Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo confrontaron al gobierno de Pedro Sánchez en TVE, denunciando la división del país y la manipulación política desde Moncloa.

El Parlamento español se convirtió en un auténtico campo de batalla cuando un diputado denunció públicamente las supuestas irregularidades en el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), apuntando a contratos presuntamente ilegales, encuestas manipuladas y favoritismos que comprometen la credibilidad de la institución.
Durante su intervención, el diputado cuestionó con firmeza la actuación de los responsables, exigiendo respuestas sobre contratos que involucran a empresas públicas como Trasa y Trasatec, supuestamente utilizadas para trabajos de campo del CIS,
y alertó sobre la contratación de personas que, según él, no cumplían funciones reales pero sí percibían remuneración, señalando a figuras vinculadas al gobierno socialista.
El diputado inició su intervención subrayando que, en un estado de derecho, la justicia debe actuar cuando se cometen delitos.
Sin embargo, cuestionó la supuesta presión del gobierno sobre profesionales progresistas honestos, preguntando por qué se impediría a ciertos expertos realizar su trabajo.
“¿Por qué amenaza usted a Claro?”, inquirió, haciendo alusión a la necesidad de permitir que los técnicos cumplan sus funciones sin interferencias políticas.
Criticó que las encuestas del CIS, bajo la dirección de José Félix Tezanos, no solo serían sesgadas sino también ilegales, alegando que contravienen múltiples artículos de la Ley de Contratos del Sector Público y la Constitución, al utilizar recursos públicos para fines que no corresponden al objeto social de las empresas contratadas.
El diputado no dudó en cuestionar la ética y la legalidad de las contrataciones, mencionando específicamente a una empleada llamada Jessica, cuya contratación fue considerada exprés y sin cumplir con los requisitos legales.
“¿Le parece eso ético? ¿Le parece moral? Además de ser ilegal”, afirmó, señalando que estas prácticas dañan la reputación del CIS y reflejan un uso indebido de recursos públicos, especialmente del dinero destinado a sectores estratégicos como el agro y el medio ambiente.
Denunció que estos contratos se realizan bajo indicaciones de ministros, lo que a su juicio constituye un acto de corrupción y favoritismo político.

La intervención continuó con críticas al manejo de las encuestas. El diputado señaló que el CIS no pregunta sobre escándalos políticos relevantes, como las imputaciones de figuras cercanas al gobierno, acuerdos con partidos políticos o casos judiciales controvertidos.
Aseguró que las preguntas siempre se ajustan a los intereses del gobierno, ignorando temas de verdadero interés público, y acusó a Tezanos de llamar “tabernarios” a más de la mitad de los votantes españoles, en un gesto que calificó de ofensivo y parcial.
En medio del debate, el diputado defendió la profesionalidad de los trabajadores del CIS, diferenciando su labor de las decisiones políticas que, según él, distorsionan los resultados de las encuestas.
Señaló que las empresas públicas encargadas de los trabajos de campo, Trasa y Trasatec, no tienen como objeto social la realización de encuestas electorales, y que su uso para tales fines constituye una irregularidad legal grave.
Asimismo, destacó que los convenios y contratos deberían ser transparentes y públicos, subrayando la falta de claridad en la gestión y la supervisión de los recursos.
El tono del debate fue tenso y lleno de acusaciones directas. El diputado criticó la falta de neutralidad y profesionalismo en la redacción de las preguntas del CIS, asegurando que muchas de ellas están diseñadas con mala fe y con intención de favorecer al gobierno.
Insistió en que la población española tiene derecho a recibir información veraz de las instituciones públicas, algo que, según denunció, no se cumple en la práctica.
Señaló que los ciudadanos deberían estar informados sobre los contratos, los trabajos realizados y las irregularidades que afectan a las instituciones encargadas de medir la opinión pública.

Entre los temas abordados también se encontraban la aprobación de leyes y la función del Senado, que según el diputado, se manipula a conveniencia política.
Rechazó los argumentos de los representantes del gobierno que defendían las decisiones del CIS y criticó la justificación de que la institución actúa conforme a criterios técnicos, cuando, según él, estos criterios se subordinan a intereses partidistas.
El diputado hizo hincapié en la gravedad de lo que considera malversación de fondos públicos, al utilizar dinero destinado al mundo rural y a empresas públicas para encuestas manipuladas que benefician a determinados sectores políticos.
Denunció que los contratos se realizan sin transparencia, favoreciendo a personas cercanas al gobierno y sin respetar procedimientos legales.
Esta situación, según sus palabras, representa una “vergüenza” y un “escándalo” que pone en duda la imparcialidad y la credibilidad del CIS.
Además, cuestionó la cobertura mediática, denunciando que el gobierno financia pseudomedios que no contrastan información y difunden falsedades, contribuyendo a la manipulación de la opinión pública.
Aseguró que estas prácticas afectan la confianza de los ciudadanos y ponen en riesgo la democracia, al impedir que la población reciba información veraz sobre la gestión de los recursos públicos y las actuaciones del gobierno.

El debate terminó con un tono de confrontación directa, donde se mezclaron denuncias de ilegalidad, favoritismo político y manipulación de encuestas.
Las acusaciones sobre la contratación de personas sin trabajar, la utilización indebida de empresas públicas y la parcialidad en las encuestas han generado un fuerte revuelo político, que promete continuar en las próximas sesiones parlamentarias.
La intervención del diputado dejó claro que, según su visión, el CIS ha perdido credibilidad y transparencia, y que el gobierno debe rendir cuentas sobre el uso de fondos públicos y la integridad de sus instituciones.
La polémica generada por estas denuncias ha encendido el debate sobre la imparcialidad de las encuestas oficiales y la responsabilidad de quienes dirigen instituciones clave para la democracia española.
Las acusaciones de ilegalidad, malversación y manipulación mediática continúan resonando, generando inquietud en la opinión pública y aumentando la presión sobre el gobierno para dar explicaciones claras y concretas.
La situación ha dejado al descubierto, según las denuncias, un entramado de favoritismos y prácticas cuestionables que ponen en entredicho la transparencia y la ética de las instituciones responsables de medir la opinión de los ciudadanos.
En definitiva, lo ocurrido en el Parlamento no solo refleja tensiones políticas profundas, sino también la preocupación por la gestión de fondos públicos, la imparcialidad de las instituciones y la confianza de los españoles en la información que reciben.
Las denuncias de encuestas falsas, contrataciones irregulares y uso indebido de recursos públicos han transformado al CIS en el epicentro de un escándalo que sacude al gobierno y que promete mantenerse en el foco mediático en los próximos días.