Isabel Díaz Ayuso aprovechó el Día de la Constitución para lanzar duras críticas al Gobierno de Pedro Sánchez, acusándolo de fomentar la división nacional y de deslegitimar a las instituciones madrileñas.

En un mensaje contundente marcado por un tono desafiante, Isabel Díaz Ayuso aprovechó el Día de la Constitución para lanzar una de las intervenciones más explosivas del año político.

Ante los periodistas, la presidenta madrileña combinó advertencias, reproches y acusaciones directas al Gobierno central, dibujando un escenario de tensión institucional que, según ella, “está rompiendo la convivencia” construida durante la Transición.

La intervención se desarrolló entre alusiones históricas, críticas a sus adversarios y un férreo intento de reivindicar la gestión madrileña frente a lo que considera una campaña estatal destinada a “fabricar escándalos”.

Ayuso comenzó recordando el espíritu de la Constitución de 1978, subrayando que españoles de diferentes ideologías fueron capaces de unirse para construir un país basado en la pluralidad.

Aseguró que ese espíritu de convivencia “ha saltado por los aires” con las políticas del actual Gobierno, al que acusó de promover una España dividida en bandos, donde —según su descripción— “quien legisla, quien opina o quien juzga” parte ya bajo sospecha.

Para la presidenta, este clima político no es casual: sería, afirma, consecuencia de una estrategia deliberada para resquebrajar la unidad nacional y favorecer a los socios “separatistas”.

En este sentido, su dardo más directo fue para el entorno de Bildu, al que vinculó con la ruptura territorial y acusó de buscar que el Día de la Constitución “se ensucie, se apague y pierda su sentido”.

Ayuso advirtió de que mientras el Gobierno siga, según ella, “insultando” a la Comunidad de Madrid a través de plataformas y sindicatos, no habrá invitación para actos institucionales clave.

Remarcó la contradicción, desde su punto de vista, entre que el PSOE defendiera hace décadas que la Real Casa de Correos era “la casa de todos” y que ahora la señalen como un lugar oscuro o cuestionable.

“Es el kilómetro 0 de la libertad”, insistió, buscando contrarrestar lo que considera una campaña para deslegitimar las instituciones madrileñas.

La presidenta madrileña también acusó a Moncloa de intentar convertir a las autonomías gobernadas por el Partido Popular en su “cajero automático”,

asegurando que el Ejecutivo se beneficia de los buenos datos económicos de estos territorios mientras desvía la atención de sus propios problemas, especialmente —según su relato— los relacionados con la gestión sanitaria, las huelgas de médicos o la falta de profesionales en toda España.

Reprochó que no se fiscalicen con el mismo rigor las crisis en comunidades gobernadas por el PSOE, citando casos como la crisis porcina en Cataluña o lo que considera negligencias o irregularidades en regiones socialistas.

El momento más tenso llegó cuando Ayuso abordó la polémica del Hospital de Torrejón, asunto que el Gobierno —según ella— ha tratado de elevar a “crisis mundial” para atacar a su administración.

Durante la semana, una filtración de audios entre directivos de la empresa responsable de la gestión del hospital generó titulares sobre supuestas irregularidades, entre ellas priorización de pacientes por motivos económicos o reutilización indebida de material médico.

La presidenta denunció que parte de la información difundida responde a “rencillas internas”, pidió que se publiquen los audios completos y defendió que las inspecciones realizadas —41 en total, según indicó— no muestran que esas prácticas hayan ocurrido.

Subrayó que el hospital tiene una valoración media de 8,6 sobre 10 por parte de los pacientes y negó tajantemente las acusaciones, afirmando que aceptar tales planteamientos sería señalar injustamente al personal sanitario.

Aunque consideró “inaceptables” algunas de las afirmaciones escuchadas en los audios, recalcó que no reflejan la práctica real del centro y celebró que el directivo responsable ya haya sido apartado.

Ayuso aprovechó además para destacar que, mientras surgía esta controversia, su consejera de Sanidad recibía un reconocimiento internacional en radiología, un dato que contrastó con lo que definió como un intento del Gobierno de utilizar la huelga sanitaria para atacar a las comunidades del PP.

Según su versión, existe un interés político claro en desviar la atención de los problemas nacionales y centrar el foco mediático en Madrid.

La presidenta defendió con insistencia la labor del hospital y de sus profesionales, a quienes dijo apoyar “sin paliativos”.

Alertó de que cualquier manipulación de materiales o priorización indebida de vidas sería una acusación gravísima hacia el personal sanitario, y remarcó que no permitirá que se cuestione su profesionalidad sin fundamento.

Una vez más, puso el foco en los medios que difundieron las filtraciones, animándolos a publicar las conversaciones completas para que la opinión pública pueda extraer conclusiones con contexto.

Ayuso cerró su intervención reiterando su compromiso con la Constitución y con la unidad del país frente a lo que considera ataques coordinados para “deslucir” el aniversario.

Recordó que todos los partidos con representación en la Asamblea de Madrid fueron invitados al acto, excepto el Gobierno central, al que responsabiliza de promover una imagen negativa de las instituciones madrileñas.

Su mensaje final, antes de despedirse con un “Feliz día a todos”, mezcló celebración constitucional con una advertencia política: Madrid no cederá ante lo que ella describe como una estrategia estatal para desacreditar su gestión y agitar el clima político.

Un discurso encendido, directo y profundamente confrontativo, en el que Ayuso consolidó una vez más su posición como una de las voces más combativas contra el Gobierno central.

Una intervención marcada por el choque institucional, la denuncia constante y la defensa cerrada de su modelo de gestión, que vuelve a colocar a Madrid en el epicentro de la batalla política nacional.