🔥 Revueltas, hambre y lágrimas: así terminó Epa Colombia SUPLICANDO por un plato de comida
Daneidy Barrera, conocida en redes como Epa Colombia, jamás imaginó que su paso por la cárcel se convertiría en una pesadilla digna de titulares.
Acostumbrada a lujos, seguidores fieles y una vida marcada por el escándalo y el show mediático, su ingreso a prisión parecía ser solo otro capítulo controversial de su historia.
Pero esta vez, el guion cambió drásticamente.
En cuestión de días, Epa pasó de la influencer que vendía keratinas millonarias a una reclusa desesperada por un poco de comida.
Todo comenzó cuando un grupo de internas decidió protestar por las condiciones inhumanas dentro del penal.
La comida escasa, el agua sucia y el hacinamiento fueron la chispa que encendió una revuelta que nadie pudo contener.
Las internas bloquearon pasillos, quemaron colchonetas y se negaron a recibir los racionamientos habituales hasta que se mejoraran sus condiciones.
Epa, que al principio se mantuvo al margen, no tardó en sentir las consecuencias del motín.
Sin acceso a alimentos, agua potable ni siquiera productos básicos de higiene, la desesperación fue creciendo.
Testigos aseguran que Epa Colombia, visiblemente afectada y llorando, se acercó a las autoridades penitenciarias y les rogó que le dieran comida.
“No me dejen morir de hambre”, habría dicho entre lágrimas.

Esta imagen, impensable para muchos que la conocen por su actitud desafiante, circuló de boca en boca dentro del penal y finalmente llegó a los medios.
Algunas internas incluso aprovecharon la situación para mofarse de ella.
“¿Dónde está tu keratina ahora?”, le gritaban mientras Epa trataba de mantener la compostura.
Pero no pudo.
Su cuerpo, desacostumbrado a la alimentación precaria y al trato frío de la prisión, empezó a mostrar signos de debilidad.
La protesta, lejos de ceder, se intensificó.
Las autoridades temían una escalada mayor si no se tomaban medidas rápidas.
Pero la comida seguía siendo racionada y controlada como forma de castigo colectivo.
Epa no fue la única afectada, claro está, pero fue sin duda la más notoria.
Su caída fue tan abrupta como visible.
De redes sociales pasó al silencio forzado de los muros penitenciarios, donde no hay filtros ni likes, solo realidad cruda.

La situación se volvió tan grave que, según fuentes internas, se llegó a evaluar su traslado a otra institución para evitar represalias en su contra o que su salud se deteriorara aún más.
La historia tomó otro giro cuando se filtraron audios en los que supuestamente Epa pedía ayuda a sus seguidores desde dentro.
No queda claro cómo logró grabarlos o hacerlos llegar fuera del penal, pero en ellos se le escucha diciendo que está “viviendo un infierno” y que no tiene fuerzas ni para levantarse.
Su familia, al enterarse de la situación, trató de intervenir por vías legales, pero el proceso no fue inmediato.
En paralelo, miles de seguidores en redes comenzaron a dividirse.
Algunos la defendían con fervor, diciendo que nadie merece pasar hambre, sin importar sus errores.
Otros, en cambio, afirmaban que esto era solo una pequeña muestra de lo que muchas otras mujeres viven día a día en prisión, sin que nadie se indigne.
“Ahora que le pasa a una famosa, todos se escandalizan”, se leía en múltiples comentarios.
La protesta dentro del penal duró varios días y dejó una secuela de caos, celadores heridos y muchas internas sancionadas.
Epa Colombia fue una de las más golpeadas emocionalmente por la experiencia.
A pesar de haber recuperado el acceso mínimo a la comida, el trauma quedó marcado.
Según fuentes cercanas, ha pedido ser aislada de las demás internas y recibe atención psicológica diaria.
Lo que parecía ser solo un escándalo más en la carrera mediática de Epa Colombia terminó convirtiéndose en una de las experiencias más humillantes de su vida.
Su caída no solo fue pública, sino dolorosamente real.
Y aunque muchos ya especulan que, al salir, usará esta experiencia como parte de su nuevo contenido, lo cierto es que dentro de esas paredes su fama no significó nada.
Solo era una más, con hambre, miedo y una súplica desesperada por algo tan básico como un plato de comida.