El exministro, imputado en el Caso Koldo, acusa a la dirección de Ferraz de convertirlo en el “chivo expiatorio” de la corrupción socialista.

El terremoto político dentro del PSOE ha alcanzado una nueva magnitud. José Luis Ábalos, exministro de Fomento y una de las figuras más influyentes del primer Gobierno de Pedro Sánchez, ha decidido romper definitivamente con Ferraz.
Su mensaje no ha podido ser más claro ni más desafiante: exige que el Partido Socialista publique, sin excepciones, todos sus pagos, gastos y movimientos económicos entre 2017 y 2025.
Un reto que apunta directamente al corazón financiero del partido y que deja al descubierto una guerra interna que ya nadie puede disimular.
La explosión ha llegado tras la publicación de una información que, según Ábalos, pretende convertirle en el “chivo expiatorio” del Caso Koldo.
El Español adelantó que en la sede socialista dan por hecho que el exministro utilizó la estructura del partido para blanquear dinero, aunque curiosamente —y de forma que muchos interpretan como sospechosa— Ferraz ha descartado querellarse contra él.
Esa contradicción ha encendido todas las alarmas y ha provocado la furiosa respuesta del antiguo número tres del PSOE.
“Si de verdad creen eso, que lo demuestren. Que publiquen las cuentas y que todo el mundo vea en qué se ha gastado el dinero del partido”, escribió Ábalos en su cuenta de X, dejando claro que ya no piensa callar.
El tono de su mensaje no deja espacio a la ambigüedad.
“Así saldremos todos y todas de dudas”, añadió con evidente ironía, apuntando directamente a la dirección de Sánchez, que según él ha intentado aislar el escándalo y culpar únicamente a dos personas: él y su antiguo asesor, Koldo García.
Pero Ábalos, curtido en décadas de política y fiel al estilo combativo que siempre le caracterizó, ha contraatacado con un movimiento inesperado: no solo ha negado cualquier irregularidad, sino que ha anunciado que se personará como acusación particular en la causa judicial.
El exministro sostiene que existen filtraciones e injerencias procedentes del propio partido con el objetivo de condicionar su defensa y proteger a la cúpula.
En su denuncia, apunta directamente a Leire Díez, figura cercana al entorno de Ferraz, a quien acusa de obstrucción a la Justicia y de haber intentado manipular las diligencias para evitar que el caso salpique a Pedro Sánchez.
“Esto no va de Koldo ni de Ábalos; va de quién está detrás de las decisiones que nos han traído hasta aquí”, habría comentado a su entorno más próximo.
El PSOE, mientras tanto, intenta contener el daño. En los pasillos de Ferraz cunde la preocupación ante un escenario que se complica por momentos.
La posibilidad de que Ábalos revele información interna sobre la financiación del partido o sobre los contratos gestionados durante su etapa ministerial inquieta a la dirección socialista.
“José Luis conoce todos los engranajes del partido y sabe dónde mirar”, comenta un dirigente autonómico que prefiere mantener el anonimato.
El enfrentamiento no es solo político, sino personal. Pedro Sánchez y José Luis Ábalos compartieron años de alianza y confianza mutua.
El exministro fue uno de los grandes artífices del regreso de Sánchez a la secretaría general tras la crisis de 2016 y uno de los rostros más leales durante la moción de censura que llevó al socialista a la Moncloa.
Sin embargo, el vínculo se rompió en seco tras el estallido del Caso Koldo. Desde entonces, la relación se ha enfriado hasta convertirse en una batalla abierta.
“Pedro me dejó caer para salvarse él”, confesó Ábalos en privado a un periodista, en una frase que resume la magnitud de la fractura.

Desde el Gobierno y la dirección del PSOE, la consigna es clara: silencio y distancia.
“El partido no comenta procesos judiciales en curso”, se limitó a señalar un portavoz, intentando restar relevancia al desafío del exministro.
Pero en el fondo, todos son conscientes de que el golpe es profundo.
Las palabras de Ábalos no son las de un militante díscolo, sino las de un exministro que conoce los mecanismos internos del poder socialista y que amenaza con exponerlos.
La tensión ha aumentado tras conocerse que tanto Ábalos como Koldo García solicitarán personarse como acusación particular en el Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid.
Fuentes cercanas a ambos sostienen que se trata de un intento de defenderse “con luz y taquígrafos” ante lo que consideran una campaña orquestada desde dentro del propio partido.
“No vamos a permitir que se manipule el proceso judicial para proteger a nadie”, declaró uno de los abogados de la defensa.
En Ferraz, sin embargo, ya preparan su contraataque. La dirección estudia presentar una querella si se demuestra que Ábalos y Koldo utilizaron cuentas del partido para operaciones irregulares relacionadas con mordidas o contratos públicos.
Una amenaza que muchos interpretan como un intento de intimidación política más que como una acción legal seria. “Ferraz está nervioso. Tienen miedo de lo que pueda contar Ábalos”, afirma un veterano socialista.
El Caso Koldo, que comenzó como una investigación sobre supuestas comisiones ilegales en contratos de mascarillas durante la pandemia, ha terminado convirtiéndose en una bomba interna para el PSOE.
Lo que parecía un escándalo acotado a un asesor ha mutado en una batalla abierta entre facciones y en un desafío a la autoridad de Sánchez.
La figura de Ábalos, antes protegida y después repudiada, se ha transformado ahora en una amenaza imprevisible.
En su entorno aseguran que el exministro se siente traicionado, pero también liberado. “Ya no tiene nada que perder”, dicen quienes lo conocen bien.
Su decisión de exigir la publicación de todas las cuentas del PSOE es, según sus allegados, una forma de arrastrar a la dirección a un terreno incómodo, donde la transparencia puede volverse un arma de doble filo.
“Si ellos están tan seguros de su inocencia, que lo demuestren. Que enseñen los papeles”, repite Ábalos.
La sensación de ruptura total es ya evidente. En apenas unos días, lo que comenzó como un cruce de declaraciones ha derivado en una guerra abierta que amenaza con sacudir al socialismo español.
En Ferraz temen que este enfrentamiento termine por erosionar la imagen de Pedro Sánchez en un momento especialmente delicado, con las elecciones europeas en el horizonte y la oposición afilando el discurso de la corrupción.

La historia de Ábalos dentro del PSOE se ha convertido en una parábola de poder, lealtad y venganza.
Fue uno de los hombres más cercanos al presidente, ministro de confianza, portavoz del Gobierno y secretario de Organización del partido.
Hoy es su principal enemigo interno, un hombre dispuesto a enfrentarse al sistema que ayudó a construir.
“Me acusan de lo que ellos callan”, escribió en su último mensaje en redes, dejando una sombra de duda que resuena como una amenaza.
El desenlace de este pulso es impredecible, pero algo ha quedado claro: la guerra ha comenzado y el daño ya está hecho. Las grietas del socialismo, que durante años se ocultaron bajo la apariencia de unidad, han quedado al descubierto.
Y en el centro de la tormenta, José Luis Ábalos, desafiante, herido y decidido a arrastrar a todos los que —según él— lo traicionaron.
Mientras tanto, el PSOE intenta resistir el embate, pero las preguntas se multiplican: ¿qué secretos esconden las cuentas de Ferraz?, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Ábalos en su desafío?, ¿y quién saldrá indemne cuando esta guerra termine?
