El primo del Rey y su esposa, que se casaron en octubre de 2002 y son padres de tres hijos, decidieron tomar caminos separados hace un año aunque ha sido ahora cuando Bárbara ha confirmado su ruptura.

El anuncio de la separación de Bruno Gómez-Acebo y Bárbara Cano ha sacudido los cimientos de la familia real española.
Tras más de dos décadas de matrimonio, la pareja, considerada hasta ahora un ejemplo de estabilidad dentro del entorno del Rey Felipe VI,
ha decidido tomar caminos separados, poniendo fin a una etapa marcada por la unión familiar, tres hijos y una intensa vida social que los mantenía en el foco mediático.
Bárbara Cano, de 52 años, ha confirmado la noticia en una entrevista exclusiva, describiendo el proceso como “muy doloroso y difícil”, y destacando que, pese a todo, la relación entre ambos continúa siendo cordial por el bienestar de sus hijos.
Bruno, primo del Rey Felipe VI y único de los hijos de la infanta Pilar que permanecía casado en primeras nupcias,
ha trasladado su residencia a Miami, donde ejerce como vicepresidente de la consultora financiera Boreal Capital, aunque viaja periódicamente a Madrid para mantenerse cerca de sus tres hijos: Alejandro Juan, Guillermo y Álvaro.
Por su parte, Bárbara Cano sigue residiendo en la casa familiar de Madrid y dirige su propio estudio de paisajismo, centrando su tiempo en la profesión que ha desarrollado durante años y en la crianza de sus hijos.
La pareja, que contrajo matrimonio en octubre de 2002 en el monasterio de la Encarnación tras un noviazgo de más de cinco años, fue testigo de la presencia de la familia real en su boda, un reflejo de la cercanía que mantenían con los miembros más destacados del linaje.

El matrimonio de Bruno y Bárbara siempre fue percibido como un pilar de estabilidad dentro del entorno del Rey Felipe VI.
Durante sus 22 años de vida en común, superaron juntos momentos de alegría y dolor, incluyendo la pérdida de seres queridos en los últimos años, como la infanta Pilar en 2020 y, posteriormente, sus hermanos Fernando y Juan Gómez-Acebo en 2024.
Estos episodios de duelo marcaron profundamente a la familia, y, aunque la pareja logró sobreponerse, la convivencia fue puesta a prueba,
dejando entrever tensiones que culminaron en la separación anunciada hace aproximadamente un año y confirmada recientemente por Bárbara.
La diseñadora de jardines ha destacado que, a pesar del fin de su relación matrimonial, lo que prevalece hoy es “una relación cordial, basada en el respeto y en el compromiso común con los hijos”.
Este enfoque pone de relieve la madurez con la que ambos enfrentan la ruptura, priorizando la estabilidad emocional y la educación de Alejandro Juan, Guillermo y Álvaro sobre cualquier conflicto personal.
Además, recalca que, aunque el proyecto de vida conjunto ha concluido, la relación familiar sigue siendo un elemento central en sus vidas, con un entendimiento mutuo que permite la coordinación en la crianza de los niños y la gestión del hogar familiar.
El traslado de Bruno a Miami responde tanto a cuestiones laborales como a la necesidad de un cambio de entorno tras años de intensos compromisos profesionales y familiares en España.
Su presencia en la capital estadounidense le permite desarrollar su carrera en la consultora Boreal Capital, mientras mantiene un vínculo estrecho con su familia mediante visitas regulares y comunicación constante.
La decisión de residir en lugares distintos refleja, además, la voluntad de la pareja de respetar los espacios personales y las nuevas etapas de su vida individual, sin interferir en la estabilidad de sus hijos.

Bárbara Cano, por su parte, ha encontrado en su estudio de paisajismo un refugio profesional que le permite continuar desarrollando su creatividad y mantener su independencia económica y personal.
La continuidad de su residencia en la casa familiar asegura un entorno seguro y familiar para los niños, mientras que la planificación del tiempo compartido con Bruno se gestiona cuidadosamente para que la transición sea lo menos disruptiva posible.
Esta organización refleja la importancia que ambos conceden a la crianza de sus hijos y a la preservación de un entorno emocional estable, a pesar de la separación.
El anuncio de la ruptura también ha generado un intenso debate mediático, dado que Bruno Gómez-Acebo y Bárbara Cano representan la última pareja estable en primera nupcias dentro de la familia de la infanta Pilar.
Su separación no solo pone fin a una historia de más de dos décadas, sino que también marca un cambio significativo en la percepción pública de la unidad familiar en el entorno del Rey Felipe VI.
La noticia ha despertado gran interés entre los medios de comunicación y seguidores de la realeza, quienes siempre han seguido de cerca la vida personal de la familia real y de sus miembros cercanos.
Cabe destacar que la confirmación de la ruptura coincide con un periodo reciente de pérdidas familiares importantes para Bruno, lo que añade un matiz de complejidad emocional a la situación.
La resiliencia demostrada por la pareja para mantener la estabilidad de sus hijos, aun tras afrontar estas adversidades, pone de manifiesto un compromiso profundo con los valores familiares, más allá de la relación matrimonial.
La prioridad sigue siendo garantizar que los niños crezcan en un entorno seguro y afectuoso, con la guía y presencia de ambos padres.

La historia de Bruno y Bárbara, desde su boda en 2002 hasta la actualidad, refleja la evolución de un matrimonio que supo combinar la vida pública y los compromisos familiares con la discreción y el respeto por su privacidad.
Su relación ha estado marcada por logros personales y profesionales, así como por retos familiares que han requerido fortaleza y unidad.
El cierre de este capítulo no borra los recuerdos compartidos ni los logros alcanzados juntos, sino que abre una nueva etapa en la que la comunicación, la cooperación y el respeto seguirán siendo elementos clave para la familia.
Finalmente, la separación de Bruno Gómez-Acebo y Bárbara Cano nos recuerda que incluso en el entorno más privilegiado y aparentemente estable, los cambios personales y los retos familiares pueden marcar un antes y un después.
La capacidad de ambos para mantener la cordialidad, priorizar a los hijos y afrontar la nueva etapa con madurez será fundamental para que esta transición sea positiva y constructiva.
El seguimiento mediático y la atención pública hacia esta noticia reflejan no solo el interés por la vida de la realeza, sino también la relevancia de la gestión emocional y familiar en circunstancias de ruptura prolongada y pública.
Esta separación, aunque dolorosa, se convierte en un ejemplo de cómo manejar cambios profundos con respeto, cooperación y enfoque en el bienestar de los hijos, mostrando que la vida familiar puede continuar de manera saludable, incluso cuando un matrimonio llega a su fin.
