María Palacios defiende públicamente a su esposo Alessandro Lequio tras su despido de Mediaset, cuestionando la veracidad de las acusaciones de maltrato.

María Palacios ha roto su silencio a través de un artículo en la revista Hola, donde expresa su profunda indignación y tristeza por la situación que enfrenta su familia tras el despido de Alessandro Lequio de Mediaset.
En un tono firme y reflexivo, Palacios aborda las acusaciones de maltrato que han surgido en torno a su marido, defendiendo su honor y su integridad.
“No hablo desde el rencor ni la venganza, sino desde la experiencia compartida de casi tres décadas junto a Alessandro, un hombre al que nunca he sentido miedo”, afirma con convicción.
La pareja, que ha estado junta durante 26 años y casada desde 2008, ha enfrentado un momento difícil tras la decisión inesperada de Mediaset.
María recuerda con claridad el día en que Alessandro la llamó para informarle sobre su despido, un momento que marcó un antes y un después en sus vidas.
“Recibí un inmenso apoyo de mis compañeros de trabajo, pero lo que más me preocupa es el impacto que esto tiene en nuestra hija Ginevra”, confiesa.
La pequeña, de solo 9 años, ha comenzado a preguntar sobre lo que significa ser un “maltratador”, una conversación que ha dejado a María con una profunda preocupación.
Uno de los puntos más destacados en el artículo es la defensa de Alessandro. María recalca que su marido “nunca ha sido juzgado, procesado ni condenado por malos tratos ni por ningún otro delito”.
Esta afirmación es crucial, especialmente considerando que Antonia Dell’Atte, la expareja de Alessandro, no hizo acusaciones de maltrato durante la década posterior a su separación en 1991.
“Entre 1991 y 2001, Antonia nunca insinuó, mencionó ni denunció a Alessandro por este asunto, ni públicamente ni ante los tribunales”, señala María, cuestionando la coherencia de las declaraciones actuales de Dell’Atte.
María plantea una serie de interrogantes que desafían la credibilidad de las acusaciones. “¿Cómo se puede respetar y ser amiga de alguien que, según sostiene, le daba patadas estando embarazada?”, pregunta con ironía.
Esta reflexión resalta la contradicción en las acciones de Dell’Atte, quien, a pesar de considerar a Alessandro un “maltratador”, ha compartido momentos de cercanía con él y ha expresado su respeto en el pasado.
“Si realmente hubiera tenido tanto miedo, no tendría sentido que hace apenas diez años dijera que lo que le dolió fue la manera en que Alessandro se fue”, argumenta María.
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La esposa de Lequio también menciona la incoherencia de las acciones de Dell’Atte, quien posó junto a Ana Obregón, a quien considera su enemiga, y que en varias ocasiones ha intervenido en programas de televisión para elogiar a Alessandro.
“¿Cómo puede alguien que denuncia maltrato enviar felicitaciones navideñas o ir a comer con el supuesto agresor?”, se pregunta María, enfatizando la falta de lógica en la situación.
A medida que avanza su defensa, María apela a la lógica y la experiencia personal, buscando aclarar la verdad y proteger a su familia de un estigma injusto.
“No pretendo negar las experiencias de otras mujeres, pero en este caso particular, es fundamental cuestionar la veracidad de las acusaciones”, sostiene con firmeza.
Su testimonio no solo defiende a Alessandro, sino que también busca justicia para una familia que ha sido condenada públicamente sin haber sido juzgada por ningún tribunal.
María concluye su artículo pidiendo reflexión y justicia.
“¿Alguien se ha detenido a pensar por qué Alessandro nunca ha sido juzgado? Me gustaría conocer la opinión de la gente”, invita, dejando abierta la puerta a un diálogo necesario sobre la verdad y la justicia en situaciones de acusaciones graves.
Su voz, llena de emoción y determinación, resuena como un llamado a la empatía y la comprensión en un mundo donde las palabras pueden tener un peso devastador.
Así, María Palacios se erige como una defensora no solo de su marido, sino de la verdad y la justicia, recordando a todos que detrás de cada acusación hay una historia que merece ser escuchada y considerada.
