😢 Tragedia familiar: La desgarradora despedida de los abuelitos de Valeria Márquez rompe corazones

💔 “No pudimos soportarlo…”: Los abuelitos de Valeria Márquez se desploman tras perder a su nieta favorita

 

El ambiente era frío, no por el clima, sino por la tristeza que se respiraba en cada rincón.

En medio del silencio absoluto, sólo se escuchaban los sollozos ahogados de los asistentes, pero había dos figuras que destacaban por encima de todos: los abuelitos de Valeria Márquez.

Sentados juntos, tomados de la mano, con la mirada perdida y los ojos inflamados de tanto llorar, parecían haber perdido no solo a su nieta, sino una parte de su propia alma.

Valeria era la luz de sus vidas.

Desde que era niña, fue la consentida, la que les llenaba los días con risas, abrazos, cartas hechas a mano y llamadas llenas de ternura.

Cada Navidad, cada cumpleaños, cada domingo en familia tenía su presencia como eje central.

Los vecinos lo sabían, la familia lo repetía: “Valeria era el corazón de esos dos viejitos”.

Al abuelo de Valeria Márquez al principio le ocultaron cómo murió su nieta:  pide justicia

Y el corazón, simplemente, se les apagó cuando ella se fue.

Según relatos de familiares cercanos, los abuelos de Valeria colapsaron emocionalmente al recibir la noticia.

Él, un hombre fuerte que toda la vida había trabajado como herrero, rompió en llanto como un niño.

Ella, siempre dulce y serena, cayó de rodillas en cuanto escuchó las palabras fatales.

“¡No, no, no mi niña, no mi niña!”, gritaba mientras se aferraba a una fotografía que tenía en la repisa.

Desde ese instante, no volvieron a ser los mismos.

El día del velorio fue, para muchos, una escena imposible de borrar.

Abuelo de Valeria Márquez: "Solo me dijeron que fue un accidente"

Los abuelitos llegaron tomados del brazo, pero con pasos tan lentos que parecía que el mundo se les había vuelto cuesta arriba.

En cuanto vieron el ataúd, el abuelo soltó un grito ahogado y se cubrió el rostro con las manos, como si quisiera desaparecer.

La abuela, en cambio, se acercó temblando, le colocó una carta escrita a mano sobre el pecho y susurró algo que solo Valeria escuchó: “Te vas, pero yo me muero contigo”.

Lo más impactante fue que, durante toda la ceremonia, ninguno de los dos quiso sentarse.

Permanecieron de pie, como si rendirse a la silla fuera aceptar que Valeria ya no volvería.

Varios asistentes intentaron calmarlos, ofrecerles agua, convencerlos de descansar, pero ellos solo repetían una frase que dejó a todos con lágrimas en los ojos: “No podemos descansar si ella ya no está”.

Abuelo de Valeria Márquez pide justicia por el feminicidio de su nieta-  Grupo Milenio

El funeral terminó, pero el duelo apenas comenzaba.

Días después, los vecinos informaron que los abuelitos dejaron de salir de casa.

Las cortinas cerradas, las luces apagadas, y un silencio sepulcral reemplazaron lo que antes era un hogar lleno de vida.

Se supo que el abuelo empezó a escribir en un cuaderno los recuerdos con Valeria, intentando mantenerla viva a través de las palabras.

La abuela, por su parte, hablaba con su retrato cada mañana, contándole las mismas historias de siempre, fingiendo que aún podía escucharla reír.

Los médicos que los atendieron confesaron que ambos entraron en un estado depresivo grave.

“Están vivos, pero sus corazones ya no responden igual”, dijo uno de los especialistas.

A pesar de los intentos de los hijos y nietos por animarlos, nada parecía hacer efecto.

Para ellos, el mundo perdió su color, su música, su razón de ser.

Abuelo de Valeria Márquez pide justicia por el feminicidio de su nietaGrupo  Milenio

La historia de los abuelitos de Valeria Márquez se volvió viral cuando un familiar compartió una foto tomada durante el funeral: los dos abrazados frente al ataúd, ella con la cabeza en su hombro, él con los ojos cerrados como si rezara por un milagro imposible.

Miles de personas reaccionaron en redes sociales, conmovidos hasta las lágrimas, compartiendo mensajes de apoyo y reflexionando sobre la fuerza del amor intergeneracional.

Pero el verdadero mensaje detrás de esta dolorosa historia no es solo el sufrimiento, sino la profundidad del vínculo entre abuelos y nietos, muchas veces subestimado.

Valeria fue más que una nieta.

Fue el motor, la esperanza y la alegría de dos almas que ahora vagan en la tristeza, esperando quizá que el tiempo o el destino los vuelva a reunir con su adorada niña.

Hoy, los abuelitos de Valeria sobreviven día a día con un único consuelo: los recuerdos.

Esas memorias que no pueden morir, aunque su cuerpo envejezca, aunque las lágrimas sigan cayendo.

Porque cuando el amor es tan grande, ni la muerte puede borrarlo del todo.

Y en cada rincón de su hogar, aún resuena el eco de una voz joven que les decía: “Los amo, abuelitos… para siempre”.

 

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