Carmen Maura ha criticado duramente a la actual izquierda del PSOE, calificándola de “agresiva y desagradable” y marcando un claro distanciamiento con el partido.

Carmen Maura nunca ha tenido miedo de hablar claro. A sus 79 años, la legendaria actriz española, musa eterna de Pedro Almodóvar y símbolo de una época dorada del cine y la libertad cultural, vuelve a situarse en el centro del debate público.

En una reciente entrevista, sus palabras han caído como una bomba entre los seguidores del PSOE y en buena parte del panorama político.

“Mi izquierda no era esta izquierda agresiva y desagradable que es hoy”, sentenció sin temblar, marcando así un punto de ruptura con el partido al que durante décadas muchos la asociaron.

El tono no fue casual. Maura habló con la franqueza de quien ha vivido y observado varias Españas, desde la euforia de la Transición hasta la crispación actual.

“Lo de ahora no tiene nada que ver, pero nada, con lo que fue este país en los 80”, lamentó, recordando los años de la Movida madrileña, aquel torbellino de arte, rebeldía y libertad que definió toda una generación.

“En aquella época teníamos muchísima más libertad. Podías decir lo que quisieras, y no pasaba nada. Hoy todo son juicios, señalamientos y meterse en la vida del otro.”

Su diagnóstico no es nuevo, pero cobra un peso especial viniendo de quien fue uno de los rostros más emblemáticos del despertar cultural español.

Con la voz pausada y el gesto sereno, Maura evocó un tiempo en el que el cine, la música y la televisión respiraban sin miedo a la censura social o política.

“La gente podía ser de derechas, de izquierdas o de nada, y nadie te juzgaba por eso. Hoy parece que todo el mundo está esperando a que digas algo para atacarte. Es agotador”, afirmó, visiblemente molesta por lo que considera una pérdida de espontaneidad y pluralidad.

El público, acostumbrado a su estilo directo y sin filtros, recibió estas declaraciones con sorpresa, y las redes sociales se convirtieron en un campo de batalla.

Mientras unos la aplauden por “decir lo que muchos piensan y pocos se atreven a decir”, otros la acusan de haber perdido la conexión con la realidad social actual.

Pero Maura, fiel a sí misma, no se dejó intimidar. “Bueno, si es que se puede llamar izquierda a esta cosa lamentable de ahora”, lanzó, con un tono tan irónico como desafiante.

Más allá de la provocación política, sus palabras tocan una fibra más profunda: la nostalgia por un país más libre, menos encorsetado por la corrección y el miedo a opinar.

En su recuerdo, la España de los 80 era una fiesta de creatividad y de diversidad, donde cada uno encontraba su voz sin pedir permiso. “En la Movida podías ser quien quisieras, vestir como quisieras, hablar de todo. Nadie te cancelaba por tener una opinión distinta”, dijo.

Pero no todo en su discurso fue queja. La actriz quiso también reivindicar la parte luminosa de su país, esa que, según ella, algunos prefieren ignorar.

“Yo estoy orgullosa de ser española. Cuando voy por ahí fuera no se me ocurre hablar de las cosas malas, las cosas malas se guardan para uno”, comentó, con un orgullo que se mezclaba con cierta tristeza.

“Hay gente en la izquierda que parece que se avergüenza de España, y eso me duele. España es un país maravilloso, y los del cine hemos hecho mucho por que se nos respete fuera.”

Su defensa del cine español fue otro de los puntos más aplaudidos. Con la naturalidad de quien ha vivido medio siglo frente a las cámaras, recordó el papel fundamental del séptimo arte en la proyección internacional de España.

“Los del cine hemos hecho mucho por este país, mucho más que casi todos los ministros de Exteriores”, afirmó con una media sonrisa que dejaba entrever la ironía pero también el orgullo de una mujer que ha puesto el nombre de España en los grandes festivales del mundo.

Y tenía razón. Carmen Maura fue la primera actriz española en ganar el premio César en Francia, un icono en Cannes y Berlín, y el rostro de una modernidad que redefinió la imagen del país.

Pero en sus palabras se percibe una decepción silenciosa con el rumbo actual. “A la izquierda de ahora yo no la reconozco”, repitió al final, casi en un suspiro.

Sus declaraciones llegan en un momento especialmente sensible para el PSOE y para el panorama político español, marcado por la polarización y la tensión ideológica.

Que una figura del peso cultural de Maura se distancie con tanta claridad del discurso progresista no es solo una anécdota mediática: es un reflejo del malestar que muchos artistas veteranos sienten con la deriva política actual.

No es la primera vez que la actriz rompe el consenso de lo políticamente correcto. En otras ocasiones ya había criticado la falta de tolerancia y la censura social en el ámbito cultural. “Ahora hay que tener cuidado con todo: con lo que dices, con cómo lo dices, con quién lo dices.

Y si no encajas en el molde, te apartan. Es absurdo”, señaló. Su crítica, más que ideológica, parece apuntar al clima general de intolerancia que percibe en la sociedad española.

Lo cierto es que, detrás de su tono provocador, hay un mensaje de fondo que muchos comparten, aunque pocos se atrevan a formular con tanta claridad: la sensación de que la libertad de expresión se ha estrechado y que el miedo al qué dirán ha reemplazado al debate abierto.

“Antes discutías, ahora te insultan. Antes opinabas, ahora te cancelan”, podría resumirse su pensamiento.

En una España donde cada palabra puede convertirse en trending topic, Carmen Maura parece dispuesta a seguir hablando sin filtros.

Quizá por eso, su voz resuena con más fuerza que nunca: porque proviene de una generación que aprendió a construir sin miedo, a disentir sin odio y a reírse de todo, incluso de sí misma.

Su mensaje no es solo político, sino también humano: una llamada a recuperar el respeto, la ironía y la autenticidad que marcaron la mejor versión de la cultura española.

Puede que sus palabras molesten a algunos y entusiasmen a otros, pero nadie puede negar que, una vez más, Carmen Maura ha conseguido lo que pocos logran: que todo un país hable de lo que realmente importa.