Sevilla denuncia que el partido ha abandonado la socialdemocracia clásica, subordinándose a aliados como Junts, Podemos y Sumar para mantener a Sánchez en el poder.

El pulso interno del PSOE alcanza un punto de ebullición que amenaza con redefinir los límites de la lealtad partidaria.
Jordi Sevilla, exministro y uno de los pesos pesados de la socialdemocracia española, rompe su silencio con palabras duras y directas contra Pedro Sánchez.
Su mensaje, cargado de crítica y alarma, no se limita a la política cotidiana: pone en tela de juicio la propia esencia del partido y su funcionamiento democrático.
“En el PSOE ya no hay democracia; Sánchez ha dejado que el partido se convierta en su César particular”, afirma Sevilla, desatando un terremoto entre las bases socialistas que sienten cada vez más distancia con la dirección.
El exministro señala sin rodeos que el Gobierno actual se ha transformado en una maquinaria centrada exclusivamente en la supervivencia política del presidente, dejando a un lado los principios socialdemócratas que históricamente hicieron grande al PSOE.
“Cuando Pedro abrazó a Iglesias, abandonó la socialdemocracia para rendirse al populismo”, insiste Sevilla, subrayando el momento en que la dirección del partido, según él, empezó a desvirtuarse.
Esa decisión, afirma, marcó un antes y un después: la autonomía del PSOE quedó supeditada a los intereses de sus socios radicales, y el partido comenzó a actuar más como una extensión de las coaliciones ideológicas que como un espacio de debate democrático.
Sevilla no se limita a criticar los movimientos internos: analiza el impacto de la política nacional.
La reciente ruptura con Junts, asegura, no es más que una escenografía diseñada para consolidar la hegemonía de Sánchez, mientras los diputados del PSOE se convierten en meros instrumentos al servicio de los acuerdos del presidente.
“Esta legislatura no debió arrancar nunca; se debía haber considerado la abstención para permitir que Feijóo formara gobierno”,
afirma, dejando entrever su frustración con la estrategia política que ha llevado a España a una situación de constantes improvisaciones y pactos ideológicos que, a su juicio, no benefician al país.
El exministro también advierte que la deriva autoritaria y centralizadora tiene consecuencias directas sobre la democracia interna. Las bases del partido, explica, han perdido capacidad de influencia real.
“El PSOE ya no funciona como un partido con debates internos y participación activa de sus militantes; todo está controlado desde arriba”, sentencia.
Sevilla denuncia que las decisiones no se toman pensando en la ciudadanía, sino en garantizar la permanencia en el poder de Sánchez y su círculo cercano.
Cada acción política, según él, se mide únicamente por su capacidad de mantener la cohesión del Ejecutivo y sus alianzas externas.

Su discurso no es únicamente una crítica histórica: es un aviso sobre el presente y el futuro del PSOE.
Señala que el partido ha perdido su esencia y que, si no hay cambios, España seguirá sufriendo los efectos de un gobierno que “juega al Monopoly con el país”,
donde las políticas improvisadas y los acuerdos ideológicos temporales priman sobre los problemas reales de los ciudadanos.
“Los dirigentes actuales no están preocupados por resolver la inflación, la vivienda o la educación; solo buscan mantenerse en el poder”, asegura Sevilla, poniendo el dedo en la llaga de la percepción de abandono que muchos españoles sienten hacia el Ejecutivo.
Durante la entrevista, el exministro analiza con detalle la relación del PSOE con sus socios de coalición. Afirma que la alianza con Junts, Podemos y Sumar ha desviado al partido de su trayectoria histórica y de sus compromisos con la socialdemocracia clásica.
“Sánchez ha entregado el partido a populistas y radicales, y eso no solo debilita al PSOE, sino que perjudica al país”, sostiene Sevilla, insistiendo en que la dirección actual prioriza la estrategia política sobre los principios que deberían guiar al partido.
El impacto de sus declaraciones se percibe ya entre las bases socialistas, muchas de las cuales coinciden en que el partido ha perdido autonomía y sentido de Estado.
Sevilla se convierte así en una voz crítica que refleja el malestar interno y pone sobre la mesa una reflexión incómoda: la democracia interna del PSOE está amenazada por un liderazgo centralizado y autoritario.
“El problema no es solo Sánchez; es la estructura que le permite consolidar su control absoluto”, comenta un militante que prefiere mantenerse en el anonimato.

Jordi Sevilla también recuerda su propia trayectoria dentro del partido, señalando que apoyó a Sánchez en sus comienzos, confiando en su capacidad de liderar desde la socialdemocracia.
Sin embargo, ese apoyo se rompió el día que el presidente abrazó a Iglesias, un gesto que Sevilla interpreta como el abandono definitivo de los principios socialistas tradicionales.
Desde entonces, según él, el partido ha funcionado más como un instrumento de poder que como una fuerza política comprometida con los ciudadanos y la justicia social.
La denuncia del exministro incluye además un análisis de la forma en que se manejan los conflictos y la política parlamentaria.
Afirma que los diputados del PSOE han sido colocados “al servicio de los intereses de Junts y de los pactos de Sánchez”, lo que limita su capacidad de actuar en beneficio de la sociedad.
Cada movimiento dentro del Congreso, sostiene Sevilla, está subordinado a la estrategia de mantener al presidente en el poder, y no a la defensa de políticas socialdemócratas ni al interés general de España.
En este contexto, Sevilla se erige como una de las voces más firmes de oposición interna al sanchismo. Su crítica apunta a la centralización del poder, la pérdida de debate interno y la subordinación a aliados externos con agendas radicales.
“Ya no hay espacio para la discrepancia, ni para la crítica constructiva; solo hay obediencia y servilismo”, denuncia, subrayando que la situación amenaza con erosionar la credibilidad del partido y su capacidad de representar a los ciudadanos de manera efectiva.

El exministro concluye con una advertencia: si el PSOE no recupera sus principios y su democracia interna, corre el riesgo de convertirse en un partido que solo sirve a su liderazgo y no al país.
Para Sevilla, la pérdida de debate, transparencia y autonomía son síntomas de un problema más profundo que amenaza con debilitar al PSOE y, en última instancia, a la política española.
“El partido debe despertar y reconectar con sus raíces; de lo contrario, seguirá atrapado en un ciclo de populismo y obediencia ciega”, afirma.
Con estas declaraciones, Jordi Sevilla no solo cuestiona el liderazgo de Pedro Sánchez, sino que abre un debate más amplio sobre la salud democrática del PSOE.
Sus palabras reflejan el malestar creciente de muchos militantes y exdirigentes que ven cómo el partido ha abandonado sus valores históricos y su capacidad de tomar decisiones independientes.
La voz de Sevilla se convierte así en un llamado a la reflexión y en un recordatorio de que la política no puede reducirse únicamente a la lucha por el poder.
Mientras las bases del partido y la opinión pública procesan sus palabras, queda una pregunta que planea sobre Ferraz:
¿será capaz el PSOE de recuperar la democracia interna y sus principios socialdemócratas, o seguirá dominado por un líder que actúa como César rodeado de obedientes? La respuesta a esa pregunta podría marcar el futuro del partido y de la política española en los próximos años.