Isabel Díaz Ayuso protagonizó una encendida intervención en la Asamblea de Madrid, lanzando duras críticas al PSOE y Más Madrid por los casos de corrupción, la flotilla hacia Gaza y el debate sobre el aborto.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, volvió a ser la protagonista indiscutible de la sesión plenaria en la Asamblea.
Lo que parecía una jornada más de debate político se convirtió en un auténtico terremoto cuando Ayuso tomó la palabra y lanzó una réplica tan directa como incendiaria al PSOE y Más Madrid.
Su intervención, salpicada de ironía, indignación y una buena dosis de sarcasmo, dejó sin palabras incluso a los más veteranos de la bancada opositora.
“Ustedes no representan la defensa de los derechos, representan el cinismo institucionalizado”, comenzó diciendo, mirando directamente a los portavoces socialistas.
“Hablan de paz, pero se callan ante los sobres del PSOE; hablan de solidaridad, pero se escandalizan solo cuando conviene.
Y mientras tanto, intentan tapar con flotillas y pancartas la vergüenza de su propia corrupción”. El silencio que siguió fue tan elocuente como la propia frase.
Ayuso, fiel a su estilo combativo, no dudó en tocar todos los temas que han agitado la actualidad política en los últimos días: desde el informe de la UCO sobre los presuntos sobres con dinero vinculados al PSOE, hasta el polémico episodio de la llamada “flotilla solidaria” hacia Gaza.
Pero fue su manera de enlazar cada asunto lo que mantuvo en vilo al hemiciclo.
“Resulta curioso que quienes aplauden flotillas que nunca llegan con ayuda humanitaria sean los mismos que guardan silencio cuando se descubren sobres con dinero en su propio partido.
Hablan de moral, pero la aplican a conveniencia”, espetó. Su tono, entre la ironía y la indignación, arrancó murmullos entre las filas socialistas, mientras desde el PP se oían aplausos.

El intercambio no se detuvo ahí. La líder popular aprovechó también para responder a las críticas de Más Madrid sobre el aborto, después de que la oposición acusara a su gobierno de “fomentar la regresión de los derechos de las mujeres”.
Ayuso fue tajante: “Defender la vida no es retroceder, es creer en la libertad de las mujeres para decidir sin presiones políticas. Y a ustedes, que convierten el aborto en un arma electoral, les diré una cosa: la libertad no se impone, se respeta”.
Sus palabras generaron una oleada de reacciones en la Asamblea. La portavoz de Más Madrid intentó replicar, pero Ayuso no le dio respiro: “Dejen de hablar de derechos mientras callan ante los abusos de sus aliados.
Ni los sobres del PSOE ni las flotillas del espectáculo les van a limpiar la conciencia”.
Lo más llamativo de la intervención fue el tono mordaz con el que Ayuso abordó el llamado “escándalo de las chistorras”, una trama de presunta corrupción que salpica al entorno socialista.
“Cada día nos cuentan una historia nueva: sobres, embutidos, comisiones… ya no sé si estamos ante un caso judicial o ante una charcutería de barrio.
Pero lo que sí sé es que los madrileños están hartos de ser tomados por tontos”, dijo entre risas, provocando una mezcla de aplausos y carcajadas entre sus compañeros de bancada.
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La presidenta madrileña fue más allá y conectó el asunto con la política internacional, refiriéndose al reciente acuerdo de paz impulsado por Donald Trump entre Israel y Hamás, que algunos sectores de la izquierda española han despreciado abiertamente.
“El mundo se mueve mientras ustedes siguen atrapados en consignas.
Hablan de paz, pero apoyan a quienes siembran odio. Critican a Trump por buscar acuerdos y se arrodillan ante regímenes que no respetan ni la vida ni la libertad. Esa es la incoherencia de la izquierda moderna”, afirmó, levantando la voz en los últimos compases de su intervención.
Desde la bancada socialista, el portavoz respondió con un gesto de desaprobación: “Presidenta, su discurso es una caricatura, una mezcla de chistorras, flotillas y fake news”.
Ayuso, sin perder la sonrisa, replicó: “Lo que es una caricatura es su partido, que presume de ética mientras sus dirigentes reparten sobres.
Y si de fake news hablamos, no hay mayor mentira que la que ustedes repiten cada día: que trabajan por la gente. No, trabajan por ustedes mismos”.
El choque verbal encendió la sesión. Los diputados de Vox aplaudieron la intervención, mientras los de Más Madrid intentaban recuperar el control del debate entre protestas y abucheos. Pero Ayuso ya había conseguido su objetivo: dominar la escena y marcar el tono del día.
Al salir del pleno, varios periodistas le preguntaron si consideraba que su intervención había sido demasiado dura.
Ayuso, con una sonrisa contenida, respondió: “Lo que es duro es ver cómo algunos se enriquecen mientras predican moral desde los atriles. Yo solo digo lo que muchos españoles piensan, pero no pueden decir”.

Su estrategia de hablar sin filtros vuelve a situarla en el centro de la atención mediática. En redes sociales, los usuarios no tardaron en convertir su réplica en tendencia.
Los defensores de Ayuso aplaudieron su valentía por “decir la verdad sin miedo”, mientras sus detractores la acusaron de “populismo agresivo”. Pero incluso entre sus críticos, pocos pudieron negar que la presidenta madrileña domina el arte de la palabra y la confrontación.
Lo cierto es que, más allá del espectáculo político, el discurso de Ayuso refleja el clima de tensión que atraviesa la política española. La crispación es máxima, y las acusaciones cruzadas entre Gobierno y oposición parecen no tener fin.
Cada sesión en la Asamblea se convierte en un nuevo campo de batalla donde las frases pesan tanto como los hechos.
“España necesita líderes que hablen claro, no que repartan sobres ni monten flotillas simbólicas mientras la gente sufre”, concluyó Ayuso, antes de abandonar el hemiciclo entre aplausos.
Su frase final resumió el espíritu de su intervención: desafiante, provocadora y fiel a su estilo.
El eco de su discurso seguirá resonando durante días.
En un momento en que el PSOE enfrenta escándalos judiciales y el Gobierno intenta contener el desgaste, Ayuso aprovecha cada oportunidad para presentarse como la voz de una oposición firme, directa y sin miedo a incomodar.
Y, una vez más, logró lo que se proponía: poner en pie a la Asamblea y marcar la agenda política nacional.
