El nombre de Daneidy Barrera Rojas, más conocida como Epa Colombia, vuelve a estar en el centro del debate público tras la reciente decisión judicial que la condena a cinco años y tres meses de prisión.
La influencer y empresaria colombiana, quien en el pasado protagonizó una de las controversias más sonadas por sus actos de vandalismo durante las protestas de 2019, ahora enfrenta un futuro incierto que la alejará de su hija y de los sueños que había construido con esfuerzo.
El caso de Epa Colombia ha sido ampliamente discutido en redes sociales y en la opinión pública, con posturas encontradas entre quienes creen que su condena es justa y quienes consideran que es una medida desproporcionada en un país donde, según muchos, los verdaderos delincuentes gozan de impunidad.
Daneidy Barrera Rojas saltó a la fama en 2016 durante el Mundial de Fútbol gracias a su carismática y peculiar manera de apoyar a la selección colombiana.
Desde entonces, construyó una carrera en redes sociales basada en su personalidad extrovertida, contenido humorístico y algunas polémicas.
Sin embargo, en 2019, su vida dio un giro inesperado cuando fue grabada destruyendo una estación del sistema de transporte público TransMilenio en medio de una jornada de protestas.
Las imágenes de Epa Colombia con un martillo en mano golpeando los vidrios de la estación recorrieron el país, generando indignación y un debate sobre los límites de la protesta social.
La justicia la condenó a tres años y medio de prisión, pero logró evitar la cárcel al obtener libertad condicional con la condición de cumplir estrictas reglas, entre ellas no monetizar sus redes sociales y pagar una millonaria multa por los daños causados.
Desde su condena inicial, Epa Colombia aseguró haber cambiado.
Convirtió su popularidad en un emprendimiento exitoso de productos capilares, generando empleo para madres cabeza de hogar y personas en situación vulnerable.
Sus negocios prosperaron y, en repetidas ocasiones, compartió en redes sociales su deseo de reinvindicarse, asegurando que su pasado quedaba atrás.
Sin embargo, la justicia colombiana no olvidó el episodio de 2019.
A pesar de haber cumplido con los requisitos impuestos, en enero de 2025 las autoridades llegaron a su local con una orden de captura, informándole que debería cumplir la condena completa en prisión.
La noticia fue devastadora para ella y sus seguidores, especialmente porque implica separarse de su hija, Damne Samara, quien en abril cumplirá un año de edad.
El caso de Epa Colombia ha desatado indignación en muchos sectores, pues mientras ella enfrenta una dura pena, otros personajes con delitos graves han recibido condenas más benévolas.
Críticos de la decisión judicial argumentan que en Colombia hay políticos y empresarios que han cometido actos de corrupción o han estado involucrados en crímenes más serios y han recibido penas menores o incluso prisión domiciliaria.
Muchos de sus seguidores y amigos han manifestado su apoyo en redes sociales, argumentando que se trata de un caso de doble moral en el sistema judicial.
“Tantos criminales sueltos y ella pagando una condena desproporcionada”, comentan algunos usuarios.
“Genera empleo, ha cambiado su vida, ¿qué más quieren que haga?”, dicen otros.
Con la sentencia firme y sin posibilidad de apelación, Epa Colombia se enfrenta a una de las pruebas más difíciles de su vida.
Su sueño de casarse con su pareja Carol Samanta y de tener otro hijo deberá ser postergado.
Además, su empresa, que ha sido su motor de cambio, podría verse afectada por su ausencia.
La historia de Epa Colombia es un reflejo de cómo las decisiones del pasado pueden marcar el futuro de una persona, pero también de cómo la justicia puede ser más dura con unos que con otros.
Mientras tanto, su caso seguirá siendo tema de discusión en la sociedad colombiana, dividiendo opiniones y dejando abierta la pregunta: ¿merecía una oportunidad o debía pagar su condena hasta el final?
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