La Armada israelí interceptó la flotilla hacia Gaza y se difundieron imágenes de activistas, entre ellos Greta Thunberg y Rima Hassan, arrojando teléfonos y portátiles al mar, lo que desató sospechas sobre la misión.
En un giro inesperado de los acontecimientos, la polémica flotilla de activistas de izquierda que se dirigía hacia Gaza ha sido interceptada por la Armada israelí a 70 millas náuticas de la costa.
Sin embargo, lo que ha dejado a todos boquiabiertos no ha sido solo la detención en sí, sino las impactantes imágenes que han circulado en redes sociales.
En estas, se puede ver a los tripulantes arrojando sus teléfonos móviles al mar segundos antes del abordaje, un acto que ha levantado una ola de teorías y críticas sobre las verdaderas intenciones de esta misión.
Entre los activistas se encontraban figuras mediáticas de renombre como Greta Thunberg y Rima Hassan. “¿Por qué tirar los teléfonos al mar?”, se preguntan muchos en la red social X.
Hananya Naftali, un conocido activista pro-Israel, no tardó en expresar su incredulidad: “Los ‘activistas climáticos’ con Greta Thunberg tiraron teléfonos y laptops al mar al acercarse el IDF. ¿Intentaban esconder algo? ¿O las tortugas marinas no cuentan cerca de Israel?”.
Este comentario ha encendido un debate sobre la legitimidad de la misión, sugiriendo que los dispositivos podrían contener información comprometedora relacionada con vínculos económicos y políticos con Hamás.
La situación se complica aún más al surgir documentos que vinculan a la organización terrorista con la propia flotilla.
La credibilidad de la misión humanitaria se ha visto seriamente comprometida, y algunos usuarios de redes sociales han recordado que ya se habían encontrado en Gaza papeles que mencionan una coordinación directa con Ismail Haniyeh, líder de Hamás.
“Esto no es solo una misión humanitaria, es un intento de manipulación política”, afirma un comentarista en línea. La teoría de que los teléfonos destruidos podrían haber contenido chats, donaciones ocultas y planes de propaganda ha cobrado fuerza.
Ada Colau, una de las figuras más visibles de la flotilla, ha quedado en el centro de la tormenta. Su imagen, junto a la de sus aliados, ha sido severamente dañada.
“¿Cómo pueden presentarse como defensores del medio ambiente cuando están vinculados a organizaciones terroristas?”, se cuestiona un activista en un video viral. La hipocresía de quienes proclaman la defensa del medio ambiente ha sido duramente criticada.
Greta Thunberg, el ícono verde, ha sido acusada de contaminar el Mediterráneo al lanzar residuos electrónicos tóxicos al mar. “Es una contradicción total”, señala un observador. “Ellos hablan de salvar el planeta, pero sus acciones dicen lo contrario”.

Desde el lado pro-palestino, se ha intentado justificar el acto como un “protocolo de seguridad” para evitar que el Ejército israelí rastree comunicaciones. Sin embargo, este argumento ha encontrado escasa aceptación entre el público.
“Si realmente era un protocolo de seguridad, ¿por qué no se comunicaron de otra manera?”, cuestiona un analista político.
Las imágenes de los teléfonos siendo arrojados al agua han viralizado la idea de que algo se intentaba esconder, dejando a muchos con una sensación de que la flotilla tenía intenciones ocultas.
El revuelo ha llevado a otros líderes políticos a expresar sus opiniones. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha declarado: “Este tipo de acciones solo sirven para deslegitimar causas que podrían ser justas”.
Santiago Abascal, líder de VOX, ha añadido: “Es inaceptable que se utilicen causas humanitarias como fachada para actividades ilegales”.
Mientras tanto, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, ha mantenido un enfoque más cauteloso, instando a la calma y a una investigación exhaustiva del incidente.

Los partidos políticos también han reaccionado. La dirección de Podemos ha intentado distanciarse del escándalo, afirmando que “no todos los que luchan por el medio ambiente están involucrados en actividades ilícitas”.
Sin embargo, la realidad es que la imagen de la flotilla ha quedado gravemente afectada. La incoherencia entre el discurso ecologista y los hechos ha expuesto la fragilidad de la causa que defendían.
En medio de este torbellino, muchos se preguntan qué pasará con los activistas y su misión. La flotilla, que originalmente pretendía llevar ayuda humanitaria a Gaza, ha sido transformada en un símbolo de controversia.
“Lo que comenzó como una misión noble se ha convertido en un espectáculo lamentable”, comenta un observador. “La gente ahora se pregunta si realmente estaban ahí para ayudar o si había algo más siniestro en juego”.
A medida que las repercusiones de este incidente continúan desarrollándose, el futuro de los activistas y su causa sigue siendo incierto.
Lo que está claro es que la imagen de Ada Colau y sus compañeros ha quedado gravemente dañada, y muchos se preguntan si alguna vez podrán recuperar la credibilidad perdida.
La situación ha dejado al descubierto no solo las contradicciones de la flotilla, sino también la complejidad de un conflicto que sigue dividiendo opiniones en todo el mundo.