“La profecía explosiva de Reinaldo: José Jerí no sobrevivirá en Palacio más que unos días”
La tensión política en Perú apenas había comenzado a escalar cuando José Jerí tomó juramento como nuevo presidente, tras la destitución de Dina Boluarte.
En ese contexto explosivo, Reinaldo Dos Santos no tardó en aparecer con una predicción que muchos tildaron de osada, incluso provocadora.
Durante una emisión del programa Ponte en la Cola, el vidente brasileño no se contuvo: dijo sin rodeos que su llegada al poder será efímera.
“Ese va durar días en el poder, no va durar nada”, afirmó con convicción.
Agregó que la presión social, política y mediática se lo llevará por delante: “La gente lo va a sacar.
Eso va a durar menos que un soplo y una canasta.
” Para él, la legitimidad de Jerí está ya en cuestión, y su mandato, según su visión, está condenado al fracaso.
El vidente también especuló que un reemplazo “más conciliador” aparecerá pronto, sugiriendo que la salida de Jerí podría acelerar reacomodos institucionales.
Incluso adelantó que la propia familia de Jerí podría presionarlo para abandonar el cargo.
Claro que las predicciones de Dos Santos siempre levantan controversia.
Algunos lo veneran como profeta, otros lo acusan de alimentarse del morbo y la especulación política.
Pero no hay duda de que su afirmación ha agregado un nuevo ingrediente a la crisis: ¿será escuchada como advertencia o descartada como espectáculo?
Las reacciones no se hicieron esperar.
Voces críticas y analistas políticos alertan sobre el peligro de mezclar profecías con procesos institucionales: la democracia requiere pruebas, denuncias, juicios, no visiones esotéricas.
Pero los seguidores del vidente tomaron sus palabras como oráculo incuestionable, mientras algunos opositores de Jerí las usan como bandera para cuestionar su estabilidad antes de tiempo.
Con Perú al borde del colapso institucional, Reinaldo Dos Santos lanzó su ultimátum: “No lo veo en el futuro… ¿qué ocho meses? Ese va durar días.
” Sea que sus predicciones se cumplan o se queden en humo, han logrado algo claro: intensificar la incertidumbre.
Y en un país donde el poder cambia de forma abrupta, lo que se está jugando no es solo una presidencia, sino la credibilidad misma del sistema político.
