El jefe de redes de Vox dimite y deja el partido tras una denuncia por acoso sexual a un militante menor, mientras acusa a dirigentes de Revuelta.

La dimisión del hasta ahora responsable de redes sociales de Vox, Javier Esteban, ha sacudido con fuerza a la formación y ha abierto una grieta que mezcla una grave denuncia penal, acusaciones cruzadas y una lucha interna por el control de la organización juvenil Revuelta.
Esteban presentó su renuncia y solicitó la baja inmediata como militante tras conocerse una denuncia por presunto acoso sexual a un militante que, en el momento de los hechos, tenía 16 años.
La decisión, según explicó él mismo, busca “no dañar al partido”, aunque insiste en que es inocente y asegura que demostrará su versión ante la Justicia.
El caso se remonta a 2023, cuando el denunciante era menor de edad y formaba parte tanto de Vox como de Revuelta. De acuerdo con la denuncia, Esteban habría mantenido mensajes reiterados con el joven con el objetivo de concertar encuentros.
Finalmente, el militante accedió a una cita en la que, siempre según su relato ante la Policía, el entonces jefe de redes habría realizado tocamientos “con ánimo sexual y libidinoso”.
El denunciante, que en la actualidad tiene 18 años, también habría señalado la posible existencia de al menos otros dos casos similares que afectarían a menores.
La gravedad de los hechos descritos y la condición de menor del denunciante han convertido el asunto en un terremoto político y mediático.
En cuestión de horas, Vox se vio obligado a reaccionar ante una situación que amenaza con erosionar su discurso público y su estructura interna.
Esteban, que se incorporó al partido en 2014 y había ganado peso como responsable de la estrategia digital, optó por dar un paso al lado antes de que la dirección adoptara medidas disciplinarias formales.

En un mensaje difundido en la red social X, Esteban defendió su inocencia con contundencia y apuntó directamente a los dirigentes de Revuelta, Jaime Hernández y Pablo González Gasca, a quienes acusó de estar detrás de la denuncia.
“No he agredido a nadie en mi vida. No lo soy ni lo he sido nunca. Y demostraré mi inocencia”, afirmó. En ese mismo mensaje, situó el origen del conflicto en una disputa interna por la gestión económica de la organización juvenil.
“El pasado 30 de noviembre denuncié públicamente que se negaban a enseñar las cuentas que solamente ellos manejan. Ahora, después de haber filtrado todo tipo de audios y de mentiras, pretenden presentarme como una mala persona”, escribió.
La cronología es uno de los elementos que Esteban utiliza para sostener su defensa. Según su versión, la denuncia se presenta dos años después de los supuestos hechos y apenas unos días después de que él reclamara transparencia sobre las finanzas de Revuelta.
“Cualquiera puede ver la relación”, subrayó, insinuando que la acusación tendría un trasfondo de ajuste de cuentas interno.
Pese a ello, reconoció que la situación hacía insostenible su continuidad en el partido y anunció su salida inmediata de Vox y su renuncia a cualquier responsabilidad profesional dentro de la formación.
Desde el entorno del denunciante, la versión es radicalmente distinta. El joven habría relatado a la Policía una secuencia de contactos insistentes, mensajes de carácter personal y encuentros que culminaron en un episodio de tocamientos no consentidos.
La mención a otros posibles casos que implicarían a menores añade una dimensión especialmente delicada al asunto y ha elevado la presión para que la investigación avance con rapidez y rigor.
El choque entre ambas versiones ha puesto en el foco a Revuelta, la organización juvenil vinculada a Vox, que ya arrastraba tensiones internas.
Las acusaciones de Esteban contra sus dirigentes por una supuesta falta de control y transparencia en las cuentas han añadido combustible a una crisis que amenaza con desbordar el ámbito juvenil y alcanzar a la cúpula del partido.
En su despedida pública, el exjefe de redes insistió en que “nada de esto tiene que ver con Vox” y lo atribuyó exclusivamente “al empeño de Jaime y Pablo por quedarse con Revuelta y seguir ocultando las cuentas que han manejado y siguen manejando sin control ninguno”.
El lenguaje utilizado por Esteban refleja tanto una estrategia de defensa personal como la voluntad de marcar distancias con el partido al que ha pertenecido durante más de una década.
“Me voy para no dañar a Vox”, vino a decir, al tiempo que dejaba claro que su batalla será individual y en los tribunales. “Dudo mucho que otros puedan hacer lo mismo”, concluyó, en una frase cargada de desafío hacia quienes le señalan.
En Vox, el silencio inicial dio paso a una asunción de hechos: la dimisión estaba consumada y el responsable de redes ya no formaba parte de la organización.
La formación se enfrenta ahora al impacto reputacional de una denuncia de acoso sexual a un menor que involucra a un cargo relevante, así como a la necesidad de gestionar una investigación que puede prolongarse en el tiempo y arrojar nuevas revelaciones.
El caso también ha reabierto el debate sobre los protocolos internos de los partidos políticos en relación con la protección de menores, el funcionamiento de sus organizaciones juveniles y los mecanismos de control y prevención.
La existencia de mensajes, encuentros y una relación asimétrica de poder entre un dirigente adulto y un militante menor de edad plantea preguntas incómodas sobre la supervisión y los límites dentro de las estructuras partidarias.
Mientras tanto, la denuncia sigue su curso y las posiciones permanecen enfrentadas. De un lado, un joven que asegura haber sido acosado cuando era menor y que ha dado el paso de acudir a la Policía.
Del otro, un dirigente que niega los hechos, habla de una conspiración interna y promete demostrar su inocencia. Entre ambos, un partido que trata de contener los daños y una organización juvenil bajo sospecha.
La dimisión de Javier Esteban no cierra el caso, sino que marca el inicio de una etapa marcada por la investigación judicial y por una crisis interna que amenaza con dejar huella. El escándalo ya ha estallado y sus consecuencias políticas, legales y orgánicas están aún por escribirse.