La Neurodivergencia de Fátima Bosch que Complicó su Camino a Miss Universo
Fátima Bosch, una de las participantes más destacadas en el certamen de Miss Universo, ha sido un ejemplo de perseverancia y determinación para muchos, pero su camino hacia el certamen de belleza más importante del mundo no fue nada fácil.
En una reciente entrevista, la modelo y activista reveló que su experiencia en el certamen estuvo marcada por un desafío personal que, aunque no visible para todos, tuvo un impacto profundo en su vida y en su preparación: su neurodivergencia.
La neurodivergencia, término que se refiere a la variabilidad natural del cerebro humano, abarca condiciones como el autismo, el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), la dislexia, entre otras.
Aunque muchas personas con neurodivergencia llevan vidas plenas y exitosas, la sociedad, y especialmente los entornos altamente competitivos, no siempre están preparados para comprender y apoyar estas diferencias.
Fátima, que siempre fue una defensora de la inclusión y la aceptación, ha decidido compartir su experiencia para dar visibilidad a quienes atraviesan situaciones similares y derribar los prejuicios que aún persisten.
A lo largo de su participación en Miss Universo, Fátima Bosch, originaria de México, luchó contra los retos que su neurodivergencia le presentó, algunos de los cuales no eran fácilmente visibles.
En la entrevista, Fátima explicó cómo su cerebro procesa el estrés, la presión y la constante interacción social de una manera diferente a la de otras personas, lo que complicó su experiencia en el certamen.
“Muchos no lo sabían, pero mi camino hacia Miss Universo no fue solo cuestión de trabajo físico, de preparación o de cumplir con los requisitos del certamen.
Hubo algo que nadie veía: mi neurodivergencia.
En los ensayos, las entrevistas, las interacciones constantes con otras personas, mi cerebro trabajaba a un ritmo diferente.
Para algunos eso puede ser ‘normal’, pero para mí, cada pequeño detalle y cada interacción social representaba un reto”, confesó Fátima, visiblemente emocionada.
Las competiciones de belleza a nivel mundial son conocidas por su intensidad y los altos estándares que los concursantes deben cumplir, no solo en cuanto a su apariencia, sino también en su capacidad para comunicarse, adaptarse rápidamente y mantenerse bajo presión.
Todo esto puede ser particularmente abrumador para una persona neurodivergente, que puede experimentar una sobrecarga sensorial, dificultad para procesar estímulos sociales o para mantenerse organizada en entornos muy exigentes.
“En muchos momentos, el ruido constante de las cámaras, los cambios de ambiente y la interacción con tantas personas me generaban un agotamiento profundo.
No era solo el cansancio físico.
Había veces que mi mente no podía procesar todo lo que estaba sucediendo, y eso me afectaba emocionalmente”, explicó Fátima, quien también reveló que pasaba por momentos de ansiedad e incomodidad durante las pruebas y entrevistas.
La presión para adaptarse a un mundo tan competitivo y visible afectaba su bienestar mental.
A pesar de estos desafíos, Fátima no se dejó vencer.
Con el apoyo de sus amigos cercanos, su familia y un equipo de profesionales, encontró maneras de sobrellevar la situación.
“Tuve que aprender a gestionar mis emociones y a reconocer mis límites.
Aunque mi camino fue más complicado que el de muchas de mis compañeras, también aprendí a reconocer lo que me hace diferente y a verlo como algo que me da fuerza”, compartió.
Uno de los mayores logros de Fátima durante su participación en Miss Universo fue no solo su desempeño en el certamen, sino también el hecho de que abrió un espacio de conversación sobre la neurodivergencia en un entorno donde las expectativas de los participantes suelen ser homogéneas y rígidas.
A lo largo de su experiencia, Fátima ha sido muy clara en cuanto a su propósito de visibilizar a las personas neurodivergentes, quienes a menudo se enfrentan a barreras invisibles en la sociedad.
“Mi objetivo siempre fue mostrar que las personas neurodivergentes también pueden alcanzar sus sueños.
No tenemos que ser iguales, ni ajustarnos a los estándares de los demás.
Lo importante es ser fieles a nosotros mismos y encontrar nuestra propia forma de brillar”, dijo con una sonrisa que reflejaba la seguridad en su mensaje.
Parte del apoyo que Fátima recibió provino de su entorno cercano.
Sus padres y amigos fueron fundamentales para ayudarla a navegar las dificultades que le presentaba el certamen.
“Ellos me ayudaron a encontrar el equilibrio entre mi salud mental y el desafío de estar en un escenario tan grande.
A veces no es fácil hablar de lo que pasa por tu mente, pero contar con personas que te entienden y te apoyan es esencial”, dijo la joven, destacando la importancia del soporte emocional.
Fátima también señaló la necesidad de más apoyos institucionales para personas neurodivergentes en espacios altamente exigentes como el modelaje y los certámenes de belleza.
“Todavía hay mucho por hacer en cuanto a la inclusión y comprensión de las neurodivergencias, especialmente en la industria del entretenimiento y la moda.
Necesitamos más apoyo, más empatía y menos juicios”, enfatizó.
El paso de Fátima Bosch por Miss Universo fue una prueba de su fortaleza, resiliencia y de su capacidad para transformar sus desafíos en herramientas de crecimiento.
Aunque no alcanzó el título de Miss Universo, Fátima considera su participación como un triunfo personal, que le permitió redefinir lo que significa ser una mujer exitosa en su propio término.
Para ella, el verdadero logro fue mostrar su autenticidad, y el haber sido una voz para aquellos que luchan contra los estigmas relacionados con la neurodivergencia.
Hoy, Fátima continúa siendo una defensora del bienestar mental y emocional, y trabaja incansablemente para promover la inclusión de personas neurodivergentes en todos los ámbitos de la vida.
A través de su historia, ha demostrado que la belleza y el éxito no deben definirse por los estándares tradicionales, sino por la capacidad de ser fiel a uno mismo.
