Tras tres décadas en televisión, el aristócrata se apoya ahora en las propiedades que ha construido a lo largo de su carrera y que hoy se convierten en su principal sostén
La abrupta salida de Alessandro Lequio de Mediaset España ha sacudido el panorama mediático y ha puesto de relieve la vulnerabilidad que enfrentan los colaboradores de televisión ante situaciones inesperadas.
Tras tres décadas de carrera en la cadena, el aristócrata italiano se encuentra ahora en una etapa de incertidumbre profesional, lejos de los platós que han definido gran parte de su vida laboral, y centrado en la estabilidad que le brindan los bienes que ha acumulado a lo largo de los años.
Lequio, de 65 años, fue despedido por Unicorn, la productora de Ana Rosa Quintana que gestionaba sus colaboraciones, en un contexto marcado por la polémica generada por las acusaciones de su exmujer, Antonia Dell’Atte, quien en declaraciones a ‘El País’ aseguró haber sufrido malos tratos durante su matrimonio.
«La primera patada que me dio Lequio, estando embarazada, fue a la vuelta de la luna de miel»,
relató Dell’Atte, un testimonio que provocó un efecto inmediato en la opinión pública y que, aunque Mediaset no lo haya vinculado oficialmente con su despido, coincidió temporalmente con la decisión de prescindir de su participación en la cadena.
El propio Lequio se ha pronunciado de manera breve y concisa sobre el asunto: «He derivado las afirmaciones de Antonia Dell’Atte a mi abogado para el tratamiento legal correspondiente. Ya está todo dicho», afirmó en el programa de Patricia Pardo.
Añadió con frialdad: «Lo demás, que lo resuelva quien deba», dejando claro que su enfoque inmediato está en la gestión legal y personal de la situación, más que en la defensa mediática.
Frente a este parón profesional, la atención se ha desplazado hacia su patrimonio personal, que se ha convertido en su principal sostén en estos momentos. Según diversos cálculos, Alessandro Lequio habría acumulado entre 8 y 10 millones de euros a lo largo de su carrera.
Esta cifra se compone de honorarios televisivos, estimados entre 4.000 y 5.000 euros mensuales en sus colaboraciones más estables, además de ingresos derivados de derechos de imagen y proyectos puntuales que, con el tiempo, han consolidado un colchón económico sólido.
El grueso de este patrimonio se encuentra invertido en inmuebles, dos residencias que representan no solo una inversión financiera, sino también un refugio personal frente a los vaivenes de su vida pública.
La primera de ellas es una vivienda unifamiliar en Madrid, donde Lequio reside junto a su esposa, María Palacios, y su hija, Ginevra Ena.
Esta residencia, situada en una zona tranquila a las afueras de la capital, se caracteriza por un estilo rústico y discreto que prioriza la intimidad familiar sobre la ostentación.
«No es una casa pensada para ser fotografiada ni exhibida», explican fuentes cercanas a la familia. El interior combina materiales naturales con muebles vintage y piezas antiguas restauradas, creando un ambiente cálido y acogedor.
El salón, epicentro de la vida doméstica, está decorado con fotografías familiares y estanterías llenas de libros, reflejando un hogar vivido y auténtico.
El jardín exterior, con sus zonas de sombra y rincones verdes, ofrece un espacio de desconexión necesario para la familia, especialmente en momentos de tensión mediática.
La segunda residencia se encuentra en Nigrán, Pontevedra, y es considerada por Lequio como su santuario personal.
Situada a pocos minutos de la emblemática playa de Patos, la vivienda combina la arquitectura tradicional gallega —muros de piedra, contraventanas de madera y techos inclinados— con vistas panorámicas al Atlántico.
«Aquí es donde más paz encuentro», aseguran allegados. Desde el jardín se pueden contemplar amaneceres y puestas de sol que aportan serenidad, un contraste marcado con la intensidad de los platós de televisión y la exposición pública que ha caracterizado su carrera.
El análisis de su situación económica y patrimonial muestra cómo un plan financiero sólido y la inversión en bienes raíces pueden actuar como un amortiguador ante crisis profesionales inesperadas.
Mientras la industria televisiva se enfrenta a cambios constantes y a la presión de la opinión pública, disponer de activos líquidos y propiedades estables permite a figuras como Lequio mantener un nivel de seguridad y continuidad familiar.
Además, estas residencias no solo cumplen una función económica, sino también emocional. La dualidad entre el hogar madrileño, íntimo y centrado en la vida cotidiana, y la casa gallega, orientada al descanso y la desconexión, refleja un equilibrio entre lo profesional y lo personal.
Este equilibrio es particularmente relevante para alguien que, tras décadas de exposición mediática, necesita espacios donde pueda preservar su privacidad y la de su familia.
La salida de Mediaset, aunque abrupta, pone de relieve la importancia de la planificación financiera a largo plazo en profesiones de alto riesgo reputacional.
Lequio, que durante años ha sido un rostro constante en televisión, ahora afronta un periodo de reflexión y redefinición, apoyado en un patrimonio construido con prudencia y visión estratégica.
El caso del aristócrata italiano sirve como ejemplo de cómo la estabilidad económica puede proporcionar un colchón vital en momentos de incertidumbre profesional y personal.
En definitiva, Alessandro Lequio se enfrenta a un futuro incierto fuera de los platós, pero con un sostén firme: sus propiedades y el respaldo familiar que le permiten mantener la tranquilidad mientras decide los próximos pasos de su vida y carrera.
Entre Madrid y Nigrán, entre la rutina diaria y el refugio frente al mar, el aristócrata italiano encuentra la estabilidad necesaria para navegar un momento de transición marcado por la controversia y la introspección.
