¡Greissy Ortega lo cuenta TODO! Aborto con Edwin, traición de Milena y boda secreta con Ítalo

Greissy Ortega siempre estuvo en el ojo del huracán.

Su salto a la fama no fue por una carrera artística sino por el escándalo que sacudió al mundo del espectáculo peruano y colombiano cuando se reveló que había tenido una relación con Edwin Sierra, pareja de su hermana, Milena Zárate.

La historia fue tan impactante que los medios no tardaron en convertirla en la protagonista de una saga familiar que parecía sacada de una novela.

Todo comenzó con el romance oculto entre Greissy y Edwin.

A espaldas de Milena, los encuentros secretos se multiplicaban, y lo que empezó como una atracción peligrosa terminó en un embarazo inesperado.

Sin embargo, el que pudo haber sido un punto de quiebre definitivo se volvió aún más doloroso: Greissy confesó años después que tuvo que abortar tras la presión y el caos mediático que envolvía su vida.

Las circunstancias eran insostenibles y el apoyo emocional era prácticamente inexistente.

La joven, entonces aún menor de edad, quedó atrapada entre la culpa, el miedo y la presión pública, mientras los medios la crucificaban sin tregua.

Pero el drama no terminó ahí.

Milena Zárate, devastada por la traición doble —de su pareja y de su hermana— reaccionó con furia y emprendió una batalla pública contra ambos.

Entrevistas, llantos en televisión, acusaciones cruzadas y una guerra mediática convirtieron a las tres figuras en un triángulo explosivo imposible de ignorar.

Lo que muchos no sabían en ese momento era que la historia tenía más capas ocultas, y que la infidelidad no fue exclusiva de un solo lado.

Con el paso del tiempo, se comenzaron a filtrar rumores de que Milena tampoco había sido del todo fiel a Edwin y que mantenía una vida paralela marcada por otras relaciones.

Aunque nunca se confirmó del todo, estas versiones dieron un nuevo giro a la narrativa y dividieron aún más la opinión pública.

¿Fue Greissy una víctima del abandono y manipulación o simplemente una joven que cayó en un juego peligroso de seducción y traición?

Mientras la polémica se mantenía viva en los medios, Greissy intentaba reconstruir su vida lejos de las cámaras.

Fue entonces cuando apareció Ítalo Villaseca en su camino.

Un hombre ajeno al escándalo farandulero, que poco a poco se convirtió en su refugio y con quien decidió empezar de nuevo.

Contra todo pronóstico y a pesar de las críticas constantes que seguía recibiendo, Greissy apostó por una vida nueva y selló su compromiso con una boda que sorprendió a todos.

El enlace no fue una celebración ostentosa, pero sí un acto simbólico de redención personal y de búsqueda de paz.

A pesar de haber encontrado cierta estabilidad con Ítalo, su pasado seguía persiguiéndola.

Las redes sociales y algunos programas de espectáculos no dejaron de recordarle su historial, convirtiéndola en blanco de ataques y burlas constantes.

Sin embargo, ella decidió tomar control de su narrativa y comenzó a aparecer en plataformas digitales contando su verdad sin filtros, enfrentando las críticas y mostrando una versión de sí misma que muchos no conocían: más madura, más fuerte y dispuesta a reivindicarse.

La historia de Greissy Ortega no es solo un cúmulo de escándalos.

Es también la historia de una mujer que cometió errores, sí, pero que fue juzgada con una severidad brutal mientras otros involucrados escapaban con menos condena social.

En una industria donde la doble moral y el sensacionalismo reinan, su caso sirve como un reflejo cruel de cómo la sociedad reacciona ante las mujeres que rompen el molde, especialmente cuando lo hacen desde el escándalo.

Hoy, Greissy sigue siendo un personaje polémico, pero también una voz que ha logrado reclamar su lugar desde el dolor y la vergüenza.

Aunque su camino ha estado lleno de piedras, ha demostrado una capacidad innegable de levantarse, amar de nuevo y tratar de construir una vida en la que su pasado no defina su futuro.

Su historia no ha terminado, pero lo que ha vivido ya es suficiente para llenar páginas de un drama que, más allá del morbo, nos obliga a mirar con más compasión a quienes viven sus tragedias bajo los reflectores.