Desde el COAM apuntan que la causa puede estar en que un posible «error humano» llevara a acumular «un poco más de lo que está permitido», pero tampoco descartan que no pudiera soportar el peso estimado previamente

Madrid despertó conmocionada este miércoles ante el inesperado colapso de un edificio en la calle de las Hileras número 4, una tragedia que segó la vida de cuatro personas, entre ellas tres obreros inmigrantes y una arquitecta española.
La estructura, que se encontraba en pleno proceso de rehabilitación, contaba con licencia concedida apenas unos meses atrás, en febrero de 2025, y parecía cumplir con la normativa vigente.
Sin embargo, la reciente investigación y los antecedentes de inspección técnica revelan que el inmueble arrastraba problemas desde hace años, abriendo un debate sobre seguridad, responsabilidades y la posible negligencia que derivó en esta catástrofe.
El edificio había recibido en marzo de 2022 una inspección técnica desfavorable, que apuntaba al “estado general” de la fachada, exteriores, medianeras, cubiertas y azoteas, así como a deficiencias en fontanería y red de saneamiento.
Según explican los expertos, un dictamen desfavorable de la Inspección Técnica de Edificios (ITE) no implica necesariamente que el inmueble deba ser evacuado de inmediato, pero sí que requiere actuaciones correctivas para evitar riesgos.
La realidad demuestra que estas medidas no fueron suficientes para evitar la tragedia.

Eugenia del Río, secretaria del Colegio de Arquitectos de Madrid, ha indicado que, además de los problemas históricos, la acumulación de material de obra en la sexta planta podría haber sido determinante.
“Es posible que un acopio un poco superior al permitido haya sobrecargado la estructura, pero también podría ser que el edificio no soportara el peso que se estimó originalmente”, comentó.
Esta hipótesis apunta a un error humano en la gestión del material, aunque sin descartar la limitación estructural previa, y añade complejidad al análisis sobre las causas exactas del derrumbe.
El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, confirmó que el inmueble contaba con licencia vigente y que los trabajos se desarrollaban legalmente, pero subrayó la necesidad de revisar todas las denuncias o quejas presentadas ante la Junta Municipal del distrito Centro.
Hasta ahora, no consta ninguna denuncia registrada, lo que plantea preguntas sobre la supervisión de obras en la zona y la eficacia de los controles administrativos.
“Se realizará un repaso exhaustivo para garantizar que no se pase por alto ningún indicio previo”, declaró el primer edil, intentando tranquilizar a los vecinos afectados.
El impacto de la caída no se limita únicamente al edificio siniestrado. Los expertos alertan de que los colapsos pueden afectar a construcciones colindantes, provocando grietas, cedimientos o daños estructurales que, a simple vista, podrían parecer menores.
En este caso, la intervención inmediata de bomberos, Policía Municipal y técnicos especializados ha permitido revisar los edificios adyacentes, asegurando que no existan riesgos para los residentes.
Las tareas de desescombro y apeo continuarán en los próximos días, mientras los servicios municipales establecen medidas de seguridad para proteger a los vecinos y preservar lo que queda de la estructura.
Las imágenes captadas en el lugar del desastre muestran un operativo de emergencia coordinado, con bomberos retirando escombros y equipos sanitarios atendiendo a los afectados.
La escena revela la magnitud de la tragedia y subraya la vulnerabilidad de los trabajadores de la construcción frente a posibles negligencias.
La comunidad ha mostrado su consternación, mientras las autoridades locales insisten en que el objetivo prioritario es garantizar la seguridad de las personas y esclarecer las causas exactas del colapso.
El historial de inspecciones técnicas del edificio deja entrever un patrón preocupante: desde la ITE desfavorable de 2022, el inmueble contaba con fallos importantes que deberían haber sido corregidos antes de la rehabilitación.
Las fachadas deterioradas, problemas en medianeras y cubiertas, junto a deficiencias en fontanería y saneamiento, son factores que podrían haber comprometido la resistencia general del edificio.
La combinación de estos elementos con la sobrecarga de materiales en la última planta podría haber sido el detonante de una tragedia que hoy enluta a la ciudad.
Este incidente ha puesto nuevamente en primer plano la cuestión de la seguridad en edificaciones antiguas y en rehabilitación, especialmente en el centro histórico de Madrid, donde muchos inmuebles comparten características constructivas similares.
La responsabilidad de los propietarios, los arquitectos y los responsables de obra es objeto de investigación, y se espera que los informes técnicos arrojen luz sobre la cadena de decisiones que condujo al colapso.
Además, la inspección y mantenimiento de edificios con antecedentes desfavorables serán evaluados con mayor rigor para prevenir futuros accidentes.

La investigación judicial y técnica avanza paralelamente. Se analizará si hubo incumplimiento de normativa, errores en la planificación de la obra o negligencia en la supervisión de cargas.
La acumulación de material en zonas estratégicas, aunque legalmente permitida hasta cierto punto, podría haberse convertido en un riesgo crítico.
Los expertos en ingeniería y arquitectura advierten que incluso pequeñas sobrecargas pueden desencadenar fallos estructurales en edificaciones antiguas o deterioradas, especialmente cuando existen deficiencias previas detectadas en inspecciones oficiales.
Mientras tanto, la comunidad local observa con inquietud los trabajos de seguridad y desescombro, y se prepara para posibles inspecciones de sus propios edificios.
La tragedia en Hileras, 4, ha dejado un recordatorio doloroso de que la seguridad estructural no puede ser negociable y que la supervisión constante es clave para proteger vidas.
La coordinación entre autoridades municipales, bomberos, policía y técnicos especializados se muestra esencial para minimizar riesgos y evitar que este tipo de sucesos se repitan.
Madrid sigue impactada por la magnitud del derrumbe y el efecto en las vidas de los trabajadores y vecinos.
La investigación determinará si la combinación de un historial desfavorable de inspección, posibles errores humanos y la sobrecarga de materiales fue la causa definitiva de la tragedia.
En cualquier caso, el episodio deja una lección clara sobre la importancia de la vigilancia, la prevención y la responsabilidad en la gestión de construcciones, recordando a todos que detrás de cada obra hay vidas que dependen de decisiones responsables y estrictas medidas de seguridad.
