Felipe VI ha movido ficha. El Rey ha comunicado al Consejo de Ministros la concesión del Toisón de Oro, la más alta distinción de la Corona, al expresidente Felipe González, junto a los otros dos padres vivos de la Constitución, Miguel Herrero y Miquel Roca. El gesto, cargado de simbolismo en el 50 aniversario del fallecimiento de Franco, ha provocado un auténtico terremoto político en La Moncloa.

La reciente decisión del Rey Felipe VI de otorgar el Toisón de Oro al expresidente Felipe González ha sacudido los cimientos de la política española.
Este gesto, que coincide con el 50 aniversario de la muerte de Franco, no solo es un reconocimiento a los méritos históricos de González,
sino que también se percibe como un acto cargado de simbolismo en un momento de tensiones crecientes entre la Corona y el Gobierno de Pedro Sánchez.
La reacción en La Moncloa ha sido inmediata y contundente, evidenciando una crisis de relaciones que parece estar lejos de resolverse.
La entrega del Toisón de Oro, la distinción más alta de la Corona, ha sido interpretada por muchos como un golpe estratégico del Rey.
En un contexto donde la figura de Felipe González ha sido un tema de controversia, su reconocimiento eleva su estatus en un momento en que se le considera un crítico abierto del actual presidente del Gobierno.
Desde el entorno de Sánchez, se admite que esta decisión tendrá repercusiones, ya que posiciona a González en una luz favorable, en contraposición a la imagen del presidente, quien ha visto cómo su relación con la Corona se ha deteriorado en los últimos años.
La tensión entre Moncloa y Zarzuela ha ido en aumento, especialmente desde episodios como la tragedia de la DANA en Valencia en 2024.
Mientras el Rey se mantenía entre los afectados, ofreciendo su apoyo y presencia, el presidente Sánchez optó por alejarse, lo que generó un descontento palpable en la Casa Real.
Este contraste ha agudizado las críticas hacia Sánchez, quien ha sido calificado por algunos como “irresponsable”.
En respuesta, la Casa Real ha intentado reforzar la imagen pública de Felipe VI y su hija, la Princesa Leonor, en medio de un clima de creciente desconfianza.
El malestar en el Gobierno ha sido evidente. Los presupuestos generales de 2025 incluyen un recorte del 6,5% a la asignación de la Casa Real, una medida que muchos interpretan como un intento de asfixia institucional más que como un gesto de austeridad.
Este recorte, que reduce la asignación de 8,43 a 7,89 millones de euros, contrasta de manera dolorosa con los gastos del Gobierno en
contenidos televisivos ideologizados y en fichajes fallidos para una TVE que muchos críticos han comenzado a llamar “la televisión del sanchismo”.
Este tipo de decisiones alimentan la narrativa de un conflicto abierto entre el Gobierno y la Corona, llevando a algunos a referirse a la situación como una “guerra fría”.

El impacto de la concesión del Toisón de Oro a González va más allá de la política; es un mensaje claro y directo. La elección de González, junto con otros dos padres vivos de la Constitución, Miguel Herrero y Miquel Roca, no es solo un acto protocolario.
Es una declaración de intenciones que pone de manifiesto la intención del Rey de reivindicar el legado constitucional en un momento en que la política española se encuentra profundamente polarizada.
La decisión de Felipe VI de premiar a un exlíder del PSOE, un partido que ha tenido una relación complicada con la Corona en los últimos años, añade una capa adicional de complejidad a esta situación.
Las reacciones de los principales líderes políticos no se han hecho esperar. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha expresado su preocupación por el mensaje que envía el Rey al premiar a un crítico del Gobierno.
Por su parte, Santiago Abascal, líder de VOX, ha calificado la decisión como una provocación y ha instado a la Corona a mantenerse neutral en la política actual.
Desde el PSOE, las voces han sido de descontento, argumentando que este tipo de gestos solo profundizan la división en el país.
El clima de tensión se ha trasladado incluso a los medios de comunicación.
Programas como “Audiencia Abierta”, que tradicionalmente se han dedicado a la agenda real, han sido relegados a horarios menos relevantes, mientras que los espacios de propaganda gubernamental proliferan en la televisión pública.
Esta estrategia ha sido vista como un intento de silenciar la voz de la Corona y desviar la atención de la figura del Rey, quien sigue siendo un símbolo de unidad para muchos españoles.

En este contexto, el Toisón de Oro a Felipe González no es simplemente una condecoración; es un acto de desafío que tiene el potencial de cambiar el rumbo de la política española.
La figura del Rey, que ha estado bajo escrutinio, se reafirma con este gesto, mientras que Pedro Sánchez se encuentra en una posición vulnerable.
La relación entre ambos, ya tensa, se complica aún más, dejando a muchos preguntándose cuál será el siguiente movimiento en este complicado juego de ajedrez político.
La historia de la monarquía española está llena de momentos decisivos, y este podría ser uno de ellos.
La decisión de Felipe VI de premiar a González puede ser vista como un intento de reivindicar el papel de la Corona en la democracia española, recordando a todos que, a pesar de las diferencias políticas, hay un legado que debe ser respetado y celebrado.
La respuesta del Gobierno y de los partidos políticos será crucial en los próximos días, y muchos observadores esperan que esta situación no solo defina la relación entre la Corona y el Gobierno, sino que también influya en el futuro político de España.
En conclusión, el Toisón de Oro otorgado a Felipe González es un acto que va más allá de una simple ceremonia. Es un mensaje claro de Felipe VI en un momento de crisis política, un gesto que desafía a un Gobierno que ha mostrado signos de debilidad y división.
La tensión entre la Corona y el Gobierno de Sánchez parece estar lejos de resolverse, y el futuro de esta relación podría tener un impacto significativo en la política española en los años venideros.
La pregunta que queda en el aire es: ¿cómo responderá Sánchez a este desafío real? La partida de ajedrez continúa, y todos los movimientos serán observados con atención.
