“Un apellido manchado: el momento exacto en que desapareció tras el veredicto que lo destruyó 👀⚖️”
El pasado martes, la sala de delitos contra la administración pública dictó una sentencia contundente contra Jorge Cuba, exviceministro de Comunicaciones y padre del futbolista Rodrigo Cuba, por su implicación en uno de los casos de corrupción más emblemáticos del país: el escándalo de Odebrecht.

Apenas unos minutos después de que se leyera su condena, el hombre desapareció sin dejar rastro, encendiendo las alarmas de Migraciones y generando una tormenta mediática sin precedentes.
Según fuentes judiciales, Jorge Cuba recibió una sentencia efectiva de prisión que debía cumplirse de inmediato.
Sin embargo, para cuando la orden llegó al personal policial, él ya no se encontraba en su domicilio ni en ningún centro médico donde supuestamente se hallaba recuperándose.
Lo que ocurrió fue mucho más oscuro: cámaras de seguridad del aeropuerto Jorge Chávez registraron su salida con destino desconocido, usando documentación aparentemente legal, pero bajo circunstancias que ahora están siendo investigadas por la fiscalía.

La reacción fue tan inmediata como aterradora.
En redes sociales, la fuga del padre de Rodrigo Cuba se convirtió en tendencia nacional.
Las imágenes de su última aparición pública, saludando con una tranquilidad casi escalofriante, ahora se analizan como si fueran escenas de una película de suspenso.
Nadie podía entender cómo un hombre con una sentencia tan grave había logrado escabullirse del país sin ser interceptado.
¿Hubo complicidad? ¿Alguien lo ayudó desde adentro?
Lo que agrava aún más la situación es el silencio absoluto de Rodrigo Cuba.
El deportista, que normalmente es muy activo en redes y medios, no ha emitido ni una sola declaración al respecto.
Ese mutismo ha sido interpretado de múltiples maneras: desde una muestra de vergüenza y conmoción, hasta sospechas sobre si conocía o no los planes de su padre.
Los periodistas han intentado contactarlo sin éxito.
Sus allegados afirman que está “desbordado emocionalmente” y que “no desea hablar del tema por ahora”.
La historia da un giro aún más dramático cuando se revela que, días antes de la sentencia, Jorge Cuba habría vendido una propiedad en Miraflores y liquidado cuentas bancarias con sumas significativas.

¿Fue esta una estrategia premeditada para financiar su escape? La hipótesis cobra fuerza, sobre todo porque su paradero actual sigue siendo un misterio.
Algunos apuntan a países como Bolivia o Venezuela como posibles destinos, mientras que otros insisten en que estaría en Centroamérica bajo identidad falsa.
Lo que sorprende es cómo el caso pasó de una sentencia legal a un espectáculo de desaparición internacional.
Las autoridades han sido criticadas por la lentitud de respuesta, y la Interpol ya ha emitido una alerta roja, aunque muchos temen que el daño ya esté hecho.
En un país golpeado por constantes escándalos de corrupción, esta fuga se convierte en símbolo de una impunidad que sigue doliendo.
Y el apellido Cuba, que antes solo resonaba en los estadios, hoy retumba en los pasillos del poder, de los tribunales y de las familias que aún creen en la justicia.
En paralelo, los medios ya especulan con un posible efecto dominó.
¿Podría este escándalo arrastrar la carrera pública de Rodrigo Cuba? ¿Veremos más nombres saliendo a la luz en esta red de complicidades? Por ahora, lo único seguro es que la figura del exviceministro se ha desvanecido en el aire, como si nunca hubiera estado allí.
Pero su huida dejó un eco: el sonido hueco de una verdad que no se puede esconder para siempre.
La historia aún no termina.
De hecho, tal vez apenas empieza.