Explota la bomba: Angie Jibaja revela su verdad mientras la historia del supuesto romance con la pareja de su madre hunde a todos en un caos emocional
La vida de Angie Jibaja volvió a convertirse en una tormenta mediática después de que diversos medios chilenos aseguraran que la modelo estaría involucrada sentimentalmente con la pareja de su propia madre, Maggie Liza.

Lo que comenzó como un rumor malicioso se transformó en cuestión de horas en un escándalo internacional que incendió redes sociales, programas de espectáculos y portales de noticias, tanto en Perú como en Chile.
El impacto fue inmediato: cientos de comentarios, acusaciones cruzadas, indignación familiar y un silencio tenso que duró poco, porque Angie, cansada del señalamiento público, decidió finalmente estallar.
La periodista Cecilia Gutiérrez fue quien destapó la historia, asegurando que existían indicios de una relación entre la modelo y el novio de su madre.
La noticia cayó como una bomba, alimentada por la fama explosiva de Angie, una figura mediática que siempre ha estado rodeada por controversias, conflictos y episodios que la prensa ha aprovechado para convertir en espectáculo.

Esta vez, sin embargo, el golpe fue más personal que nunca, porque la acusación tocaba lo más sensible: su familia directa.
Los primeros minutos después de la difusión de la noticia estuvieron marcados por el desconcierto.
Muchos no sabían si creerlo, otros asumieron que era cierto por la historia mediática de Angie, y algunos intentaron defenderla antes de escuchar cualquier pronunciamiento.
Pero la ola de ataques se desató sin freno: insultos, burlas, cuestionamientos y juicios morales invadieron sus redes sociales.
La historia, además de polémica, tenía todos los ingredientes para generar morbo: un supuesto triángulo amoroso dentro de una misma familia, un pasado turbulento y una relación entre madre e hija constantemente expuesta ante el público.
Angie, observando cómo subía la marea de rumores, decidió romper su silencio.
Entró a sus redes sociales con un mensaje directo, emocional y cargado de indignación.
Pidió respeto, negó rotundamente cualquier vínculo sentimental con el novio de su madre y dejó claro que no había “robado” a nadie.
Su voz, firme pero herida, se convirtió rápidamente en el centro de la conversación.
Ella no habló desde la pose de figura pública, sino desde un lugar íntimo, cansado de ser blanco de escándalos que —según afirmó— muchas veces no tienen fundamento.

Sus seguidores más fieles la apoyaron, mientras sus detractores insistieron en cuestionarla.
En su pronunciamiento, la modelo aseguró que la historia había sido creada para dañarla y generar morbo, algo que —según sus palabras— ya no estaba dispuesta a tolerar.
Dejó entrever que la noticia no solo era falsa, sino cruel, porque afectaba directamente su relación con su madre, una relación ya marcada por momentos difíciles y muy expuesta.
Lo que más la afectó, según personas cercanas, fue que esta vez no se trataba de un rumor superficial, sino de algo que podía herir profundamente a su familia y generar un conflicto irreparable.
Maggie Liza, por su parte, mantuvo silencio absoluto durante las primeras horas del escándalo.
Ese silencio solo aumentó el caos mediático, pues muchos lo interpretaron como una confirmación implícita de los rumores.
Otros, en cambio, creyeron que se trataba de una estrategia para evitar que el conflicto escalara aún más.

Sin embargo, el silencio de la madre solo hizo que Angie cargara con el peso total de las acusaciones, enfrentándose sola a una narrativa que amenazaba con destruir su imagen y su estabilidad emocional.
Mientras tanto, la periodista Cecilia Gutiérrez defendió su información, afirmando que sus fuentes eran fiables y que la historia merecía ser investigada.
Sus declaraciones encendieron aún más la polémica, pues convertían la versión inicial en algo que podía tener más profundidad de la que Angie admitía.
Esa insistencia generó una ola de debates entre quienes creen fielmente en la ética periodística de Gutiérrez y quienes consideran que la prensa del espectáculo suele exagerar, distorsionar o incluso inventar historias para generar impacto mediático.
Lo que ocurrió después fue un desfile de reacciones de todo tipo.
Programas de televisión discutieron ampliamente el tema, analizando cada gesto, cada publicación y cada palabra de Angie como si se tratara de un juicio público.
Influencers, comentaristas y usuarios comunes se sumaron a la conversación, amplificando el eco del escándalo.
La narrativa se fue retorciendo con cada hora que pasaba, creando versiones alternas, teorías, especulaciones y suposiciones que complicaban aún más el panorama.
Algunas voces más empáticas recordaron que Angie viene atravesando momentos de vulnerabilidad emocional desde hace años.
Su historia personal está marcada por altibajos, tratamientos, conflictos familiares y episodios que la dejaron expuesta a críticas despiadadas.
Por eso, para muchos, esta nueva acusación podía tener efectos devastadores en su salud emocional.
Quienes la apoyan insistieron en que era irresponsable lanzar rumores sin considerar el daño potencial.
A medida que el escándalo avanzaba, Angie volvió a pronunciarse, esta vez con un tono más fuerte y decidido.
Llamó a la prensa a detener el hostigamiento, afirmó que su vida privada no debía convertirse en espectáculo y pidió que se deje de inventar historias que solo sirven para alimentar el morbo.
La modelo también dejó claro que su relación con su madre es compleja, sí, pero no lo suficiente como para que alguien crea que podría involucrarse sentimentalmente con su pareja.
Ese límite, afirmó, jamás lo cruzaría.
El impacto emocional de la situación también se sintió en su entorno familiar.
Personas allegadas aseguraron que el ambiente en la familia se volvió tenso, delicado y lleno de confusiones.
A pesar del escándalo, Angie habría buscado comunicarse con su madre para aclarar la situación directamente y evitar que la distancia se convirtiera en una herida permanente.
No se sabe con exactitud si la conversación se dio, pero se presume que ambas están enfrentando un proceso de reconstrucción después del terremoto mediático.
El caso también abrió una discusión más amplia sobre la exposición de figuras públicas y cómo la prensa del espectáculo puede desbordar límites éticos.
Muchos se preguntaron si la vida de Angie es analizada con más severidad debido a su pasado, o si existe una tendencia a convertirla en un blanco fácil por su personalidad polémica y sus errores pasados.
Para algunos, esta situación es solo otro capítulo de una historia que se repite: se juzga más a quien ya ha sido juzgado antes.
Hoy, mientras el escándalo sigue generando ruido, Angie intenta recuperar su estabilidad emocional y defender su verdad.
Lo hace enfrentándose a un mar de opiniones dividido, donde algunos la ven como víctima y otros como protagonista de un drama que ella misma habría provocado.
Lo cierto es que esta polémica ha expuesto nuevamente la fragilidad de su vida pública y el enorme impacto que un rumor puede tener cuando se mezcla con heridas familiares.
Lo que queda por delante para Angie Jibaja es un camino complicado: limpiar su imagen, recomponer su relación con su madre y demostrar que, en medio de tantas versiones, ella merece ser escuchada.
El tiempo dirá si este escándalo se disipa como otros tantos que ha enfrentado o si dejará una marca más profunda en su historia personal.
Por ahora, la modelo sigue firme, aunque con el corazón exhausto, intentando sostenerse en medio del huracán.