Entre cámaras, reproches y dolor: el velorio que reveló el lado más vulnerable de Maju Mantilla y desató la furia de Peluchín
La tarde comenzó con un ambiente solemne.
Familiares, amigos y figuras del espectáculo se reunieron para acompañar a Maju Mantilla en el último adiós a su madre, una mujer muy querida en Trujillo, recordada por su humildad y fortaleza.
Todo parecía transcurrir en calma, entre abrazos discretos y lágrimas silenciosas.
Pero bastaron unos minutos para que la serenidad se quebrara.
Según varios testigos, una persona cercana a la familia —cuyo nombre no ha sido revelado— irrumpió en el velorio con una actitud fuera de lugar.
Sus comentarios, cargados de reproches y viejas rencillas familiares, alteraron por completo el ambiente.
Maju, visiblemente afectada, intentó mantener la calma, pero el momento se volvió insostenible.
“No era el momento ni el lugar”, relató una asistente al servicio fúnebre.
“Maju trataba de mantener la compostura, pero se notaba que estaba a punto de romperse”.
En un instante, la tensión se apoderó del salón.
Los murmullos se multiplicaron, algunos invitados se levantaron de sus asientos, y la conductora, entre lágrimas, pidió respeto por la memoria de su madre.
“Este no es un lugar para peleas”, habría dicho con voz quebrada, mientras su entorno más cercano la rodeaba para calmarla.
Sin embargo, la escena ya había sido registrada por algunos asistentes y, minutos después, las imágenes comenzaron a circular en redes sociales.
Fue entonces cuando Peluchín, desde su programa en vivo, explotó.
El conductor, conocido por su lengua afilada, interrumpió el bloque de espectáculos para hablar del tema con un tono de indignación total.
“Lo que hicieron en ese velorio es inaceptable.
Hay límites, y lo que vivió Maju no lo merece nadie”, dijo con evidente enojo.
Pero no se quedó ahí.
“¿Hasta dónde llega la falta de empatía? Estamos hablando de una mujer que acaba de perder a su madre, y aun así hay quienes buscan protagonismo.
¡No hay respeto!”, gritó ante cámaras, golpeando la mesa con fuerza.
Su reacción se volvió viral en cuestión de minutos.
En Twitter, la frase “Peluchín tiene razón” se convirtió en tendencia.
Miles de usuarios respaldaron sus palabras, condenando la falta de respeto hacia Maju y exigiendo empatía hacia quien, en medio de su dolor, se vio expuesta públicamente.
Mientras tanto, la conductora se mantuvo en silencio.
No emitió comunicados ni publicaciones, limitándose a agradecer en privado las muestras de cariño.
Sin embargo, su entorno más cercano confirmó que el episodio la dejó emocionalmente devastada.
“Fue demasiado para ella”, confesó un amigo de la familia.
“Ya estaba frágil por la pérdida de su madre, y esa escena solo amplificó su dolor.
Lo último que quería era protagonismo o drama”.
Lo cierto es que el incidente dejó huellas profundas.
Algunos aseguran que el conflicto tuvo raíces familiares que se venían arrastrando desde hace años y que explotaron en el peor momento posible.
Otros, en cambio, afirman que la situación fue provocada por terceros que buscaban atención mediática.
Lo único claro es que, en medio del duelo, Maju Mantilla mostró una fortaleza que conmovió incluso a quienes no la conocían personalmente.
Días después, durante una breve aparición pública, Maju rompió el silencio.
Con voz pausada, pero firme, dijo: “Agradezco a todos por sus mensajes, pero les pido respeto.
Mi madre fue una mujer maravillosa, y su memoria merece paz”.
No mencionó a nadie por nombre, pero sus palabras fueron interpretadas como una respuesta directa a lo ocurrido.
La reacción del público fue inmediata.
Los mensajes de apoyo inundaron las redes.
“Maju, no estás sola”, “Tu madre estaría orgullosa de ti”, “Qué elegancia para responder ante tanto dolor”, escribían sus seguidores.
Al mismo tiempo, algunos medios fueron criticados por haber difundido imágenes del velorio, un acto que muchos consideraron invasivo y carente de ética.
Peluchín, por su parte, continuó refiriéndose al tema en los días siguientes, defendiendo a Maju con vehemencia.
“Yo la he criticado muchas veces por su trabajo, pero hoy hablo como persona.
Nadie merece pasar por eso.
Lo que se vivió fue cruel”, dijo en su programa, generando aún más empatía hacia la conductora.
Con el paso de los días, la situación comenzó a calmarse, pero las repercusiones siguen latentes.
En la memoria del público, aquella escena quedó grabada como una mezcla de dolor y dignidad, una muestra del lado más humano de una figura acostumbrada a la exposición mediática.
Y aunque el tiempo atenúe el escándalo, lo que ocurrió en aquel velorio marcó un punto de inflexión en la vida de Maju Mantilla.
No solo perdió a su madre: perdió también la ilusión de que la vida pública pueda coexistir en paz con el dolor privado.
Porque aquella noche, mientras intentaba despedirse de la mujer que le dio la vida, entendió que incluso en el silencio del duelo, hay quienes no saben callar.
