Alemania desmiente la existencia de un acuerdo para hacer oficiales el catalán, el euskera y el gallego en la Unión Europea, dejando en evidencia al Gobierno de Pedro Sánchez.

El reciente desmentido del Gobierno alemán sobre la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la Unión Europea ha dejado al Ejecutivo español en una posición delicada.
La afirmación categórica del portavoz alemán, Stefan Kornelius, de que no existe ningún acuerdo para modificar los tratados europeos ha sembrado la confusión y la frustración en Moncloa, que había celebrado un supuesto “acuerdo histórico” con Alemania.
Este giro inesperado no solo ha desinflado la euforia del Gobierno español, sino que también ha puesto de manifiesto las tensiones internas en el país, especialmente con los partidos independentistas que exigen avances en este tema.
La situación se complica aún más cuando se considera que el presidente Pedro Sánchez había presentado la firma de una “declaración conjunta” como un paso crucial hacia la oficialidad de las lenguas cooficiales en Europa.
“Es un reconocimiento de la identidad nacional plurilingüe de España”, se afirmaba desde el Gobierno. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser muy diferente.
En menos de 24 horas, la cancillería alemana ha dejado claro que no hay pacto alguno y que cualquier intento de modificar los tratados requeriría el consenso de los 27 Estados miembros, algo que, según Kornelius, es inviable en este momento.

El revés llega en un momento crítico para Sánchez, ya que el partido Junts, liderado por Carles Puigdemont, ha estado presionando al Gobierno para que logre la oficialidad del catalán como condición para mantener su apoyo parlamentario.
“Quizás habría que hablar menos de cambios de horario y más de la hora del cambio”, advirtió Míriam Nogueras, portavoz de Junts, en un claro mensaje al Ejecutivo español.
La falta de avances en este sentido no solo ha incrementado la tensión con los independentistas, sino que también ha puesto en entredicho la credibilidad del Gobierno de Sánchez.
La reacción de Alemania no es solo un golpe a la estrategia política de Moncloa, sino también una llamada de atención sobre la complejidad de las relaciones internacionales y la necesidad de manejar con cuidado las expectativas.
La postura firme de Berlín resalta la dificultad de introducir cambios significativos en la estructura de la UE, donde cada modificación requiere un proceso largo y complicado que involucra a todos los Estados miembros.
En este contexto, la afirmación de que el catalán podría ser oficial en Europa se presenta como una mera ilusión, alimentada por la propaganda política sin un respaldo real.

La frustración en el Gobierno español se ve reflejada en las declaraciones de algunos de sus miembros, quienes han intentado justificar la situación.
Sin embargo, la realidad es que la falta de apoyo de Alemania ha dejado al Ejecutivo español en una posición vulnerable, donde sus promesas de avanzar en la oficialidad de las lenguas cooficiales parecen más un deseo que una posibilidad tangible.
La presión de los socios independentistas se intensifica, y con ello, la necesidad de Sánchez de encontrar soluciones rápidas y efectivas.
El desmentido alemán también plantea preguntas sobre la capacidad del Gobierno español para gestionar sus relaciones exteriores y cumplir con las expectativas de sus aliados internos.
La estrategia de Moncloa, que había apostado por la proyección de una imagen de fuerza y determinación, se desmorona ante la realidad europea.
La falta de un acuerdo tangible con Alemania pone en evidencia las limitaciones del Gobierno en su búsqueda de reconocimiento para las lenguas cooficiales y sugiere que las promesas hechas a los independentistas podrían ser difíciles de cumplir.

Mientras tanto, el panorama político en España se complica aún más. Los partidos de la oposición, como el PP y Vox, han comenzado a capitalizar esta situación, criticando la falta de liderazgo y la incapacidad del Gobierno para manejar la situación.
La indignación entre los votantes que apoyan la oficialidad de las lenguas cooficiales se hace palpable y podría traducirse en un aumento del descontento hacia un Ejecutivo que parece haber perdido el rumbo.
El futuro político de Sánchez se encuentra en una encrucijada. La presión de los independentistas, combinada con la falta de apoyo internacional, podría llevar a una crisis de gobierno si no se encuentran soluciones viables.
La estrategia de apelar a la identidad nacional plurilingüe se enfrenta a una dura realidad, y el tiempo corre en contra del presidente español. La situación actual no solo afecta su imagen, sino que también pone en riesgo la estabilidad de su Gobierno.
En conclusión, el desmentido de Alemania sobre la oficialidad del catalán en Europa es un recordatorio de las complejidades de la política internacional y de la necesidad de un enfoque más realista en la gestión de las relaciones exteriores.
La ilusión de un acuerdo que nunca existió ha dejado al Gobierno español en una posición precaria, donde sus promesas a los socios independentistas se ven amenazadas.
La falta de apoyo de Alemania subraya la fragilidad de la estrategia de Sánchez, quien ahora se enfrenta a un futuro incierto en un panorama político cada vez más turbulento.