La Diada de 2025 en Barcelona registró solo 28,000 asistentes, marcando la participación más baja desde el inicio del procés y evidenciando el desgaste del movimiento independentista.

El 11 de septiembre de 2025, la tradicional manifestación independentista de la Diada en Barcelona ha sido testigo de un fracaso sin precedentes, con una asistencia que apenas alcanzó las 28,000 personas, según datos de la Guardia Urbana.
Esta cifra representa la participación más baja desde el inicio del procés, dejando al descubierto el desgaste del movimiento secesionista catalán.
En contraste, el año anterior, la misma marcha había congregado a aproximadamente 60,000 personas, y en 2023, la cifra había llegado a 115,000, lo que hace que la caída en la participación sea aún más alarmante.
La protesta, organizada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y respaldada por Òmnium Cultural y otras entidades, comenzó a las 17:14 horas en Pla de Palau y apenas recorrió un kilómetro hasta el monumento a Colón.
Bajo el lema “Más motivos que nunca. Independencia”, la cabecera de la manifestación estuvo presidida por figuras destacadas como Lluís Llach, representante de la ANC, y Xavier Antich, de Òmnium.
Sin embargo, a pesar de la presencia de estos líderes, la movilización se sintió deslucida y perdió fuerza frente a otras reivindicaciones sociales y políticas que han cobrado protagonismo en los últimos tiempos.

Entre las pancartas que se exhibieron durante la marcha, se podían leer referencias a causas diversas, como la situación en Palestina, las deficiencias del servicio de Rodalies y las obras del Monasterio de Sijena.
Este fenómeno ha evidenciado la dispersión de los mensajes y la falta de un enfoque claro en la lucha independentista. La manifestación, que históricamente había sido el epicentro del independentismo en la Diada, ahora parecía estar perdiendo su rumbo.
A pesar de la desilusión palpable entre los asistentes, se llevaron a cabo manifestaciones paralelas en otras localidades, como Gerona, donde se registraron alrededor de 12,000 asistentes, y en Tortosa, Tarragona.
Sin embargo, ninguna de estas movilizaciones pudo compensar la caída de participación en Barcelona, lo que subraya la crisis de apoyo que enfrenta el movimiento secesionista.
El acto final de la Diada estuvo marcado por un gesto simbólico de rechazo hacia la Monarquía. Varias entidades desplegaron un gran retrato del Rey Felipe VI boca abajo, en un intento de mantener la carga simbólica de la protesta.
No obstante, este gesto no pudo ocultar el evidente declive de la movilización independentista. La realidad es que el independentismo catalán ha sufrido un duro golpe: la Diada ya no moviliza como antes, y la épica del procés parece haber quedado definitivamente atrás.
En medio de este panorama, las intervenciones de los principales líderes políticos fueron inevitables.
Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, criticó la falta de apoyo a la unidad nacional, mientras que Santiago Abascal, líder de VOX, aprovechó la oportunidad para reafirmar su postura en contra del independentismo.
Por su parte, Gabriel Rufián, de ERC, intentó dar un mensaje de esperanza, afirmando que “la lucha por la independencia continúa, aunque hoy no hayamos sido muchos”.
Estas declaraciones reflejan la polarización que sigue existiendo en el ámbito político español en relación al tema catalán.
El impacto de esta Diada ha resonado más allá de las fronteras de Cataluña, con repercusiones en el ámbito nacional e internacional. La situación actual del independentismo catalán plantea preguntas difíciles sobre su futuro y la viabilidad de sus objetivos.
La caída en la participación es un síntoma claro de que el apoyo popular está disminuyendo, y muchos se preguntan si los líderes independentistas podrán recuperar la confianza de sus bases.

En este contexto, es fundamental que los movimientos sociales y políticos reflexionen sobre sus estrategias y mensajes.
La dispersión de causas en la manifestación de este año podría ser un indicativo de que los ciudadanos buscan respuestas más concretas y un liderazgo más cohesionado.
La Diada, que solía ser un símbolo de unidad y fuerza para el independentismo, ahora se enfrenta a un desafío significativo: recuperar la narrativa y la movilización de sus seguidores.
La búsqueda de un nuevo enfoque podría ser clave para revitalizar el movimiento.
Los líderes deben entender que la lucha por la independencia no solo se trata de reivindicaciones históricas, sino también de abordar las preocupaciones actuales de la ciudadanía, como la economía, la sanidad y la educación.
La capacidad de conectar con los ciudadanos en estos temas podría ser la clave para reavivar el interés y la participación en futuras manifestaciones.
En conclusión, la Diada de 2025 ha sido un reflejo de los cambios en el panorama político catalán.
La disminución de la participación es un llamado de atención para los líderes independentistas y un recordatorio de que la lucha por la independencia debe adaptarse a las realidades actuales.
La historia del procés continúa, pero su futuro dependerá de la capacidad de sus líderes para reinvigorarlo y conectar con una ciudadanía que busca respuestas y un sentido de propósito.