La presentadora de televisión le pide al año nuevo «que los míos estén bien y tener salud»

Ana Rosa Quintana, considerada la indiscutible reina de las mañanas en Telecinco, vive uno de los momentos más intensos de su carrera y al mismo tiempo más sacrificados.
Tras la finalización de ‘Sálvame’, Mediaset decidió apostar por un nuevo formato para las tardes, y así nació el 19 de septiembre de 2023 TardeAR, con Ana Rosa al frente.
La comunicadora aceptó el reto con compromiso y lealtad hacia la cadena: «No me voy, solo me mudo de casa. Entendí que la cadena que me ha dado 19 años de éxito me necesitaba y no le podía decir que no», comentó en julio de aquel año.
Una decisión tomada por Alessandro Salem, consejero delegado de Mediaset, que Ana Rosa asumió aunque con ciertas reticencias, consciente de que supondría un esfuerzo extra en su ya apretada agenda.
El giro no fue sencillo, especialmente porque en 2024 Antena 3 arrebató a Telecinco el liderazgo en la franja matinal, lo que obligó a la cadena a reorganizar sus programas para devolverle a Ana Rosa su trono.
El 3 de febrero de 2025, tras casi dos años de ausencia, la presentadora regresó a las mañanas con El programa de Ana Rosa, y su éxito se disparó nuevamente.
«Es una reorganización de la mañana, pero al final sigue más o menos la misma estructura, salvo que vuelve El programa de Ana Rosa», explicaba Mediaset en un comunicado.
Desde entonces, la cadena recuperó su posición como referente para la actualidad matutina, y Ana Rosa volvió a sentirse feliz y tranquila en lo profesional.

Pero el éxito tiene un precio, y Ana Rosa no dudó en revelarlo esta semana. Durante la celebración de la fiesta de Navidad de los presentadores de Mediaset, realizada el miércoles 10 de diciembre, la comunicadora confesó que no podía disfrutar del todo de estos eventos:
«Yo soy Cenicienta, ya lo sabéis. O sea, yo dentro de un ratito me voy a volver a salir. Les doy un beso (y me voy). Me encanta estar con los compañeros, pero, claro, mañana a las 5:30 suena el despertador», dijo, haciendo referencia a la responsabilidad que conlleva ponerse frente a las cámaras al día siguiente.
Ana Rosa destacó que, a pesar de sus limitaciones, intenta disfrutar de estas fiestas siempre que puede.
Hace pocos días, se la vio en la fiesta de Navidad de su productora, Unicorn Content, luciendo un espectacular vestido de terciopelo con pedrería, irradiando elegancia y buen ánimo.
Sin embargo, la presentadora dejó claro que el ritmo implacable de su trabajo condiciona cualquier momento de ocio: «Es verdad que si no es en esto, no nos vemos. Cada uno está a su horario, en su programa, en su cadena…».

A sus 69 años, Ana Rosa ha aprendido a valorar lo verdaderamente importante.
Consciente de que la vida puede ser imprevisible y que los años traen desafíos, la comunicadora se centra en la familia y la salud: «Ya sabéis que desde hace unos añitos lo único que le pido es que los míos estén bien, tener salud y lo demás, todo se arregla.
Siendo positiva, yo soy muy positiva y eso es importante. No hay que atraer nunca lo negativo, hay que pensar siempre que todo va a ir mejor», afirmó con una sonrisa.
Para Ana Rosa, la Navidad es una oportunidad para reencontrarse con quienes más quiere y disfrutar de los momentos de cercanía: «A mí me encanta la Navidad, es un buen motivo para ver a gente a la que quieres», añadió.
Su carrera demuestra que la televisión requiere dedicación absoluta y que cada decisión profesional implica sacrificios personales.
Desde su vuelta a las mañanas, Ana Rosa ha sabido equilibrar éxito y responsabilidad, pero su confesión muestra el lado humano de una figura mediática que, a pesar de su fama y autoridad, sigue lidiando con las mismas restricciones y obligaciones que cualquier profesional comprometido con su trabajo.
El regreso de Ana Rosa a las mañanas fue, en realidad, un retorno triunfal. Su programa recuperó la audiencia perdida, consolidándose como un referente de información y entretenimiento, mientras ella se ha mantenido fiel a su estilo: cercana, profesional y rigurosa.
Sin embargo, los sacrificios personales son inevitables, y la Navidad, pese a ser una época de celebración, no escapa de esta realidad.
La presentadora sigue siendo un ejemplo de cómo la disciplina y la pasión por el trabajo pueden imponer límites incluso en los momentos más familiares y festivos.

Ana Rosa Quintana combina profesionalismo con cercanía, pero su agenda implacable le impide relajarse por completo, incluso durante los días más señalados del año.
Su actitud demuestra que el verdadero éxito no solo se mide por la audiencia o los premios, sino también por la capacidad de mantener la alegría, la salud y la unión familiar, incluso en medio de una vida marcada por la fama y el trabajo constante.
Su mensaje de Año Nuevo refleja esta filosofía: cuidar de los seres queridos y mantener la positividad son las claves para enfrentar cualquier reto.
Entre luces navideñas, brindis y risas, Ana Rosa se muestra agradecida, consciente de la importancia de equilibrar la vida profesional con la personal.
Su ejemplo resalta que detrás de cada figura televisiva hay un sacrificio, decisiones difíciles y, sobre todo, un profundo deseo de bienestar para los suyos.
La presentadora demuestra que, aunque no siempre pueda disfrutar al máximo de las fiestas, la esencia de la Navidad sigue viva en su corazón, recordándonos que incluso las grandes estrellas valoran la cercanía, la familia y la salud por encima de todo.
En definitiva, Ana Rosa Quintana sigue siendo la reina de las mañanas, no solo por su éxito en la televisión, sino también por la manera en que afronta su vida personal, equilibrando trabajo, sacrificios y celebraciones familiares.
Su historia muestra que el poder de la televisión puede ser absoluto, pero que la verdadera felicidad reside en los pequeños momentos que compartimos con quienes más queremos, y que incluso una Cenicienta moderna sabe cómo encontrar su lugar en medio del brillo mediático.