Hijo del legendario actor Raúl de Anda, creció en una familia artística con cinco hermanos, todos dedicados al cine.
Desde muy pequeño, Rodolfo mostró su talento en la pantalla, debutando a los dos años de edad y consolidándose como una figura destacada del cine mexicano con casi 200 películas en su haber.
Entre sus primeras actuaciones, destacan cintas como Campeones sin corona y Ángeles de la rabal.
En 1960, logró su primer papel protagónico en El hijo del Charro Negro, un éxito que marcó el inicio de su ascenso meteórico en la industria.
Sin embargo, ese mismo año enfrentó una tragedia personal cuando su hermano, Agustín de Anda, fue asesinado por el padre de su novia, un episodio que dejó una profunda marca en la familia.
Rodolfo también tuvo una vida amorosa llena de altibajos.
En 1966 se casó con Patricia Conde, una de las actrices más hermosas de la época.
Juntos vivieron 14 años de matrimonio, pero las adicciones y las infidelidades de Rodolfo llevaron al fin de la relación.
A pesar de esta experiencia, el actor volvió a casarse en 1978 con Mariana Prat, con quien tuvo una hija.
Sin embargo, sus problemas con el alcohol y otras sustancias volvieron a causar estragos, y la relación terminó tras una década.
A lo largo de los años, Rodolfo luchó con sus demonios personales.
Aunque continuó participando en importantes producciones como El hijo de Pedro Navaja y Siete muertos para el tejano, su lucidez y energía se vieron mermadas con el tiempo.
En los años 90, entabló una relación con Claudia Elena, que se caracterizó por ser tormentosa.
Las recaídas en sus adicciones, los episodios de violencia y las infidelidades fueron una constante.
A pesar de todo, intentaron mantener la relación, pero en 2001 la situación se volvió insostenible.
La salud de Rodolfo comenzó a deteriorarse de forma alarmante debido a complicaciones derivadas de la diabetes y la hipertensión.
En ese mismo año, los médicos le recomendaron la amputación de una pierna para salvar su vida, pero él se negó rotundamente.
“Quiero irme completo”, declaró el actor, una decisión que agravó su condición.
Su sistema inmunológico se debilitó considerablemente, lo que dificultó la cicatrización de sus heridas y provocó serias infecciones.
Con el tiempo, su movilidad quedó severamente afectada y ya no pudo caminar.
El último proyecto profesional de Rodolfo de Anda fue en 2008, en la serie Pantera de Televisa, donde interpretó un papel junto al famoso luchador Santo.
Para entonces, su estado físico era delicado y necesitaba atención médica constante.
En 2009, comenzó a sufrir desmayos y mareos frecuentes, lo que lo obligaba a acudir regularmente a urgencias.
Finalmente, el 1 de febrero de 2010, Rodolfo de Anda falleció a los 66 años, víctima de insuficiencia renal, complicaciones de diabetes y un paro cardíaco provocado por una trombosis.
Su muerte dejó un profundo impacto en sus seres queridos y en la comunidad artística.
Andrés García, uno de sus grandes amigos, confesó haber llorado pocas veces en su vida, pero la pérdida de Rodolfo fue una de esas ocasiones.
En su memoria, García prometió cuidar de los hijos de su fallecido amigo.
A pesar de su trágico final, Rodolfo de Anda será recordado como una figura destacada de la Época de Oro del cine mexicano.
Su talento, carisma y legado artístico permanecen vivos en la memoria colectiva, aunque su historia también sirve como un recordatorio de los riesgos de los excesos y las decisiones personales.
Rodolfo dejó un gran vacío en el mundo del espectáculo, pero su contribución al cine mexicano sigue siendo imborrable.