El chef puede parecer que tiene ahora una vida sencilla y acomodada, pero hubo un tiempo en el que no fue así: “Siempre digo que fue un punto de inflexión en mi vida”.

Alberto Chicote, el carismático chef conocido por su carácter directo y su habilidad para transformar restaurantes al borde del desastre en programas como Pesadilla en la cocina, ha compartido recientemente un capítulo de su vida que pocos conocían.
En una entrevista sincera y emotiva en el podcast Tengo un plan, Chicote ha relatado cómo, a principios de los años 90, viviendo en Suiza, sufrió una depresión profunda que marcó un antes y un después en su existencia.
El chef, hoy un icono mediático y culinario, reveló detalles que muestran que su vida no siempre fue la de éxito y reconocimiento que muchos conocen:
“Vivía en un cuarto que había encima de una residencia de ancianos. Siempre digo que fue un punto de inflexión en mi vida”, confesó.
A sus 21 o 22 años, Chicote decidió aventurarse fuera de España, buscando nuevas experiencias y oportunidades laborales en Suiza. Sin embargo, lejos de la familia y de sus amigos, la experiencia, aunque inicialmente prometedora, se tornó oscura y angustiosa.
“Me entró una depresión de puta madre”, admitió el chef, recordando la sensación de soledad y desamparo que lo acompañó durante meses.
La habitación que ocupaba, situada encima de una residencia de ancianos, ofrecía una terraza con vistas a un lago, pero la belleza del entorno no podía contrarrestar la sensación de vacío y miedo que lo invadía.

Chicote relató con crudeza cómo su mente se inundó de pensamientos catastróficos y obsesivos: “Todo el rato, sin parar, pensaba que me moría.
Un tío de 21 o 22 años, con el convencimiento absoluto de que si me dolía la cabeza era un tumor y que me quedaban dos días de vida… así me tiré dos años”.
Esta intensidad emocional y mental lo llevó a un estado de aislamiento y desesperación, donde intentó sobreponerse por sí mismo sin éxito.
Finalmente, tuvo que recurrir a ayuda profesional y al apoyo de su entorno más cercano para comenzar a salir de aquel abismo emocional que lo tenía atrapado.
El chef no solo ha compartido su experiencia personal, sino que también ha querido transmitir un mensaje de conciencia sobre la salud mental,
subrayando que estas situaciones no son simples altibajos o episodios pasajeros, sino enfermedades serias que requieren atención y respeto.
“Gracias a la ayuda tanto profesional como personal de todos aquellos que siguen estando aquí pegaditos, salí de ese agujero. Seguramente el peor en el que he estado y en el que no quiero volver a estar nunca”, confesó.
Chicote enfatiza que la salud mental debe ser tratada con la misma seriedad que la salud física, y critica la banalización de estos temas en los medios y la sociedad:
“No es nada banal, hay que darse cuenta de que una enfermedad mental está a la altura de muchísimas enfermedades físicas, de las cuales tenemos un miedo atroz”.

El relato de Chicote es especialmente revelador porque combina elementos de resiliencia, aprendizaje personal y la importancia del apoyo social y profesional en momentos críticos.
Para un joven chef en pleno inicio de carrera, la combinación de estrés laboral, aislamiento y la presión de adaptarse a un nuevo país resultó ser un cóctel peligroso que lo llevó al límite.
Su testimonio resalta cómo incluso personas aparentemente fuertes y exitosas pueden verse afectadas por la vulnerabilidad psicológica, recordando al público que detrás de la imagen pública siempre hay una vida personal compleja y, a veces, dolorosa.
Chicote también reflexiona sobre cómo aquella experiencia transformó su perspectiva de vida y su forma de enfrentar desafíos. “El Alberto Chicote de antes de eso y el de después… desde luego sí te cambia el prisma de las cosas.
Yo empecé a ver las cosas de un modo diferente. ¿Mejor? ¿Peor? No sé, pero diferente sí, porque pasarte tanto tiempo con ese convencimiento de que tu último día es hoy es terrible. No se lo deseo a nadie”, expresó con la sinceridad que lo caracteriza.
Esta introspección ha marcado su manera de vivir, trabajar y relacionarse con los demás, permitiéndole valorar cada logro y cada experiencia con una perspectiva más humana y consciente.
El chef ha querido enviar un mensaje a todos aquellos que atraviesan situaciones similares: la recuperación es posible, pero requiere reconocer la necesidad de apoyo y dejar de lado el estigma que rodea a las enfermedades mentales.
Su experiencia en Suiza no solo es un testimonio de superación personal, sino también un ejemplo de cómo la honestidad y la apertura sobre problemas de salud mental pueden inspirar y educar a otros.
“Cualquiera que atraviesa un momento así… ojito. No es una cosa para tomársela ni a broma ni a chiste”, subrayó.
Hoy, Alberto Chicote es un referente en la cocina y un personaje mediático admirado, pero su historia demuestra que el éxito no exime de sufrir dificultades profundas.
La adversidad vivida en Suiza, marcada por la depresión y el aislamiento, se convirtió en un punto de inflexión que le enseñó a valorar la vida desde otra perspectiva.
Su testimonio resuena con fuerza, recordando a todos que la vulnerabilidad es parte de la condición humana y que buscar ayuda es un acto de valentía, no de debilidad.
La narración de Chicote también arroja luz sobre la importancia de la empatía y el apoyo social, elementos fundamentales para quienes atraviesan crisis psicológicas.
Su historia anima a la sociedad a prestar atención a la salud mental de manera más responsable y a tratar con respeto y comprensión a quienes luchan contra estas condiciones.
Más allá de su fama y logros, el chef ofrece una lección de vida: reconocer los momentos de fragilidad y actuar con determinación para superarlos puede transformar la experiencia personal de manera profunda y duradera.
Al compartir su experiencia, Alberto Chicote no solo revela un capítulo desconocido de su juventud, sino que también contribuye a desestigmatizar la salud mental, ofreciendo una narrativa honesta y educativa que puede servir de guía e inspiración.
Su relato es un recordatorio poderoso de que la vulnerabilidad, la ayuda profesional y el apoyo de los seres queridos son esenciales para superar las crisis más oscuras y que, al final, es posible salir del agujero y construir una vida más plena y consciente.
