😭🕯️ Las cámaras siguieron grabando mientras todo se quebraba: Ethel Pozo dice adiós entre lágrimas
El momento ocurrió en pleno programa de América Hoy.

La conducción avanzaba con aparente normalidad hasta que la voz de Ethel Pozo empezó a temblar.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y el ambiente cambió de inmediato.
Ya no era la presentadora firme y sonriente de cada mañana, sino una mujer visiblemente sobrepasada por la emoción, enfrentando un adiós que parecía costarle más de lo que cualquiera imaginaba.
Ethel intentó continuar, pero fue imposible.
Las palabras se le atoraron en la garganta y el llanto terminó por imponerse.
No fue un llanto contenido ni elegante; fue crudo, real, incómodo.
Ese tipo de emoción que la televisión rara vez logra capturar sin guion.
El set quedó suspendido en un silencio denso, mientras sus compañeros la miraban sin saber si intervenir o simplemente respetar el momento.

Durante más de ocho años, Ethel Pozo fue uno de los rostros centrales de América Hoy.
Vivió polémicas, cambios de formato, críticas feroces y también momentos de éxito que la consolidaron como figura matinal.
Su presencia se volvió habitual, casi parte de la rutina diaria del público.
Por eso, verla despedirse de esa manera, sin discursos largos ni frases ensayadas, resultó devastador para muchos televidentes.
En su mensaje, entre lágrimas, agradeció al equipo, a la producción y al público que la acompañó durante años.
Pero lo que más llamó la atención no fue lo que dijo, sino cómo lo dijo.
Cada palabra parecía salir con dificultad, cargada de cansancio emocional y nostalgia.
No hubo euforia por nuevos proyectos ni promesas de regreso triunfal.
Solo un cierre que sonó definitivo, al menos en lo emocional.
Las redes sociales reaccionaron en cuestión de minutos.
Clips del momento se viralizaron rápidamente, acompañados de mensajes de sorpresa, apoyo y también especulación.
Muchos se preguntaron si la salida fue voluntaria o forzada, si hubo conflictos internos o si simplemente llegó a un límite personal.
La falta de explicaciones detalladas no hizo más que alimentar las teorías.
Para algunos, el llanto de Ethel fue la prueba de que su relación con el programa iba más allá de un contrato.
América Hoy no era solo un trabajo, era un espacio donde creció, se equivocó, se expuso y fue juzgada constantemente.
Alejarse de ahí significaba dejar atrás una parte enorme de su identidad pública.
Y ese desprendimiento, frente a cámaras encendidas, fue lo que rompió su contención.
El impacto también se sintió dentro del propio programa.
América Hoy, acostumbrado al ruido, al debate y al espectáculo, quedó por unos segundos desnudo, sin ritmo ni libreto.
Esa pausa inesperada mostró la fragilidad detrás del formato, recordando que detrás de los personajes televisivos hay personas que cargan presiones invisibles.
Algunos compañeros intentaron abrazarla, otros bajaron la mirada.
La escena fue incómoda, pero precisamente por eso resultó tan poderosa.
No fue una despedida celebrada con aplausos ni música emotiva, sino un quiebre emocional transmitido en tiempo real.
Un momento que la audiencia no suele ver, pero que esta vez no pudo evitar presenciar.
Con el paso de las horas, la conversación se amplió.
¿Qué pasará ahora con el programa? ¿Quién ocupará su lugar? ¿Fue este adiós el resultado de una decisión personal o de tensiones acumuladas? América Hoy continuará, como siempre lo hace la televisión, pero el vacío que deja una figura tan constante no se llena de inmediato.
Para Ethel Pozo, este adiós marca algo más profundo que un simple cambio de pantalla.
Marca el cierre de una etapa donde estuvo expuesta diariamente, donde cada gesto era analizado y cada palabra amplificada.
Su llanto fue, para muchos, la evidencia de un desgaste emocional que venía gestándose desde hace tiempo.
No todos los finales llegan con música épica.
Algunos llegan con la voz rota, los ojos hinchados y un estudio en silencio.
Así fue la despedida de Ethel Pozo de América Hoy: incómoda, humana y dolorosamente real.
Mientras el público sigue debatiendo y esperando aclaraciones, una cosa es segura: ese momento ya quedó grabado en la memoria televisiva.
Porque cuando una conductora rompe en llanto en vivo y se despide tras más de ocho años, no se trata solo de televisión.
Se trata de una caída del telón emocional que nadie esperaba ver tan de cerca.