España se retira del Festival de Eurovisión 2026 y no emitirá el certamen como protesta por la participación de Israel y la instrumentalización política del evento, rompiendo 65 años de participación ininterrumpida.

España no participará ni emitirá el Festival de Eurovisión 2026, rompiendo así una trayectoria de 65 años de historia ininterrumpida en el certamen.
La decisión de RTVE responde a la participación de Israel en el evento, en medio de la polémica por la situación en Gaza y la instrumentalización política del concurso, según la propia corporación.
La medida, anunciada tras la 95ª Asamblea General de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) en Ginebra, se convierte en un hito histórico que marca un antes y un después en la relación de España con el festival europeo.
El secretario general de RTVE, Alfonso Morales, explicó que la Corporación “reconoce y valora” las medidas adoptadas por la UER y el Grupo de Referencia para defender los principios y valores centrales del festival, pero consideró que son “insuficientes” para garantizar una competición cultural neutral.
Morales subrayó que la situación en Gaza, a pesar del alto el fuego y los procesos de paz, y la utilización del certamen para fines políticos por parte de Israel, dificultan mantener la neutralidad del evento.
“No nos gustaría expresar nuestras serias dudas sobre la participación de la televisión israelí KAN en Eurovisión 2026, pero la instrumentalización del concurso hace cada vez más difícil mantener Eurovisión como un evento cultural sin sesgo”, afirmó.
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Durante la Asamblea General, RTVE y otros siete países solicitaron formalmente una votación secreta sobre la participación de Israel, propuesta que fue denegada por la presidencia de la UER.
La corporación española también reclamó la suspensión temporal de la participación de KAN por un año, con opción a revisión posterior, medida que tampoco prosperó.
La votación general sobre las nuevas normas del festival resultó en 738 votos a favor, 264 en contra y 120 abstenciones, consolidando la permanencia de Israel y dejando a España fuera del certamen.
La decisión implica que RTVE no emitirá ni la final del 16 de mayo ni las semifinales previas del 12 y 14 de mayo, rompiendo un vínculo histórico que ha consolidado a Eurovisión como uno de los espacios de mayor audiencia en España.
La retirada española se produce junto a la de Países Bajos, Irlanda y Eslovenia, mientras que Bélgica e Islandia aún evalúan su participación.
La corporación alertó sobre la “desconfianza” generada por la UER y destacó que la organización “está causando una de las mayores tensiones internas en la historia del festival”.
Morales insistió en que la instrumentalización del voto en las recientes ediciones y la ausencia de sanciones reflejan un doble rasero que afecta la credibilidad del certamen.
“La neutralidad y transparencia es un objetivo común para garantizar un resultado veraz que respete a la audiencia y a los ciudadanos”, sostuvo, subrayando la importancia de proteger la integridad cultural del evento europeo.
La corporación española defendió que, en su propuesta, la votación secreta y la posible sanción a Israel habrían sido medidas necesarias para garantizar un concurso justo y libre de presiones políticas.

El comunicado oficial de RTVE enfatizó que la decisión de retirarse no busca un enfrentamiento con la UER, sino responder a la connivencia percibida en la gestión de la participación de Israel y proteger los principios del festival.
Morales señaló que el conflicto debería haberse tratado a nivel ejecutivo para evitar trasladar las tensiones a la Asamblea General y generar un clima de confrontación entre los miembros. “Creemos firmemente que nunca debería haberse llegado a esta situación”, añadió.
La decisión ha generado reacciones diversas entre los seguidores del festival.
La comunidad eurofán ha mostrado un apoyo mayoritario a la retirada de España, destacando que se trata de una medida ética y coherente con la postura crítica frente a la instrumentalización del concurso.
Sin embargo, también se han registrado voces discordantes que consideran que la decisión afecta al legado cultural y televisivo de España en Eurovisión.
Analistas apuntan que esta retirada marca un cambio significativo en la estrategia de RTVE, que hasta ahora había defendido su participación como un compromiso cultural y de entretenimiento que trasciende la política.
La suspensión de la emisión del festival no solo afecta a los espectadores, sino también a artistas, productores y profesionales que durante décadas han contribuido al éxito de España en Eurovisión, uno de los eventos musicales más seguidos del continente europeo.

La situación también pone de relieve la tensión entre la política y la cultura en el contexto europeo.
RTVE ha insistido en que la participación de Israel en el certamen, pese a las críticas internas y externas, no ha sido objeto de sanciones ni de mecanismos correctivos por parte de la UER, lo que refuerza la percepción de que decisiones políticas influyen en la gestión de un festival cultural.
La corporación española advierte que la ausencia de un procedimiento transparente y de sanciones claras amenaza la credibilidad del certamen y la confianza de los socios europeos.
Al margen de las tensiones políticas, la decisión de España también plantea interrogantes sobre el futuro del festival y la participación de otros países que comparten la misma postura crítica.
La retirada española, junto con la de Países Bajos, Irlanda y Eslovenia, podría generar un efecto dominó que afecte la imagen de Eurovisión en su 70º aniversario, previsto para mayo de 2026 en Viena, Austria.
Este aniversario, que se esperaba como una celebración de la música y la diversidad europea, se verá marcado por la ausencia de algunos de sus miembros históricos y por la polémica política que rodea al certamen.
En conclusión, la retirada de España de Eurovisión 2026 representa un hito histórico en la relación del país con el festival europeo.
RTVE ha optado por proteger la neutralidad cultural y denunciar la instrumentalización política, en un momento en que la UER ha decidido mantener la participación de Israel pese a las denuncias y solicitudes de votación secreta.
La decisión deja un legado de debate sobre la independencia del festival, la transparencia en la votación y el papel de la política en eventos culturales, al tiempo que España se prepara para afrontar un futuro en el que su presencia en Eurovisión queda en pausa, al menos por una edición.