La eurodiputada del Partido Popular, Elena Nevado, protagonizó un encendido discurso en el Parlamento Europeo denunciando la censura y el deterioro de la libertad de prensa bajo el Gobierno de Pedro Sánchez.

En el Parlamento Europeo se vivió una de esas escenas que dejan huella. La eurodiputada del Partido Popular, Elena Nevado, tomó la palabra con una fuerza poco habitual en los salones de Bruselas.
Su intervención, cargada de indignación, fue un auténtico sopapo político al Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusó de “censurar, intimidar y degradar la libertad de prensa en España”.
La sesión, convocada para tratar las denuncias sobre el deterioro de la independencia judicial y la libertad de expresión, se transformó en un alegato por el derecho a informar sin miedo.
“El fiscal general del Estado está imputado por filtrar información para dañar la imagen de un ciudadano. Borró sus correos y mensajes para no dejar rastro.
Y, lo más grave, depende directamente del señor Sánchez”, lanzó Nevado con un tono entre la sorpresa y el reproche. El silencio en la sala fue tan elocuente como sus palabras.
Los eurodiputados miraban entre sí, algunos incrédulos, otros incómodos. Lo que estaba ocurriendo no era una simple intervención más en el turno de palabra: era una denuncia política de alcance europeo.
Nevado no hablaba en nombre propio. Hablaba también en nombre de los periodistas españoles que, según denunció, “han sido agredidos en las calles, insultados por preguntar y silenciados por el propio Gobierno”.

Mencionó el caso reciente del periodista José Ismael Martínez, del diario El Español, brutalmente golpeado en Pamplona.
“El Consejo de Europa acaba de emitir una alerta por esta agresión, pero ni el presidente Sánchez ni ninguno de sus ministros ha condenado el ataque. ¿De qué lado está el Gobierno? ¿Del periodista o del silencio cómplice?”,
preguntó, mirando directamente a los representantes socialistas presentes en la sala.
El nombre de Alfonso Rojo —periodista veterano y director de Periodista Digital— apareció varias veces en la intervención. Nevado le agradeció su defensa pública de la libertad de expresión y el valor de haber llevado la queja a Bruselas.
“Gracias, señor Rojo, por dar la cara, por no callar cuando la prensa libre en España se está asfixiando”, afirmó. La mención fue recibida con aplausos desde los escaños del Partido Popular Europeo, mientras desde la bancada socialista se mascullaban reproches.
Nevado fue hilando su discurso con una claridad que sorprendió incluso a los traductores simultáneos. Recordó que el informe sobre el Estado de Derecho de 2025 ya advertía de un preocupante retroceso en la transparencia institucional española:
“Cada vez hay más ruedas de prensa sin preguntas, más exclusiones de medios críticos y más control informativo desde Moncloa. Es un modelo de comunicación vertical que no tiene cabida en una democracia madura”, enfatizó.
Su denuncia no se limitó a los ataques físicos o mediáticos. Señaló directamente las reformas legales del Ejecutivo, como el anteproyecto de ley sobre el secreto profesional de los periodistas, que, según ella, “transforma un derecho constitucional en una concesión arbitraria”.
También criticó la modificación del reglamento del Congreso de los Diputados, que, bajo la apariencia de orden, “esconde un intento de controlar el trabajo de los periodistas acreditados”.
En un momento de máxima tensión, Nevado se detuvo, miró hacia los comisarios europeos y dijo con voz firme: “Hoy, el fiscal general de España se sienta en el banquillo del Tribunal Supremo.
Es un hecho sin precedentes. Un símbolo del deterioro institucional que sufre mi país. Y lo peor es que ocurre ante la pasividad del propio Gobierno, que lo ampara, lo protege y lo utiliza como instrumento político”.
La eurodiputada insistió en que lo que está en juego no es una cuestión de ideologías, sino de principios: “Ningún gobierno puede sentirse por encima de la ley.
Lo que estamos viendo en España es una erosión deliberada de la independencia judicial y de los contrapesos democráticos. Cada reforma no busca fortalecer el sistema, sino debilitarlo”.

El tono fue subiendo hasta convertirse en una verdadera acusación moral: “El sanchismo —dijo sin titubear— se ha convertido en una organización que utiliza el poder para protegerse a sí misma. Uno de sus secretarios generales está en la cárcel y otro a punto de entrar.
Y mientras tanto, el Gobierno pretende controlar quién puede informar y quién no. Eso no es democracia, eso es manipulación del Estado”.
El presidente de la sesión intentó intervenir para marcar el tiempo, pero Nevado pidió unos segundos más. “Termino ya, presidente”, dijo, con una sonrisa de ironía contenida.
“Solo quiero pedir que esta petición quede abierta, que la Comisión Europea investigue qué está pasando en España y que Bruselas no mire hacia otro lado. Porque cuando se apaga una voz libre, se apaga un pedazo de Europa”.
Los aplausos fueron contundentes. No todos, claro: la izquierda europea respondió con gestos de desaprobación, acusando al Partido Popular de “usar Bruselas para hacer oposición interna”. Pero lo cierto es que la intervención de Nevado dejó un eco difícil de ignorar.
Fuera del hemiciclo, los pasillos del Parlamento hervían de comentarios. “Ha sido una intervención durísima, directa, con datos y con emoción.
Hacía tiempo que no escuchaba algo así”, comentó un funcionario europeo a media voz. Incluso algunos eurodiputados de grupos liberales reconocieron que la denuncia tocaba un punto sensible: la creciente tensión entre el poder político y los medios en varios Estados miembros.
Mientras tanto, en Madrid, el discurso de Nevado empezó a viralizarse en redes sociales apenas minutos después de pronunciarlo.
El vídeo corrió como la pólvora entre periodistas, opositores y ciudadanos indignados por lo que consideran un “ataque a la libertad de prensa sin precedentes”.
Alfonso Rojo, desde Bruselas, declaró a los medios que “no se trata de una batalla partidista, sino de una cuestión de supervivencia democrática”. Según él, “la censura en España ya no es sutil, es abierta, institucionalizada y justificada con excusas legales”.
El eco del discurso de Nevado no tardará en llegar a Moncloa. Allí, probablemente, intenten restarle importancia.
Pero algo ha cambiado: por primera vez en mucho tiempo, una voz española ha puesto frente al espejo europeo lo que muchos periodistas viven a diario —miedo, autocensura y presión política—.
Y si algo dejó claro la eurodiputada del PP en su intervención, es que la libertad de expresión no se mendiga: se defiende.
Con convicción, con valentía y, sobre todo, con la palabra. Porque cuando un periodista no puede preguntar, lo que peligra no es solo su oficio, sino la verdad misma.