Diego Guauque informó que finalmente pudo recibir su tercera quimioterapia, luego de un aplazamiento por complicaciones en sus exámenes médicos.

El periodista colombiano Diego Guauque, reconocido por su trayectoria en el programa de investigación “Séptimo Día”, compartió recientemente una actualización sobre su tratamiento contra el cáncer, un proceso que ha seguido de cerca la audiencia que lo admira y acompaña desde que dio a conocer su diagnóstico.
Con emoción contenida y una sinceridad que ha marcado cada una de sus publicaciones, Guauque relató que finalmente pudo recibir su tercera quimioterapia, luego de que esta se pospusiera por complicaciones en sus exámenes médicos.
“Hoy sí fue posible. Hoy mi cuerpo dijo: ‘vamos’”, escribió el periodista en un mensaje que acompañó con una fotografía tomada desde la camilla del hospital.
En la imagen se le ve recostado, concentrado en un libro, mientras a su lado aparece el característico cojín rojo utilizado para administrar doxorubicina.
“Ese de ahí es el famoso cojín rojo. Entra a través del catéter que me instalaron debajo de la clavícula izquierda. Toma dos horas en entrar”, explicó con la precisión que lo caracteriza como comunicador.
Guauque relató que la sesión completa se extiende durante toda la mañana, debido a los diferentes medicamentos que deben administrarse en tiempos separados.
“Después del rojo viene otro medicamento… se me escapa el nombre ahora, pero sé que lo cubren con aluminio porque no puede recibir luz”, comentó entre risas, intentando suavizar la dureza del proceso.
Ese segundo fármaco, agregó, también requiere cerca de dos horas para ingresar a su organismo. Antes de ambos, recibe soluciones salinas destinadas a minimizar mareos, vómitos y náuseas.

La manera en que describe cada detalle parece estar impulsada por una necesidad de mantener informado a su público, pero también por el deseo de documentar, con autenticidad, lo que implica vivir una quimioterapia.
En sus palabras se mezcla la vulnerabilidad de un paciente con la voz firme del reportero que siempre fue.
—¿Y cómo pasa el tiempo mientras avanza el tratamiento? —le preguntó su esposa, la periodista Alejandra Rodríguez, según relató él mismo.
—De todo un poco —respondió Diego—. Como frutas, bebo agua, leo, duermo un rato, veo una peli en la tableta… y chismoseo contigo.
Rodríguez, quien tomó la fotografía que acompañó su publicación, se ha convertido en una presencia cálida e incondicional durante el proceso. Para quienes siguen de cerca a la pareja, es evidente que su compañía ha sido un pilar emocional fundamental.
Guauque también comentó con humor que, aunque trata de mantener la mente ocupada durante las sesiones, los efectos posteriores son inevitables.
“Esos dos cojines me producen mareos y malestar general durante dos o tres días”, reconoció. “Me bajan el apetito, pero después todo vuelve a la normalidad”.
Su actitud, sin embargo, sigue siendo positiva, y su disposición para compartir la realidad —sin filtros melodramáticos, pero tampoco con falsa fortaleza— ha generado una ola de empatía en redes sociales.

Los mensajes de apoyo no tardaron en llegar. “Vamos, guerrero”, escribió un seguidor. “Dios te tiene en sus manos”. Otros destacaron su valentía: “Te ves bien, Diego. Tu actitud ayuda más que cualquier otra cosa”.
Los comentarios se convirtieron en una especie de refugio comunitario, un espacio donde miles de personas encuentran en su historia un motivo para unirse en solidaridad.
El caso de Guauque ha llamado la atención por su transparencia frente a un proceso que muchos viven en silencio.
Su decisión de exponer la intimidad de un tratamiento oncológico —las esperas, los altibajos, los días buenos y los difíciles— ha permitido visibilizar una realidad que suele permanecer oculta tras titulares clínicos o estadísticas impersonales.
Él, con su estilo directo, logra humanizar cada detalle.
Su relato convierte lo que podría ser una experiencia aislada en un diálogo abierto: entre él, su familia, sus compañeros y un público que lo abraza simbólicamente.
En varios momentos, ha comparado su tratamiento con un reto más de los muchos que ha enfrentado en su carrera como periodista de investigación. “Esto también es una historia por contar”, habría comentado a un colega cercano.
Y aunque no es el tipo de historia que él solía perseguir, la enfrenta con la misma disciplina y la misma mirada analítica con la que durante años relató casos complejos del país.

El periodista ha insistido en que, aunque los días difíciles existen, su fe y la compañía de su esposa lo mantienen en pie. En publicaciones recientes, Rodríguez también compartió mensajes esperanzadores, destacando la entereza de Diego.
“Su voluntad es impresionante”, expresó. “Este proceso nos ha enseñado a valorar lo esencial”.
Las reacciones del público, por su parte, reflejan un profundo cariño acumulado después de años de verlo en pantalla.
Muchos lo consideran un ejemplo de profesionalismo y ética, y ahora lo acompañan con palabras que buscan devolverle un poco de lo que él ha entregado desde el periodismo.
La dinámica creada alrededor de sus actualizaciones se ha convertido en un ejercicio colectivo de afecto y resiliencia.
Mientras continúa su proceso médico, Guauque prometió seguir compartiendo las etapas más importantes, siempre con el equilibrio entre privacidad y transparencia que ha mantenido desde el inicio. “Leerlos me da fuerza”, escribió en su post más reciente. “Gracias por estar ahí”.
La historia de Diego no es solo la de un periodista luchando contra una enfermedad, sino la de un hombre que, desde la vulnerabilidad, ha logrado inspirar a miles.
Su mensaje, cargado de humanidad, se resume en una frase que repite cada vez que puede: “Un día a la vez… y con buena actitud”.