El escándalo por el presunto enchufe del hijo de Xabier Fortes en RTVE ha desencadenado un terremoto que ya ha salpicado a otros nombres de la prensa afín al Gobierno. La última en quedar en el centro de la polémica ha sido Esther Palomera, que ha salido en defensa de Fortes con un mensaje airado en X.

La polémica originada por las denuncias de presunto “enchufismo” en RTVE continúa creciendo y sumando protagonistas.
Lo que comenzó como una acusación sobre la contratación del hijo del periodista Xabier Fortes ha derivado en un enfrentamiento público que involucra a destacadas voces del panorama mediático y a analistas políticos
. En las últimas horas, el foco se ha desplazado hacia la periodista Esther Palomera, cuya intervención en defensa de Fortes ha generado un efecto contrario al que pretendía.
El detonante fue el mensaje que Palomera publicó en la red social X, en el que criticaba duramente a quienes acusan a Fortes de haber facilitado la incorporación de su hijo a la televisión pública.
“Tienen la boca sucia, el alma negra, no conocen principios ni decencia… No nos doblarán”, escribió, en un tono que inmediatamente avivó la discusión.
Su intención, según interpretan analistas, era cerrar filas con un compañero de profesión frente a lo que consideraba ataques injustificados. Sin embargo, su comentario desató una ola de reacciones que terminó situándola en el centro del huracán.
Entre las respuestas más contundentes destacó la del economista Arturo Villa, conocido por su estilo directo y por su crítica constante a lo que denomina “estructuras de poder vinculadas al bipartidismo”.
Su réplica no tardó en viralizarse: “Vino a hablar de putas la tacones”, afirmó, antes de señalar que el hijo de Palomera trabajaba —según él, y siempre en el terreno de la acusación pública no verificada— en una organización a la que se refirió como un “lobby del bipartidismo”.
Villa mencionó además supuestas vinculaciones del entorno de dicha entidad con empresas y casos mediáticos, comentarios que generaron una enorme repercusión.
El impacto fue inmediato. En cuestión de horas, cientos de usuarios comenzaron a debatir sobre la legitimidad moral de las críticas de Palomera, cuestionando si su defensa de Fortes resultaba coherente con la trayectoria profesional de su propio entorno familiar.
No obstante, tal como señalan especialistas en comunicación consultados por distintos medios, las redes sociales tienden a amplificar acusaciones sin contextualizarlas ni verificar su validez, convirtiendo debates legítimos en linchamientos digitales.
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El origen de todo el conflicto se remonta a las declaraciones públicas de Carmen Sastre, exdirectiva de RTVE, quien aseguró que la cadena pública había contratado al hijo de Xabier Fortes pese a su limitada experiencia profesional.
La aparición del joven en pantalla leyendo una crónica en directo a partir de una hoja impresa fue interpretada por algunos usuarios como prueba de improvisación y falta de preparación.
Fortes, por su parte, ha defendido en otras ocasiones que no interviene en decisiones de contratación que dependen de criterios internos de la corporación y que el acceso a RTVE se rige por procesos reglados.
En este contexto, la defensa cerrada de Palomera no solo pretendía respaldar a un compañero, sino denunciar lo que considera una campaña coordinada para deteriorar la imagen de determinados periodistas. Sin embargo, su mensaje generó un efecto rebote.
“En el momento en que decides intervenir en un conflicto que ya está polarizado”, explica un analista político, “tus palabras se convierten en munición para unos y otros. Lo que digas va a ser reinterpretado”.
La controversia reabre un debate más amplio: el de los límites entre independencia periodística, vínculos profesionales y percepciones de influencia política en los medios públicos.
Según estudios recientes sobre confianza mediática, la ciudadanía española se muestra especialmente sensible ante cualquier indicio de trato de favor, lo que explica la virulencia de las reacciones.
La figura de Arturo Villa también sale reforzada ante determinados sectores. Su mensaje, que recogía el malestar de parte de la audiencia crítica con el sistema mediático, fue aplaudido por quienes reclaman mayor transparencia en instituciones públicas y privadas.
Sin embargo, expertos en comunicación advierten del riesgo de convertir la crítica legítima en acusaciones personales no sustentadas por datos verificables.
Pese a la intensidad del intercambio en redes, ninguna de las partes ha ofrecido, por ahora, una respuesta institucional o un comunicado aclaratorio que permita precisar los hechos más allá de lo publicado y comentado.
Y aunque el cruce de mensajes ha dominado la conversación, algunos periodistas recuerdan que detrás del ruido político y mediático subyace un debate esencial:
la necesidad de establecer mecanismos claros que eviten cualquier apariencia de favoritismo en los medios financiados con recursos públicos.
La situación deja en evidencia cómo un gesto de apoyo —en este caso, el de Palomera— puede transformarse en un escenario de escrutinio que traspasa lo personal y afecta a la percepción pública de la profesión.
A la espera de nuevas explicaciones o matizaciones, la polémica sigue creciendo en un clima donde las fronteras entre crítica, denuncia y desinformación resultan cada vez más difusas.