El pleno se encendió con un duro enfrentamiento entre ERC y Vox a raíz de la crisis de vivienda, evidenciando posturas totalmente opuestas sobre cómo abordarla.

El debate sobre la vivienda en el Congreso de los Diputados derivó en una de las sesiones más tensas de los últimos meses, con intervenciones
cargadas de datos, acusaciones cruzadas y un enfrentamiento directo entre Gabriel Rufián (ERC) y representantes de Vox, incluido Javier Ortega Smith.
La discusión, inicialmente centrada en la proposición de ley presentada por Esquerra Republicana para intervenir el mercado inmobiliario, acabó transformándose en un choque verbal que obligó a la presidencia a pedir silencio en repetidas ocasiones.
La intervención de Rufián comenzó con un tono vehemente y un diagnóstico contundente: “La vivienda es el principal problema de este país, vivas donde vivas”, afirmó, antes de desplegar una batería de cifras destinadas a mostrar la gravedad de la situación habitacional en España.
Entre los datos subrayados, destacó que “se necesitan 59 años de sueldo para comprarse un piso de 60 metros cuadrados” y que “el 45% de los inquilinos de este país es pobre”.
Según expuso, esta pobreza está directamente vinculada a la proporción de ingresos destinada al alquiler: “Pagan la mitad de lo que ganan para pagar su piso o su habitación”.
Rufián defendió que el mercado inmobiliario no se comporta como un mercado convencional: “La oferta es finita, el suelo se acaba. Y la demanda es infinita, porque siempre habrá gente con necesidad de tener un techo”.
Argumentó además que la Ley de la Oferta y la Demanda deja de funcionar en este sector, y que por ello la única salida posible es “la intervención del mercado”.
Para ilustrar su idea, comparó la situación con otros productos básicos: “¿Qué pasaría si el pan, el agua o las farmacias subieran sin parar de precio? Todo el mundo diría: intervengamos el mercado”.
Rufián insistió en que la especulación inmobiliaria está detrás de la escalada de precios. Señaló que este año se han comprado un 40% más de viviendas que en periodos anteriores, “pero el 60% al contado, porque solo el 14% de las compras se destinaron a vivienda habitual”.
Subrayó también que “nueve de cada diez pisos turísticos son ilegales”, un dato que relacionó directamente con la saturación del mercado en ciudades como Barcelona, donde contrastó dos búsquedas reales en portales inmobiliarios:
“Si buscas pisos en Barcelona salen más de 5.000. Si pones dos habitaciones, 60 metros y un límite de 1.000 euros, se quedan en 40. Y de esos, 34 son turísticos”.
La propuesta de ERC se articula, según explicó el diputado, en tres ejes: reducir el IVA de la primera vivienda al 4%, aumentar la carga impositiva hasta el 50% para compras destinadas a la especulación y crear un nuevo impuesto a la acumulación de viviendas.
“El rico que quiera invertir en casas que pague más. Que invierta en lingotes de oro o en un Picasso, pero no en vivienda”,
afirmó provocando reacciones visibles entre los diputados del Partido Popular y Vox, a quienes acusó de “descojonarse” mientras se hablaba de pobreza habitacional.
La respuesta desde Vox no tardó en llegar y se produjo con una dureza equivalente. El representante del partido, que defendió una visión diametralmente opuesta, inició su intervención afirmando:
“Si yo fuera del PSOE estaría aquí riéndole las gracias y prometiendo una millonada de viviendas que nunca pensara entregar, pero como no lo soy, no estoy haciendo eso”.
Acto seguido, cargó contra la trayectoria política de Rufián: “Usted hace 10 años estaba inventándose una patria imaginaria para no pagar la beca comedor a sus primos de Jaén”.

El diputado acusó a ERC de tratar de “lavar su conciencia” con iniciativas como esta, después de haber “contribuido durante años al deterioro del mercado de la vivienda”.
Afirmó que la propuesta era “chapucera en la forma y en el fondo”, reprochando que “todo está descrito como si Esquerra nunca hubiera gobernado ni un rellano”.
Criticó también que la proposición esquivara cuestiones fundamentales como el equilibrio entre oferta y demanda, la falta de vivienda pública, la concentración demográfica en grandes núcleos urbanos y el impacto de la inmigración en el precio del alquiler:
“Más gente y menos casas suben los precios. Da igual que sean de fuera o que sean su primo cuarto. Más gente y menos casas suben los precios”.
En un momento especialmente duro del debate, acusó a ERC de ser “el arquitecto de la injusticia” que afecta a los jóvenes españoles, asegurando que su política fiscal y su gestión del impuesto de transmisiones patrimoniales habían facilitado la entrada de
“fondos que tienen 500.000 viviendas” mientras perjudicaban a familias corrientes como “Iván y Julia, que quieren comprar su primera vivienda”.
La tensión llegó a su punto álgido cuando se produjo el intercambio de insultos indirectos entre Rufián y Ortega Smith. Rufián, al criticar la estrategia de comunicación de Vox, se refirió al exsecretario general del partido como “el salvaje de Ortega Smith”.
Tras finalizar las intervenciones reglamentarias, Ortega Smith pidió la palabra por alusiones. Alterado, defendió que “la ofensa es dirigirse a un diputado y llamarle salvaje”, aunque acto seguido añadió: “El diputado que lo estaba haciendo es el que actúa como un salvaje”.
La presidencia intervino inmediatamente para frenar la escalada verbal: “No puede usted pedir que se le ofenda y ofender usted”.

Más allá del choque político, la sesión mantuvo un fondo común: la gravedad de la situación habitacional en España.
Rufián recordó que “en los últimos diez años el alquiler ha subido un 70% en Ibiza, un 59% en Valencia, un 56% en Mallorca, un 53% en Málaga, un 49% en Alicante, un 40% en Barcelona y un 34% en Madrid”, mientras que los salarios solo se han incrementado un 14%.
Reiteró que el FMI señala a España como “la economía avanzada que más crece del mundo”, pero cuestionó la utilidad real de ese dato frente a los “12 millones de pobres” que existen en el país.
En un cierre cargado de advertencias políticas, sostuvo que el acceso a la vivienda será el factor que decidirá “si la izquierda se consolida o palma”.
Advirtió a los partidos progresistas de que Vox ya ha movido ficha relevando a Ortega Smith en favor de “un chaval que parece del PSOE” y que habla de vivienda: “Ellos son muy listos, porque quien les paga piensa”.
El debate terminó con un aire de crispación que no logró ocultar la profundidad del problema.
La vivienda se ha consolidado como uno de los grandes ejes de tensión política, económica y social del país, y esta sesión del Congreso, convertida en un pulso dialéctico, no hizo sino confirmarlo.