El colaborador del matinal de Antena 3 no se cortó a la hora de destapar la causa por la que el presidente del Gobierno sigue aferrado al poder

El exlíder de un partido nacional, hoy colaborador en tertulias televisivas, Albert Rivera, fue contundente este lunes en el plató de Espejo Público (Antena 3) para explicar por qué, a su juicio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no convoca unas elecciones generales.
Según Rivera, la clave no está en el miedo a perderlas, sino en que mantenerse en el poder representa su “única salvación”.
Durante la entrevista, la presentadora le planteó un escenario complejo: con la reciente entrada en prisión de un diputado en activo —el primero en la historia democrática reciente—, con varios ex altos cargos del partido investigados o enjuiciados, y con una situación parlamentaria fragmentada, las voces que empujan hacia la convocatoria electoral se multiplican.
Rivera respondió sin titubeos: “Tener a tus secretarios de organización en la cárcel, a tus números dos imputados, tener al fiscal general que nombraste condenado en el Supremo, y no sacar una ley o un presupuesto… eso ya no es un Gobierno, eso es un sistema colapsado”.
El colaborador argumentó que, en ese contexto, un adelanto electoral representaría un “KO técnico” para el Ejecutivo:
“¿Para qué va a convocar unas elecciones que puede perder?”, se preguntó, pero rápidamente añadió su propia conclusión: “Sigue porque en el poder está su único refugio”.
En su análisis incluyó los distintos instrumentos de control institucional que, según él, mantiene el Ejecutivo:
“El control de la fiscalía, de RTVE, de las subvenciones, de quién sube sueldos, de los nombramientos en el BOE… Ese control le da una ventaja clave para resistir los envites”.

Rivera sostuvo que la situación actual —con escándalos judiciales, crisis interna del partido de gobierno y falta de mayoría clara en el Congreso— vulnera la credibilidad institucional.
“Esto no es un sistema que funcione”, afirmó, al tiempo que describió una “estructura corroída por la corrupción y la impunidad”.
A su juicio, Sánchez mantiene el escaño no gracias a la confianza ciudadana, sino por su capacidad para manejar los resortes del Estado.
El análisis de Rivera llega en un momento delicado para el Gobierno.
La presión mediática ha aumentado en las últimas semanas: la presentadora de ‘El programa de Ana Rosa’, Ana Rosa Quintana, mostró duras críticas al Ejecutivo, incluyendo una petición pública de dimisión.
Estas voces, sumadas a los señalamientos judiciales y el hartazgo social manifestado en encuestas recientes, presionan para la convocatoria electoral.
No obstante, según Rivera, estas demandas chocan con el convencimiento del presidente de que la reelección puede ser más peligrosa que mantenerse con rémora estatal.
Para ilustrar sus argumentos, Rivera lanzó una pregunta directa: “Entonces, ¿para qué sigues?”. Con ella resumía lo que considera el trasfondo real: la intención de preservar privilegios institucionales ante posibles investigaciones, y el temor a perder inmunidades.
De hecho, desde su punto de vista, la única salida para Sánchez es no abandonar el poder, ya que, como ciudadano privado, “sería un ciudadano más”, expuso.

Este planteamiento ha generado división en el panorama político y mediático: para algunos, es un retrato realista del desgaste institucional, mientras que otros lo califican de conspiranoico.
Pero lo cierto es que la teoría de Rivera pone sobre la mesa una reflexión incómoda: ¿hasta qué punto la estabilidad del Gobierno depende de instrumentos de control y no del respaldo democrático?
En ese contexto, conviene comparar con precedentes: en España, ningún presidente ha resistido largos periodos con su entorno tan judicializado.
Además, los indicadores económicos actuales —inflación moderada, pero con tensiones en inversión y desempleo juvenil— ofrecen un terreno fértil para la fragmentación del voto.
Si ocurriera una convocatoria electoral, las encuestas actuales asignan números inciertos al PSOE, lo que alimenta la duda sobre su conveniencia.
La intervención de Rivera no solo representa una opinión crítica, sino que revive el debate sobre la naturaleza del poder en España.
Más allá de la retórica política, su discurso sugiere que la continuidad del Gobierno podría depender menos del apoyo ciudadano y más de la capacidad para gestionar los resortes institucionales.
Una advertencia que difícilmente pasará desapercibida, y que puede marcar el tono del debate público en los próximos meses.