“La Luz Que Se Apagó: La Trágica Muerte de Raquel Escalante, a los 28 Años”
La noticia estremeció al mundo del espectáculo: Raquel Escalante, joven estrella de televisión, ex reina de belleza y modelo querida por muchos, falleció el 28 de noviembre de 2025, con tan solo 28 años.
Lo que comenzó como un sueño de éxito, fama y aplausos, se convirtió en una dolorosa batalla contra una cruel enfermedad que terminó apagando una vida llena de talento y esperanzas.
Escalante había sido diagnosticada en febrero de 2024 con un agresivo cáncer de cérvix, una enfermedad que, pese a los tratamientos y a la esperanza que ella misma compartió públicamente, avanzó con firmeza.
Aquella guerrera de sonrisa luminosa —ex-Miss Guatemala Intercontinental 2021— vio cómo su vida, sus proyectos y sus sueños se vieron envueltos en un drama que poco a poco se tornó irreversible.
Durante meses, compartió con su público la lucha: tratamientos, recaídas, esperanza, recaídas nuevamente.
En abril de 2024 publicó en redes sociales una frase que conmovió: “No soy una modelo en una foto.
Soy una mujer que ha vivido dolor, que ha enfrentado miedo y que aún así, elige seguir brillando.
” Esas palabras recogen el testimonio de alguien que decidió mostrar su vulnerabilidad en público y enfrentar la adversidad con valentía.
Pero el cáncer de cérvix no fue lo único.
Según la información compartida por su cadena televisiva, TV Azteca Guate, su salud se complicó con una insuficiencia renal, lo que agravó la situación médica y aceleró el desenlace fatal.
A pesar de lo duro del golpe, su pasión por comunicar seguía intacta; su voz, su presencia frente a cámaras, seguían siendo un faro de esperanza y entrega para muchos.
Pero el cuerpo, frágil ante tanto sufrimiento, ya no resistió.
El comunicado de la televisora rompió el silencio: “Hoy despedimos a una compañera, amiga y un ser extraordinario que dejó huella en cada uno de nosotros.
Su sonrisa, su energía y su pasión por comunicar permanecerán para siempre en nuestra memoria.
” Con esa despedida, la industria, sus seguidores y amigos se unieron en llanto, recordando no solo a una conductora, sino a una mujer joven soñadora, llena de luz, con una carrera que apenas comenzaba.
Al repasar su vida, resulta aún más trágico el contraste: de representar a Guatemala en certámenes de belleza internacionales, de brillar en pasarelas y portadas, de alcanzar fama y admiración… a luchar en silencio, con dolor, con miedo, con esperanza.
Su historia sirve como un recordatorio brutal de que la fama y la belleza no inmunizan ante la enfermedad.
En su última publicación pública dejó un mensaje cargado de honestidad y vulnerabilidad: reconoció su sufrimiento, sus miedos, su dolor.
Pero también su decisión de mantenerse de pie, de seguir luchando, de mantener viva la chispa de su sueño aunque el cuerpo cediera.
Ahora, su ausencia deja un vacío que muchos compañeros de trabajo, amigos, admiradores y tantos que la vieron crecer sienten como irremplazable.
Las pantallas, las alfombras de belleza, los certámenes, quedarán con su imagen —la de una joven que quiso volar alto, que disfrutó de la fama, del brillo, de los aplausos.
Pero también con su historia de lucha, de dolor, de valentía.
Raquel Escalante murió.
Pero su legado permanece: la valentía de hablar del dolor, la honestidad de mostrar su batalla, la esperanza de inspirar a otros a cuidar su salud, a valorar la vida, a nunca dar por sentado un abrazo, un sueño, un día más.
Y aunque su voz ya no resuene en los programas de televisión que la vieron crecer, su historia seguirá viva, como una advertencia, como un testimonio, como un recordatorio doloroso de que detrás del glamour muchas veces hay vidas rotas y batallas invisibles que merecen respeto, cariño y memoria.
