“‘De los discursos al silencio’: la cruel burla de Phillip Butters que deja a Guillermo Bermejo en ridículo tras su condena” 🕯️
Apenas se confirmó la sentencia de 15 años contra Guillermo Bermejo, el polémico periodista Phillip Butters tomó el control del tema con la intensidad que lo caracteriza.
Frente a las cámaras, con su tono inconfundible y su mirada desafiante, abrió el programa con una frase que retumbó: “Bueno, parece que al fin alguien va a tener tiempo para pensar en sus discursos revolucionarios… desde la cárcel”.
Las redes explotaron al instante.
Miles de usuarios compartieron el clip, algunos riendo, otros indignados, pero nadie indiferente.
El conductor, fiel a su estilo, no se limitó a informar: convirtió la noticia en una especie de monólogo ácido.
“Quince años… ¡Quince! Ni con todas las arengas del Che Guevara va a lograr que se los rebajen”, soltó entre risas.
La frase desató carcajadas en el estudio, pero también abrió una tormenta de críticas.
Para Butters, el caso Bermejo era el ejemplo perfecto de cómo, según él, “la izquierda moralista termina devorada por sus propias mentiras”.
“Aquí no hay persecución —dijo, golpeando la mesa—, hay consecuencias.
Quien juega con fuego, termina quemado.
Y Bermejo jugó con dinamita ideológica durante años.
” Su análisis, mezcla de sátira y furia, pintó a Bermejo como un símbolo del fracaso moral de una generación política que prometía cambios pero terminó entre procesos judiciales.
“Ahora que tiene 15 años para pensar, ojalá que use el tiempo para escribir un libro”, ironizó.
“Podría titularlo: ‘Cómo pasé del Congreso al pabellón de los arrepentidos’”.
El público estalló en aplausos y risas, y las redes sociales comenzaron a replicar sus frases como si fueran titulares.
Pero detrás de la burla, el discurso de Butters también contenía una crítica feroz al sistema político.
“El Congreso está lleno de personajes que creen que la impunidad es un derecho —añadió—.
Bermejo no es el único.
Solo fue el primero en caer”.
Según el periodista, la condena era un mensaje directo para quienes, bajo el disfraz de ideología, habían jugado con la ley.
Sin embargo, sus palabras también despertaron rechazo.
Los defensores de Bermejo lo acusaron de “burlarse del sufrimiento humano” y de “utilizar la justicia como espectáculo”.
Algunos periodistas calificaron su tono como “inhumano y vengativo”, pero Butters no se inmutó.
Al día siguiente, respondió con más sarcasmo: “Yo no me burlo del dolor, me burlo del descaro.
Si un político dice que lucha por el pueblo y termina en prisión, el pueblo tiene derecho a reírse”.
La sentencia contra Guillermo Bermejo fue confirmada por el Poder Judicial tras un proceso largo y polémico.
Los jueces lo hallaron culpable de colaboración con remanentes terroristas, un tema sensible en un país que aún carga con las cicatrices de la violencia política.
Para muchos, el fallo marcó un precedente; para otros, fue una persecución disfrazada de justicia.
Pero, más allá del aspecto legal, el foco mediático se concentró en la figura de Butters, quien convirtió la noticia en una performance cargada de ironía.
En su programa, incluso recreó un supuesto diálogo imaginario: “—¿Qué tal, Bermejo? ¿Cómo está el pabellón? —Aquí todo bien, compañero, planeando la revolución desde la celda”.
El estudio estalló en risas, pero el comentario encendió aún más las redes.
Algunos lo calificaron de “humillación innecesaria”, mientras otros lo defendieron como “una forma de decir lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir”.
La periodista Milagros Leiva también reaccionó a la controversia, señalando que “Phillip representa la voz de una parte del país cansada de los discursos hipócritas”.
Y, aunque no coincidía con el tono burlón, reconoció que “el fondo del mensaje es innegable: la justicia llegó”.
En contraste, los seguidores de Bermejo llamaron a boicotear el programa de Butters, acusándolo de fomentar el odio.
Pero el rating habló por sí solo: la emisión fue una de las más vistas del año.
En medio del revuelo, el propio Butters cerró su programa con una frase que, sin duda, quedará grabada: “No es burla, es ironía poética.
El que sembró rabia, hoy cosecha barrotes.
Y eso, mis amigos, no lo inventé yo… lo dictó un juez”.
La historia, por supuesto, no termina ahí.
La defensa de Bermejo ya anunció que apelará la sentencia, y mientras el proceso sigue su curso, el país continúa dividido entre quienes ven justicia y quienes ven venganza.
Pero si hay algo que nadie puede negar, es que Phillip Butters logró, una vez más, lo que mejor sabe hacer: convertir la política en un espectáculo donde la verdad duele, pero el sarcasmo, a veces, duele más.
