🕯️ El oscuro secreto de Valeria Márquez: le rezaba a la Santa Muerte y su espíritu AÚN HABLA desde el más allá
Valeria Márquez nunca fue una mujer común.

Desde muy joven, su fascinación por lo oculto la llevó a explorar senderos que muchos temen recorrer.
Mientras otros rezaban a santos tradicionales o acudían a misa los domingos, ella elegía veladoras negras, ofrendas cubiertas de sangre y altares dedicados a la Santa Muerte.
Para algunos, eso era simplemente una elección espiritual.
Para otros, un acto de provocación al mismísimo cielo.
Pero lo que nadie imaginó fue que esa devoción la perseguiría incluso después de la muerte.
Durante años, Valeria utilizó una habitación de su casa como salón de belleza, un lugar al que muchas mujeres acudían no solo para arreglarse, sino también para desahogar penas y contar secretos.

Pero con el tiempo, ese salón fue cambiando de ambiente.
Las paredes comenzaron a llenarse de imágenes oscuras, figuras esqueléticas, y símbolos que nadie se atrevía a preguntar.
“Es devota”, decían algunos.
“Está jugando con fuego”, murmuraban otros.
Lo cierto es que Valeria no ocultaba su fervor por la Santa Muerte.
Le prendía velas todos los días, le hablaba como si fuera una amiga, y le pedía favores con una fe que rozaba lo obsesivo.
Dicen que incluso realizaba rituales en la madrugada, y que en más de una ocasión, vecinos aseguraron escuchar cánticos extraños, tambores apagados y llantos que helaban la sangre.
Pero mientras vivía, nadie se atrevía a enfrentarla.
Su presencia imponía.
Su mirada, firme.
Y su voz, hipnotizante.
Pero todo cambió una noche.
Una muerte repentina – que hasta el día de hoy sigue rodeada de misterio – puso fin a su vida, pero no a su historia.
Fue encontrada sin signos evidentes de violencia, sin explicación médica clara.
Simplemente dejó de respirar en medio de uno de sus rituales.
La vela aún estaba encendida cuando su cuerpo fue hallado.
Y desde entonces, el verdadero terror comenzó.
El salón fue cerrado por un tiempo, pero cuando sus familiares decidieron reabrirlo para seguir con el negocio, los fenómenos comenzaron de inmediato.
Objetos que se caían solos.
Peines que aparecían en lugares imposibles.
Perfumes que se vaciaban sin que nadie los tocara.
Y lo más aterrador: voces.
Voces que llamaban por su nombre.
Voces que repetían frases que solo ella decía.
Una de ellas, reconocida por varios clientes, fue: “Aquí no entra quien no cree”.
Era una frase que Valeria solía decir en tono de broma… pero ahora suena como una advertencia.
Una joven estilista que intentó trabajar en el salón no duró más de dos días.
Asegura que algo le susurraba al oído mientras cortaba el cabello.
Otra clienta afirma que al mirarse en el espejo, por un instante, no vio su propio reflejo, sino el de una figura encapuchada.
“Era ella”, dijo entre lágrimas.
Desde entonces, nadie ha logrado permanecer más de unas horas dentro del lugar sin sentirse observado, presionado, o directamente aterrorizado.
Varios expertos en fenómenos paranormales han visitado el salón.
Algunos captaron sonidos inexplicables, otros aseguran haber sentido presencias heladas en plena tarde.
Un médium, entrevistado por una televisora local, fue más allá: “Valeria no se fue.
Ella hizo un pacto.
Y cuando haces pactos de ese tipo, no te vas sin dejar una parte de ti atrapada en este mundo”.
La familia, dividida entre el miedo y la vergüenza, ha intentado limpiar espiritualmente el lugar en múltiples ocasiones.
Llevaron a sacerdotes, santeros y chamanes.
Pero todos coinciden en lo mismo: lo que está ahí, no quiere irse.
Y mientras tanto, el vecindario vive con miedo.
Nadie quiere pasar frente al salón al anochecer.
Los niños cruzan la calle cuando caminan cerca.
Y hay quienes aseguran que, en las madrugadas más silenciosas, se oye claramente el sonido de una secadora de pelo.
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cuando todo está apagado.
Valeria Márquez dejó este mundo, pero parece que su conexión con la Santa Muerte fue tan profunda, tan intensa, que la sigue atando al plano terrenal.
Su historia ya no es solo una anécdota de barrio.
Es una advertencia viva de lo que puede pasar cuando se cruzan ciertas líneas sin entender el precio que conllevan.
Porque en este caso, el precio no fue solo su vida.
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sino su alma.