ABC estuvo presente en la grabación del programa de Andreu Buenafuente en La 1 de este jueves. El presentador habló también con este periódico sobre los límites del humor y la situación actual de RTVE
Andreu Buenafuente volvió a conquistar La 1 con su programa *Futuro Imperfecto*, y lo hizo con una combinación letal de humor, ironía y crítica política que dejó al público boquiabierto.
Desde la polémica flotilla hasta las bromas sobre el Partido Popular, pasando por referencias sutiles a Ábalos y a la corrupción, el catalán demostró que la televisión pública puede ser un escenario donde la comedia se convierte en un arma de reflexión social.
“Te digo una cosa”, confesaba entre risas antes de empezar el programa, “si empiezas a tener autocensura, mejor te vas a casa. El humor es vivir, y yo estoy vivo”.
Con esta frase, dejaba claro que su guion no sería una comedia convencional, sino un espectáculo cargado de punzantes observaciones sobre la actualidad política y social.
El programa arrancó de manera inesperada con una entrevista al escritor David Uclés, autor de *La península de las casas vacías*, cuyo libro sobre la Guerra Civil Española atrajo más de 200.000 lectores.
Buenafuente aprovechó la oportunidad para introducir a la audiencia en un viaje que mezclaba historia, política y humor, cediendo incluso la palabra a su mujer Silvia para explicar mejor la obra.
Entre referencias a Franco, censura y anécdotas familiares, Uclés contó cómo su vida bohemia fue criticada por su padre, que le pedía dejar la música callejera y dedicarse a algo “serio”.
La intervención, cargada de ironía, sirvió para abrir un debate sobre cómo la historia española aún sigue marcando la actualidad.
Tras este arranque cultural, el programa no tardó en saltar a la política más candente.
La flotilla que captó la atención internacional fue uno de los primeros blancos de Buenafuente. Con un toque de sarcasmo, comentó: “El Gobierno les ha acompañado hasta que llegaron a aguas peligrosas. ¿De qué les iban a proteger hasta ese momento? ¿De las medusas?”.
La broma, leída desde el teleprompter, se convirtió en una carcajada inevitable gracias al arte del presentador. Su ironía no dejó de lado al PSOE y puso sobre la mesa una crítica a la gestión política de la flotilla y su cobertura mediática.
No podía faltar la figura de Isabel Díaz Ayuso, protagonista de varios chistes del programa. Buenafuente no escatimó en ironía al hablar de sus diferencias con el rey Felipe VI y sus actuaciones respecto a residencias y políticas locales.
Con referencias a Pedro Sánchez y la ONU, el presentador dibujó un retrato humorístico pero crítico de la interacción entre los políticos y la monarquía.
“Igual le está diciendo: ‘ya he encontrado a otro secretario para la organización, ya verás que pongo a otro y no sale corrupto’”, bromeó, provocando un silencio cómplice entre los espectadores, que alternaban risas y reflexión.
El Partido Popular tampoco salió indemne de las bromas. Buenafuente hizo referencia a su propuesta del ‘visado por puntos’ para inmigrantes, jugando con ejemplos como Feijóo para la cultura, Noelia Núñez para los estudios y Ayuso para cumplir la ley.
Cada comentario provocaba risas en el público y, al mismo tiempo, dejaba entrever una crítica implícita a las políticas simplistas y a la falta de coherencia del partido.
La habilidad del presentador para convertir la sátira política en un espectáculo entretenido y didáctico quedó más que demostrada.
En un giro inesperado, Buenafuente se puso serio y recurrió al teatro para hablar sobre qué significa ser español.
Con un texto cuidadosamente preparado, explicó: “Ser español es hablar bien, respetar nuestras costumbres y no robar… pero después de lo que hacen nuestros políticos, no será robar una costumbre”.
Esta reflexión teatralizó el concepto de ciudadanía y responsabilidad, generando un impacto que fue más allá de la risa inmediata.
Entre aplausos y el lanzamiento de rosas desde el público, la escena evidenció la capacidad del humor de tocar fibras sensibles sin perder el entretenimiento.
El catalán también reflexionó sobre los límites del humor, dejando claro que existe un equilibrio entre libertad creativa y responsabilidad social. “El humor ayuda a soportar la realidad, no tanto a comprenderla.
La realidad es dura, y el humor la aligera. El límite es el dolor: en el dolor no hay humor. Esa es mi frontera”, explicó, mostrando su experiencia y el cuidado que pone en cada guion.
Buenafuente matizó que, aunque las empresas actúan como filtros editoriales, en su programa cuenta con libertad para moverse y comentar la actualidad sin autocensura, un lujo pocas veces visto en televisión pública.
La gestión de la comedia política en RTVE fue otro punto destacado por Buenafuente. Señaló que la libertad editorial y de movimiento que tiene es fundamental para crear un programa que no solo entretenga sino que también provoque reflexión.
“Cuando te dicen ‘tú verás, tú mismo’, toda la presión la tienes tú, tu equipo y tu concepto de televisión. Me parece lo ideal para trabajar”, afirmó, dejando entrever la responsabilidad que conlleva ser un referente del humor en un canal público.
Durante el programa, Buenafuente demostró su maestría al combinar entrevistas, sátira política y reflexiones profundas sobre la identidad y la historia española.
Desde referencias a la flotilla y la corrupción hasta bromas sobre la monarquía y la política nacional, cada bloque del programa estaba pensado para mantener al espectador entretenido y, al mismo tiempo, cuestionar la realidad social y política.
La audiencia asistió a un espectáculo que mezclaba diversión con análisis crítico, una fórmula que sigue consolidando al catalán como uno de los comunicadores más completos de la televisión española.
El humor de Buenafuente no es solo para reír; es un espejo de la sociedad. Su capacidad para tocar temas sensibles sin caer en la vulgaridad o el odio muestra una visión madura de la comedia.
“El humor se usa mucho, y yo le tengo cariño, intento protegerlo. Por mucho que lo amenaces, se abre paso”, aseguró, demostrando que la sátira política puede ser un instrumento de crítica y reflexión, no solo de entretenimiento.
En conclusión, *Futuro Imperfecto* demostró que la televisión pública puede ser un escenario para el humor inteligente y la crítica constructiva.
Andreu Buenafuente logró mezclar política, historia, sátira y emoción en un programa que mantuvo a la audiencia en tensión constante entre la risa y la reflexión.
Desde la flotilla hasta las bromas sobre Ayuso, pasando por el teatro sobre la identidad española y las referencias a Ábalos y la corrupción, cada segmento del programa mostró que la comedia puede ser un vehículo potente para abordar la complejidad de la actualidad.
Con este formato, Buenafuente confirma que el humor sigue siendo un antídoto imprescindible en tiempos de polarización y crispación, recordándonos que reír también es pensar.
El espectáculo que ofrece *Futuro Imperfecto* no solo entretiene: educa, provoca y cuestiona, llevando al espectador a reflexionar sobre la política, la sociedad y su propio papel como ciudadano.
La fórmula de Buenafuente, equilibrando ironía y reflexión, demuestra que la comedia televisiva tiene un futuro brillante, siempre que exista libertad, creatividad y un respeto profundo por la inteligencia del público.
