Daniel Esteve, líder de Desokupa, criticó duramente a Eduardo Casanova por sus declaraciones sobre la supuesta censura en el cine, calificando su postura de hipócrita y señalando que se beneficia de subvenciones públicas sin conectar con el público.

En un reciente intercambio de palabras, el líder de Desokupa, Daniel Esteve, ha arremetido contra el actor Eduardo Casanova tras sus declaraciones en una entrevista que han generado un intenso debate en las redes sociales y en la opinión pública.
Casanova, conocido por su estilo provocador, afirmó que los profesionales del cine viven “con miedo a posicionarse”, sugiriendo que existe un “silencio impuesto por el sistema” que les impide expresar sus opiniones sobre cuestiones internacionales.
Según él, este miedo a la cancelación afecta su libertad de expresión y su estabilidad económica.
Las palabras de Casanova han sido interpretadas por muchos como una manifestación de victimismo, especialmente en un contexto donde su carrera se ha visto respaldada por numerosas producciones financiadas con dinero público.
“Los actores y directores están condicionados por un truco maquiavélico del sistema”, declaró, añadiendo que deben mantener un discurso “extremadamente blanco”.
Sin embargo, su relato no ha resonado bien entre el público, que ha criticado su desconexión con la realidad cotidiana de los ciudadanos.
Daniel Esteve no ha tardado en responder a estas afirmaciones. En un mensaje contundente publicado en su perfil de X, Esteve desnudó lo que considera la hipocresía de Casanova.
“Eres un parásito, mal actor y un pésimo director”, escribió Esteve, enfatizando que el actor “mereces ir al paro el resto de tus días”.
Esta frase ha capturado la atención de muchos, reflejando el creciente descontento hacia figuras públicas que, según la percepción general, parecen más preocupadas por obtener subvenciones que por conectar con su audiencia.

La respuesta de Esteve ha sido viral, resonando en un contexto donde muchos ciudadanos se sienten frustrados por lo que consideran un uso indebido de recursos públicos.
“Solo servís para pedir subvenciones de películas de mierda que no ven ni las ratas”, continuó Esteve, dejando claro su desprecio hacia lo que él define como una cultura subvencionada que exige reconocimiento sin ofrecer un retorno real al público.
Este choque entre dos figuras tan distintas ha puesto a Casanova en una posición incómoda.
Mientras él intenta presentarse como una víctima de un sistema opresor, las voces críticas sugieren que su verdadero problema no es el miedo a la cancelación, sino una falta de credibilidad y una desconexión con el público.
“La verdadera razón de su silencio no es el miedo, sino su falta de conexión con la realidad”, afirman algunos analistas, quienes consideran que el discurso de Casanova refleja más una crisis de identidad que una lucha genuina por la libertad de expresión.
Este tipo de enfrentamientos no son nuevos en el panorama cultural español, donde la política y el arte a menudo se entrelazan. La figura de Esteve, como líder de Desokupa, representa un sector de la sociedad que reclama un cambio en la narrativa de la cultura subvencionada.
Muchos de sus seguidores ven en su crítica una representación de sus propias frustraciones con un sistema que, en su opinión, favorece a unos pocos a expensas de la mayoría.

Por otro lado, la defensa de la libertad de expresión es un tema delicado en el contexto actual de España, donde las tensiones políticas han llevado a un aumento en la polarización.
Casanova, al posicionarse como un defensor de los derechos de los artistas, intenta atraer a aquellos que se sienten marginados por un discurso dominante que considera restrictivo.
Sin embargo, su enfoque ha sido criticado por no abordar las preocupaciones reales de la ciudadanía.
Este episodio también resalta la importancia de la responsabilidad en el uso de la plataforma pública. En un momento donde las redes sociales amplifican cada palabra, tanto Esteve como Casanova deben considerar el impacto de sus declaraciones.
La reacción del público, tanto a favor como en contra, muestra que la sociedad está dividida en cuanto a la percepción de la cultura subvencionada y la libertad de expresión.
A medida que la controversia continúa, se espera que surjan más debates sobre el papel de los artistas en la sociedad y su responsabilidad hacia el público.
La situación de Casanova sirve como un recordatorio de que, en el mundo del espectáculo, la línea entre el arte y la política es a menudo difusa.
Mientras tanto, Esteve ha logrado captar la atención de aquellos que buscan una voz que represente sus inquietudes y demandas en un entorno cultural que, según ellos, necesita urgentemente una reevaluación.