Su rutina siempre era la misma: café negro instantáneo y un uniforme azul desgastado con el logo de “El Cilindro Azul.”
Después de 12 años subiendo escaleras y haciendo entregas, era una figura bien conocida en los barrios de Puebla.
En La Margarita, doña Lupita siempre le guardaba tacos, mientras que en El Carmen, don Ernesto, un expolicía jubilado, platicaba sobre fútbol mientras Miguel descargaba cilindros.
Conocía a cada cliente por su nombre, sus preferencias y hasta sus métodos de pago.
Con 40 a 60 entregas diarias, Miguel siempre era puntual, nunca se quejaba.
Era una parte invisible del paisaje urbano, navegando por las peligrosas calles con facilidad.
En el taller mecánico Refacciones Morales del Boulevard Norte, su hermano menor, Javier, trabajaba arduamente, diagnosticando motores con un talento natural.
Pasaban tiempo juntos después de que Miguel terminaba sus rutas, soñando con el día en que pudiera comprar su propio camión.
Su madre, Ofelia Torres, una viuda de 64 años, vivía en una pequeña casa en San Martín Texmelucan, cocinando mole para sus hijos cada domingo.
Pero todo cambió el 23 de marzo de 2024, cuando Javier fue asesinado brutalmente por miembros del cártel.
Miguel recibió la noticia mientras trabajaba, y su mundo se desmoronó.
La investigación policial fue lenta e ineficaz, con el comandante archivando el caso en 15 días debido a la corrupción.
Miguel sintió un vacío helado en su estómago al darse cuenta de que la muerte de su hermano era solo otra estadística en una ciudad plagada de violencia.
Visitó el cementerio para el funeral de Javier, donde la realidad de su pérdida lo golpeó con fuerza.
En ese momento, hizo una promesa de buscar justicia para su hermano, sin importar el costo.
Miguel comenzó a transformar su camión de reparto de gas en una herramienta de venganza.
Planeó meticulosamente cada movimiento, estudiando los patrones de los miembros del cártel que habían tomado la vida de su hermano.
Con una combinación de ira y determinación, comenzó a eliminar a los criminales, usando su camión para aplastarlos bajo su peso.
Cada escena del crimen estaba marcada por un cilindro de gas azul, una firma que dejaba a las autoridades desconcertadas.
A medida que los rumores sobre el “Vengador del Gas” se propagaban, la policía luchaba por conectar los puntos.
Miguel se convirtió en un fantasma en la noche, un hombre en una misión para vengar a su hermano mientras mantenía su fachada como un humilde repartidor de gas.
La ciudad zumbaba con especulaciones, y Miguel sentía un retorcido alivio con cada acto de retribución exitoso.
Se había convertido en un vigilante, pero también estaba atormentado por las consecuencias de sus acciones.
A pesar de la violencia a su alrededor, Miguel encontraba consuelo en pequeños momentos, como compartir tacos con su madre o recordar a su hermano.
Pero el peso de sus decisiones comenzó a afectar su salud mental.
Luchaba con insomnio, a menudo despertando en sudor frío, atormentado por los rostros de aquellos que había matado.
Sin embargo, continuaba entregando gas, fusionándose en el tejido de Puebla mientras ejecutaba su plan en secreto.
A medida que la policía lanzaba investigaciones sobre las misteriosas muertes, Miguel permanecía vigilante, sabiendo que sus acciones eventualmente lo alcanzarían.
Sin embargo, creía que estaba haciendo lo que debía en una ciudad donde el sistema lo había fallado.
En la noche del 11 de abril de 2024, Miguel se preparó para otra operación, sabiendo que estaba en tiempo prestado.
Estacionó su camión estratégicamente, listo para confrontar su próximo objetivo, un notorio sicario que había escapado a la justicia durante demasiado tiempo.
En un escalofriante enfrentamiento, ejecutó su plan con precisión, dejando otro cilindro azul como un sombrío recordatorio de su venganza.
El ciclo de violencia continuó, y Miguel se encontró atrapado en un mundo de sombras y sangre.
A medida que los medios comenzaban a cubrir la serie de muertes misteriosas, las acciones de Miguel despertaron tanto admiración como condena pública.
La pregunta persistía: ¿era un héroe o un villano?
Miguel sabía que la respuesta residía en su interior, mientras luchaba con las implicaciones morales de sus decisiones.
En última instancia, era un hombre impulsado por el amor y la pérdida, buscando justicia en un mundo donde parecía inalcanzable.
Si esta cautivadora historia te ha dejado con ganas de más, suscríbete y activa las notificaciones para el próximo capítulo de esta oscura saga.
Déjanos saber en los comentarios desde dónde nos estás viendo; ¡tus pensamientos siempre son bienvenidos!