El Ayuntamiento asegura que solo se autorizaron escenas “neutras”, pero la producción final estaba destinada a plataformas pornográficas, lo que generó críticas del Partido Popular.
![]()
El reciente rodaje de una serie para adultos en el cementerio de Alcoy, donde descansa el icónico cantante Camilo Sesto, ha generado una ola de indignación que ha trascendido lo meramente mediático.
La situación ha puesto sobre la mesa un debate candente que toca fibras sensibles en la intersección entre la memoria cultural, la ética pública y los límites de la promoción audiovisual.
Las reacciones han sido diversas, y la controversia ha revelado la necesidad urgente de establecer marcos claros para proteger el patrimonio cultural.
Aunque las imágenes filmadas no incluyen escenas explícitamente sexuales dentro del mausoleo de Camilo Sesto, la simple presencia de tomas que muestran panteones y espacios del cementerio ha provocado un fuerte rechazo en varios sectores de la sociedad.
El Partido Popular ha sido especialmente vocal, acusando al Ayuntamiento de Alcoy de una negligencia “bochornosa” al permitir un rodaje que, según ellos, vulnera el respeto institucional, cultural y simbólico que merece un lugar tan significativo.
Desde el gobierno municipal, integrado por PSPV-PSOE y Compromís, se niega rotundamente haber autorizado la grabación de contenido pornográfico.
Aseguran que la solicitud presentada ante la Alcoy Film Office solo incluía dos escenas consideradas “neutras”: un actor caminando por una calle del cementerio y otro sentado en un banco frente a una tumba, en un contexto de duelo e introspección.
Sin embargo, la controversia se intensificó al descubrirse que estas imágenes, aparentemente inocuas, formaban parte de una producción destinada a plataformas pornográficas.

La concejala de Turismo, Lorena Zamorano, ha defendido la actuación del municipio, enfatizando que el cementerio de San Antonio Abad se trata como un espacio patrimonial y de memoria.
“Hemos denegado otros rodajes, incluso programas televisivos de carácter esotérico, porque consideramos que son incompatibles con el respeto que merece este lugar”, afirmó Zamorano, subrayando el compromiso del Ayuntamiento con la dignidad del espacio.
No obstante, la crítica desde el Partido Popular ha sido contundente, cuestionando la falta de límites éticos claros en la regulación de rodajes en espacios sensibles.
Argumentan que el daño causado no es solo simbólico, sino emocional, afectando la memoria del artista, su familia y los propios alcoyanos.
La controversia ha puesto de manifiesto la preocupación por el control real que tienen las instituciones sobre el destino final del material grabado en lugares de alta carga emocional y cultural.
Como consecuencia directa de este incidente, el Ayuntamiento ha decidido retomar la ordenanza reguladora de rodajes, con la intención de incluir expresamente la prohibición de producciones para adultos o aquellas que atenten contra la dignidad de las personas, los derechos humanos o el bienestar animal.
Esta medida busca garantizar que el patrimonio cultural no sea instrumentalizado para fines que atenten contra su significado.
Más allá del enfrentamiento político, este episodio plantea una pregunta fundamental: ¿dónde termina la promoción cultural y comienza la banalización del patrimonio?
La tumba de Camilo Sesto, convertida involuntariamente en escenario de una ficción ajena a su legado, nos invita a reflexionar sobre los límites del uso de los espacios de memoria.
La urgencia de establecer marcos claros que garanticen el respeto y la dignidad de nuestros lugares históricos es más evidente que nunca.

La indignación pública ha sido palpable, con numerosas voces alzándose en defensa de la memoria del artista y del respeto que merece su legado.
Las redes sociales se han inundado de comentarios y reacciones, desde quienes defienden la libertad de expresión en la cultura contemporánea hasta aquellos que claman por un mayor respeto hacia los espacios de memoria.
La controversia ha capturado la atención de los medios y del público, generando un debate que se extiende más allá de la simple cuestión del rodaje en sí.
La situación en Alcoy refleja un fenómeno más amplio en la sociedad contemporánea, donde la línea entre la promoción cultural y la explotación del patrimonio se vuelve cada vez más difusa.
La necesidad de un diálogo constructivo sobre cómo abordar estas cuestiones es urgente, y la comunidad debe unirse para establecer pautas que protejan la dignidad de los espacios que son testigos de nuestra historia y cultura.
El legado de Camilo Sesto, un ícono de la música española, merece ser recordado y respetado. La polémica en torno a su tumba es un recordatorio de que la memoria cultural no debe ser tratada a la ligera.
La comunidad de Alcoy, así como el resto de la sociedad, tiene la responsabilidad de proteger estos lugares sagrados y asegurar que no sean utilizados como meros escenarios para producciones que puedan trivializar su significado.
La historia de este rodaje en el cementerio de Alcoy es un llamado a la reflexión sobre cómo valoramos y cuidamos nuestro patrimonio cultural.
La indignación generada es un signo de que la sociedad está dispuesta a defender lo que considera sagrado, y es un recordatorio de que debemos ser guardianes de nuestra memoria colectiva.