La diputada de VOX, Virginia Martínez García, ingresó al pleno de la Asamblea de Murcia vestida con un burka, desafiando las normas del hemiciclo y provocando un enfrentamiento político.

En una sesión marcada por la tensión y la polémica, la diputada de VOX, Virginia Martínez García, protagonizó un momento que ha incendiado las redes sociales y los pasillos de la Asamblea Regional de Murcia.
Martínez García se presentó vestida con un burka, un atuendo que cubre completamente el cuerpo y el rostro, desafiando abiertamente las reglas del hemiciclo y generando un enfrentamiento directo con otros parlamentarios y miembros de la presidencia de la Asamblea.
La presidenta del pleno le recordó inmediatamente que no podía permanecer con esa vestimenta en el salón, ordenándole retirarse o cambiarse.
Sin embargo, Martínez García utilizó el gesto como un acto simbólico para denunciar lo que considera una amenaza a los derechos de las mujeres, señalando que prendas como el burka o el nicab representan la máxima expresión de opresión y sometimiento hacia la mujer en algunas culturas.
“Después de 50 años de democracia, vemos cómo mujeres y niñas deben vivir en cárceles de tela”, afirmó con vehemencia, mientras describía cómo estos ropajes obligan a las menores a permanecer invisibles, calladas y dependientes de un hombre.
Durante su intervención, la diputada subrayó que debajo de un burka puede haber niñas de tan solo 12 años que ya no pueden jugar con sus amigos, asistir a clases extraescolares o ir a la piscina, porque su cuerpo no puede ser visto.
Aseguró que algunas de estas niñas incluso son sometidas a matrimonios forzosos o prácticas violentas en sus países de origen, mientras en España las políticas de fronteras abiertas estarían permitiendo la expansión de estas costumbres en nuestra sociedad.

Martínez García acusó directamente a los principales partidos del país de permitir la importación de culturas que fomentan la sumisión femenina.
Señaló al Partido Popular y al Partido Socialista de “hacer malabarismos para no condenar” estas prácticas y de mostrar una falta de compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres.
En un tono cargado de indignación, la diputada afirmó que estas prendas no son meros elementos culturales o religiosos, sino símbolos visibles de misoginia y dominación masculina.
Durante su discurso, Martínez García enfatizó que en países como Arabia Saudita, Irán y otros estados islamistas, las mujeres sufren restricciones extremas, como no poder conducir, enfrentar penas de cárcel por quitarse el velo, heredar menos que los hombres o depender de la autorización masculina para abrir una cuenta bancaria.
Señaló que este tipo de prácticas, aunque extremas en otros países, ya se están observando en España con matrimonios forzosos y restricciones impuestas a niñas en algunas comunidades.
Para reforzar su argumento, la diputada mencionó la existencia de vídeos difundidos en redes sociales en los que imanes explican cómo las mujeres deben obedecer a sus maridos, cumplir con todas sus órdenes y subordinarlas incluso en actos religiosos voluntarios.
Martínez García denunció que estas doctrinas se imparten con total impunidad y sin que asociaciones feministas o autoridades intervengan para proteger a las mujeres en nuestro país.

El momento más dramático llegó cuando la diputada enfatizó que la Asamblea Regional de Murcia, como representación de la soberanía regional, no puede permitir que se normalice la opresión femenina.
“Nos negamos a que niñas tengan que aprender a levantarse el velo para comer, a andar cinco pasos detrás de un hombre o a cubrirse de arriba a abajo para no provocar”, afirmó, dirigiéndose tanto a sus colegas como a la ciudadanía.
Martínez García presentó la moción de VOX solicitando la prohibición del burka, el nicab, el burkini y el velo en todos los espacios públicos, incluyendo colegios y universidades.
Además, propuso que se endurezcan las sanciones contra cualquier práctica islámica que atente contra la dignidad y los derechos de las mujeres, y que se suspendan las solicitudes de nacionalidad para quienes obliguen de manera coercitiva a mujeres o niñas a usar estas prendas.
Durante su intervención, la diputada desafió directamente a los demás partidos y al Gobierno, señalando que si votaban en contra de la moción, quedarían retratados como defensores de la sumisión femenina.
Con un tono combativo y lleno de emoción, aseguró que Vox continuará luchando por los derechos y libertades de todas las mujeres en España, asegurando que ninguna niña tendrá que ocultarse bajo un trapo para ser aceptada o para sobrevivir.
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El discurso de Martínez García no solo provocó un intenso debate en la Asamblea, sino que también generó un fuerte impacto mediático, convirtiéndose en el centro de la polémica por su forma de protestar y por el contenido de su mensaje.
Su entrada con el burka fue interpretada como un acto de desafío contra las normas parlamentarias y una denuncia directa de lo que considera la falta de acción de los partidos tradicionales frente a la expansión de prácticas culturales que vulneran los derechos de las mujeres.
A lo largo de su intervención, Martínez García combinó la crítica política con la denuncia social y humanitaria, buscando visibilizar la situación de mujeres y niñas que sufren opresión bajo el velo islámico.
Su mensaje insistió en que la sociedad española no puede permanecer indiferente ante estas prácticas y que es responsabilidad de los legisladores proteger a las mujeres de cualquier forma de sumisión cultural o religiosa.
La sesión terminó con un ambiente de confrontación, dejando a la vista las profundas divisiones políticas sobre la integración de ciertas prácticas culturales en España y la defensa de los derechos de las mujeres.
El acto de la diputada de VOX ha sido considerado tanto un gesto simbólico como una provocación política que desafía la sensibilidad de sus colegas feministas y del propio Gobierno, marcando un precedente en la forma en que se aborda el debate sobre el burka, el nicab y otras prendas que generan controversia en el país.
El impacto de esta intervención ya se refleja en las redes sociales y en la opinión pública, donde miles de personas han debatido sobre la libertad individual, la protección de los derechos de las mujeres y la apropiación cultural.
La diputada de VOX dejó claro que seguirá defendiendo su postura y que no cederá ante la presión política, asegurando que su lucha no es solo política, sino también moral, buscando que ninguna niña en España tenga que vivir bajo la sombra de un burka, un nicab o cualquier prenda que represente opresión.
El episodio ha puesto de relieve las tensiones existentes entre la defensa de la libertad de expresión, los derechos de las mujeres y la integración cultural, y marca un antes y un después en la forma en que se abordan estas cuestiones en el Parlamento regional y, potencialmente, en toda España.
La diputada concluyó su intervención con un mensaje contundente: “Mientras Vox tenga fuerza en esta Asamblea, la región de Murcia nunca se someterá al Islam opresivo, y seguiremos luchando por los derechos y libertades de las mujeres, garantizando que ninguna niña tenga que ocultarse bajo un trapo para ser libre”.
Su acto, su discurso y su moción continuarán generando debate y polémica en los próximos días, confirmando que la presencia de Vox en la Asamblea está dispuesta a confrontar directamente a los partidos tradicionales y a la sociedad sobre cuestiones de identidad, cultura y derechos femeninos.