TORTILLERA JUSTICIERA

En junio de 2019, Ecatepec fue testigo de un suceso que cambiaría la vida de muchos.

 

 

Guadalupe Morales, una abuela de 68 años, fue detenida frente a su puesto de tortillas tras envenenar a 13 sicarios del cártel Jalisco Nueva Generación.

Lo que parecía ser una simple historia de venganza se transformó en un drama conmovedor y desgarrador.

La vida de Lupita no siempre estuvo marcada por la violencia.

Llevaba 42 años amasando tortillas en el mismo puesto, donde alimentaba a generaciones de trabajadores y familias humildes.

Sin embargo, su vida dio un giro trágico cuando una bala perdida le arrebató a su nieta Dulce María, de solo 12 años.

La fiscalía archivó el caso sin detenidos, dejando a Lupita con un profundo sentido de injusticia.

Decidida a tomar el control de su destino, Lupita decidió actuar.

Conocía los secretos de la herbolaria tradicional que su abuela curandera le había enseñado.

Entre esos secretos, había recetas para envenenar, algo que nunca pensó que usaría.

La historia de Guadalupe Morales se convierte en un relato de venganza y justicia, donde las tortillas se convierten en su arma.

El 12 de marzo de 2019, Dulce fue asesinada en medio de un tiroteo entre criminales.

Lupita, devastada, decidió que si el Estado no haría justicia, ella lo haría.

Con determinación, comenzó a preparar tortillas envenenadas.

La primera víctima fue el Greñas, un sicario conocido en la zona.

Lupita le vendió tortillas envenenadas, y el resultado fue fatal.

Así, comenzó una serie de muertes que dejaron a la comunidad en shock.

Durante semanas, Lupita continuó con su plan, envenenando a varios sicarios sin que nadie sospechara.

Su habilidad para hacer tortillas se convirtió en su venganza, y cada muerte parecía un acto de justicia para la memoria de su nieta.

Pero la historia no terminó ahí.

Las autoridades comenzaron a investigar las muertes y pronto se dieron cuenta de un patrón.

Las víctimas habían comprado tortillas en el puesto de Lupita, lo que llevó a la policía a su puerta.

El 15 de junio de 2019, Lupita fue detenida.

En su juicio, la fiscalía la acusó de 13 homicidios calificados, y la historia se convirtió en un debate nacional sobre justicia y venganza.

“Si el Estado falla, los ciudadanos toman medidas desesperadas”, se convirtió en un lema que resonó en la comunidad.

Lupita fue condenada a 55 años de prisión, pero su historia dejó una huella profunda en Ecatepec.

La tortillera justiciera se convirtió en un símbolo de resistencia y lucha contra la impunidad.

Su vida y acciones plantearon preguntas difíciles sobre la justicia en un país donde la violencia y el crimen organizado son parte de la vida cotidiana.

Hoy, el legado de Guadalupe Morales sigue vivo en la memoria de aquellos que conocieron su historia.

El puesto de tortillas permanece cerrado, pero el mural de su nieta Dulce María, con alas, sigue siendo un recordatorio de la inocencia perdida.

La historia de Lupita es un recordatorio de que, a veces, el dolor puede llevar a las personas a tomar decisiones extremas.

“Si Dios me juzga, que me juzgue”, dijo Lupita en su defensa, mientras luchaba por la justicia que nunca llegó.

Su historia continúa siendo un tema de conversación, un símbolo de la lucha por la verdad en un mundo donde la justicia a menudo se siente inalcanzable.

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