La Lotería de Navidad ha sonreído a numerosos famosos, demostrando que la suerte no distingue entre anónimos y celebridades.

La Lotería de Navidad vuelve a demostrar que no entiende de apellidos, cuentas bancarias ni fama.
Cada 22 de diciembre, la melodía de los niños de San Ildefonso recorre hogares, bares y oficinas con la misma promesa para todos: la posibilidad de que la suerte cambie una vida en segundos.
Aunque el imaginario colectivo suele retratar al ganador como el vecino anónimo que celebra con cava ante las cámaras, la realidad es que el azar también ha llamado a la puerta de artistas, presentadores, cantantes, políticos y miembros de la realeza, dejando tras de sí anécdotas tan sorprendentes como humanas.
Uno de los casos más emblemáticos es el del actor Nacho Guerreros. En 2002, su familia fue agraciada con El Gordo de la Lotería de Navidad. No se trató de una fortuna descomunal, pero sí de un impulso decisivo en un momento clave.
Aquel dinero permitió al joven trasladarse a Madrid y apostar sin red por su vocación interpretativa. Con el tiempo, el propio Guerreros ha reconocido que aquel premio fue un punto de inflexión.
“Nos dio margen para aguantar”, ha venido a decir en más de una ocasión, consciente de que en una profesión marcada por la incertidumbre, ese respiro económico puede marcar la diferencia entre abandonar o resistir.
Paradójicamente, su mayor premio acabaría llegando años después con el éxito televisivo, pero la semilla se plantó aquella Navidad.
La periodista y presentadora Mercedes Milá también ha confesado públicamente haber tenido suerte con el sorteo. En su caso, el premio llegó en 2006 a través de participaciones compartidas, una fórmula habitual en redacciones y equipos de trabajo.
El dinero no supuso un cambio radical en su estilo de vida, pero sí reforzó su visión del sorteo como un ritual social cargado de simbolismo. Para Milá, la Lotería no es solo dinero, sino ilusión compartida, esa emoción colectiva que iguala durante unas horas a todo un país.
En el mundo de la música, Soraya Arnelas es otro nombre ligado a la fortuna navideña. La cantante ha reconocido haber ganado premios importantes, incluido un segundo premio compartido.
En un momento de consolidación profesional, aquel ingreso fue un alivio económico que le permitió afrontar con mayor tranquilidad una carrera tan exigente como volátil. No cambió su rumbo artístico, pero sí aportó estabilidad en una etapa clave.

La suerte también ha pasado por Zarzuela. Con motivo de su boda, los entonces Príncipes de Asturias recibieron como regalo el número 22.504, correspondiente a la fecha de su enlace.
El obsequio tenía una historia detrás: quien lo regaló se aseguró de comprar varios números consecutivos para garantizar que alguno resultara premiado.
El resultado fue una suma total de 26.592 euros, repartidos a partes iguales entre Don Felipe y Doña Letizia. El dinero no se quedó en palacio, ya que fue donado íntegramente a una ONG, un gesto que subrayó el carácter simbólico del premio más que su valor material.
La Moncloa tampoco ha sido ajena a la fortuna. Pedro Sánchez vivió en 2022 su particular estreno como ganador de la Lotería de Navidad, con un total de 320 euros procedentes de premios menores.
Dos décimos comprados en la sede del PSOE y otro adquirido en un entorno institucional le dieron pequeñas alegrías que el presidente compartió con una sonrisa, reconociendo que era la primera vez que le tocaba algo en el sorteo.
Otros rostros conocidos han acumulado premios más modestos, pero igualmente celebrados. Joaquín Prat ha relatado en tono humorístico cómo alguna pedrea y varias participaciones le permitieron sumar unos cientos de euros.
Isabel Gemio y Nieves Herrero han admitido haber ganado cuartos premios o pequeñas cantidades, fruto de esa costumbre tan española de compartir décimos entre familiares y compañeros.
Carlos Sobera, por su parte, ha explicado que nunca ha logrado un gran premio, pero sí ha recuperado dinero en varias ocasiones gracias a pedreas y aproximaciones que rondaron los 300 euros.
En el rock nacional, Fortu, líder de Obús, se llevó en 2015 dos décimos de un quinto premio que le reportaron alrededor de 12.000 euros, una cifra nada despreciable.
Algunas historias rozan lo cinematográfico. Elena Viñambres, conocida como la “mujer del tiempo” de Telemadrid, vivió la suerte en directo gracias a un décimo que le regaló su suegra.
El número resultó premiado con 400.000 euros, convirtiendo una jornada de trabajo en un recuerdo imborrable que compartió con sus compañeros entre incredulidad y euforia.

No todas las anécdotas tienen final feliz. Carmen Lomana ha contado que llegó a estar premiada sin saberlo. No comprobó el décimo y dejó pasar el plazo para cobrarlo.
“No lo miré y me había tocado… imagínate el horror”, confesó, convirtiendo su despiste en una de las historias más comentadas sobre la cara amarga del azar.
Fuera de España, la suerte también ha tenido protagonistas ilustres. En el Reino Unido, la Reina Isabel II ganó en 1994 una pequeña cantidad en el primer sorteo de la nueva lotería nacional.
Compartía el juego con otras personas, entre ellas su marido y la Reina Madre, por lo que el premio final fue casi simbólico. Mucho más afortunado fue Thomas Markle, padre de la duquesa de Sussex, que en 1987 ganó 750.000 dólares.
Invirtió buena parte de ese dinero en la educación de su hija, un gesto que con el tiempo adquiriría un significado casi premonitorio.
La cantante Madonna ganó en 2012 alrededor de 120.000 euros en el SuperEnalotto italiano. Para ella, la cifra era irrelevante, pero decidió donar íntegramente el premio a proyectos educativos en Malawi, reforzando su compromiso solidario.
En México, la actriz Carmen Salinas recibió un décimo como regalo que le permitió comprar la casa familiar, un premio que siempre definió como sinónimo de seguridad.
En Estados Unidos, el actor Roy Cockrum se convirtió en millonario al ganar 153 millones de dólares en la Powerball y destinó gran parte de su fortuna a apoyar el teatro y las artes escénicas.
Historias distintas, premios desiguales y un denominador común: durante unos instantes, la suerte también se hace famosa y recuerda que, al menos una vez al año, todos juegan en igualdad de condiciones.
