El Congreso vivió un enfrentamiento tenso entre el presidente Sánchez y la oposición por presuntos casos de acoso sexual y corrupción dentro del PSOE.

El Congreso de los Diputados vivió una sesión tensa y cargada de acusaciones cuando se discutió la última cesión de control del Gobierno en 2025.
La oposición no dejó pasar la oportunidad para cuestionar al presidente Sánchez sobre su gestión y, en particular, sobre los nombramientos de sus colaboradores más cercanos, los señores Cerdán Coldo y Paco Salazar.
El diputado Alberto Núñez Feijóo del Partido Popular fue el primero en intervenir, preguntando directamente al presidente qué atributos había visto en estos hombres para considerarlos dignos de confianza.
Sánchez, con un tono sereno, se limitó a describirlos como “personas entrañables” y destacó que su diferencia con la oposición radicaba en asumir los errores cuando ocurren.
Feijóo no se conformó con la respuesta y cargó contra Sánchez acusándolo de consentir un amplio abanico de irregularidades dentro del Partido Socialista: desde mordidas millonarias hasta la creación de puestos para personas vinculadas con la vida nocturna y el silencio ante el acoso laboral dentro de su partido.
“Los eligió a todos porque están hechos a su imagen y semejanza. Usted no es mejor que ellos, usted es uno de ellos”, afirmó con dureza, recordando casos como el de Paco Salazar y el presidente de la Diputación de Lugo.
La intervención de Feijóo fue especialmente polémica al referirse a supuestas conexiones con negocios de prostitución que habrían financiado primarias del PSOE, un argumento que provocó reacciones de indignación y risas nerviosas en la Cámara.

El diputado destacó además que el acoso laboral sigue siendo un problema estructural en España, citando encuestas recientes del Ministerio de Igualdad que señalan que una de cada tres mujeres ha sufrido acoso en su entorno laboral.
Feijóo acusó al Gobierno de incumplir los protocolos que ellos mismos habían aprobado y señaló casos recientes en distintos ayuntamientos donde presuntamente no se activaron estos mecanismos de protección para las víctimas.
La conclusión de su intervención fue directa y demoledora: “El feminismo no se predica, se practica, y este gobierno lo predica sin practicarlo”.
Santiago Abascal, líder de la formación Vox, también tomó la palabra para hacer un balance crítico de la acción de gobierno de Sánchez. Enumeró cuatro puntos principales: corrupción, ruina de los servicios públicos, inmigración masiva y traición a los españoles.
Abascal cuestionó la presunta amnesia del presidente respecto a los negocios de su entorno más cercano y señaló la precariedad en vivienda, la saturación de hospitales y el impacto negativo de las políticas verdes sobre la economía.
Según él, la inmigración masiva promovida por Sánchez aumenta la inseguridad y perjudica especialmente a las mujeres, mientras que su gestión política prioriza la permanencia en el poder sobre el bienestar de los ciudadanos.

El debate se tornó encendido cuando Abascal acusó al Gobierno de estar involucrado en encubrimientos de acoso sexual dentro del PSOE.
Recordó cómo María Jesús Montero habría intentado silenciar a las víctimas para proteger al partido y al presidente, señalando que estas prácticas dañan la credibilidad del feminismo proclamado por Sánchez y su equipo.
Según Abascal, los escándalos alcanzan niveles históricos, afectando no solo a alcaldes y funcionarios, sino a los más altos cargos del Partido Socialista.
El presidente Sánchez respondió con un discurso extenso, defendiendo su gestión y resaltando los logros económicos y sociales de su gobierno durante el año 2025.
Mencionó que España terminó el año con un crecimiento económico del 2,9%, siendo líder en creación de empleo en Europa y reduciendo la desigualdad.
También destacó los avances en políticas de bienestar, educación, sanidad pública y protección a personas dependientes, señalando que la mayoría de los beneficiarios son mujeres trabajadoras y pensionistas.
En materia de transición ecológica, defendió el impulso de energías renovables y la reducción del precio de la electricidad, mientras que en migración enfatizó que más del 95% de los inmigrantes llegaron por cauces regulares y que la tasa de desempleo se redujo en un 40%.
A pesar de estos argumentos, tanto Feijóo como Abascal insistieron en que los logros del Gobierno no contrarrestan los graves problemas de corrupción y presuntos encubrimientos internos.
Recordaron que la justicia investiga a miembros cercanos a Sánchez, que algunos han sido imputados y que la gestión política del presidente ha estado marcada por decisiones que favorecen la permanencia en el poder por encima del interés general.
El contraste entre la defensa de Sánchez y las acusaciones de la oposición dejó en evidencia la polarización del Congreso y la tensión política que atraviesa España en este cierre de año.

La sesión fue histórica por la intensidad y crudeza de los ataques, que mezclaron acusaciones de corrupción, encubrimiento de acoso sexual, críticas a la gestión económica y social, y debates sobre inmigración y feminismo.
La combinación de Feijóo y Abascal como voces opositoras coordinadas para cuestionar la legitimidad del presidente ha generado un clima político de máxima tensión, en el que la figura de Sánchez quedó expuesta a un escrutinio extremo.
Mientras el presidente defendió sus políticas con cifras y argumentos de progreso social, la oposición planteó un relato de traición y mala gestión, advirtiendo que la historia podría recordar esta etapa como una de las más controvertidas de la democracia española.
El debate en el Congreso de los Diputados deja varias preguntas abiertas sobre el futuro político de Sánchez y del Partido Socialista: ¿podrá sostener su liderazgo ante las investigaciones y las acusaciones de encubrimiento de casos graves?
¿Cómo influirán estas tensiones en la percepción pública y en las próximas elecciones? Y, sobre todo, ¿qué consecuencias judiciales podrían derivarse de las imputaciones de miembros cercanos al presidente?
Lo único claro es que la combinación de escándalos internos, acusaciones de corrupción y cuestionamientos sobre la gestión de la igualdad y la seguridad social ha marcado un final de año explosivo en la política española, que seguirá siendo objeto de debate y análisis en los próximos meses.
La intervención de la oposición dejó un mensaje contundente: el Gobierno no puede ignorar la acumulación de críticas y escándalos, y Sánchez deberá enfrentar tanto la presión política como judicial si quiere mantener su posición en la Moncloa.
La sesión cerró un año intenso, en el que las tensiones internas del PSOE y las acusaciones externas de Feijóo y Abascal podrían marcar el rumbo de la política española hacia un 2026 lleno de incertidumbre y enfrentamientos.